La luz que penetra por los inmensos ventanales del Palacio de Versalles se multiplica hoy más que nunca en su propio reflejo. Nuevos espejos instalados en la que fuera residencia de Luis XIV invitan al visitante a perder el rastro de la luz, al mismo tiempo que le retan a volver a encontrarlo. Olafur Eliasson, la gran referencia del arte contemporáneo, ha dejado su huella, fundiendo su visión con la grandeza del palacio más grande del mundo.
Es un reto exultante crear una intervención artística que logre modificar el sentimiento de los visitantes y ofrezca un punto de vista contemporáneo
Durante un siglo, estos 67.000 metros cuadrados sirvieron de residencia a los reyes de Francia, un dato que el artista danés no pasó por alto cuando desde Versalles le llegó el encargo: “Eliasson ha dialogado con el palacio”, ha explicado Alfred Pacquement en la rueda de prensa durante la inauguración de esta exposición. “Cuando le propusimos exponer en Versalles, no llegó con una obra preparada, sino que la ideó aquí. Todas las piezas expuestas son inéditas y han sido pensadas expresamente para este lugar”, añade.
“El Palacio y sus jardines son tan ricos y están tan llenos de sentido y de historia, de política, de sueños, de visión… Es un reto exultante crear una intervención artística que logre modificar el sentimiento de los visitantes y ofrezca un punto de vista contemporáneo sobre esta potente herencia”, explica Eliasson. “Considero que el arte es un coproductor de lo real, de nuestro sentido del presente, de la sociedad y de la unidad de los hombres, y es muy inspirador tener la oportunidad, a través del arte, de coproducir la percepción actual de Versalles”, concluye el artista.
Ha aunado su imaginación con la inmortal personalidad de Versalles: Waterfall -que es como ha titulado la instalación- podría haber sido ideada por el mismísimo jardinero de Luis XIV, André Le Nôtre, que no logró llevar a cabo uno de sus proyectos más ambiciosos: instalar una cascada en el ángulo del Gran Canal. Trescientos años después, y como si de una última voluntad del paisajista del Rey Sol se tratara, Eliasson rompe la formalidad de los jardines instalando tras la Fuente de Apolo una catarata de 40 metros de altura.
Un reto: la dimensión
Antes de instalar su obra, una oda a la historia del lugar que ocupa, Eliasson estuvo en contacto con los jardines de Versalles, donde paseó durante horas en busca de ese hilo invisible capaz de unir su creación contemporánea a la residencia del Rey Sol. El artista se perdió en los salones y los jardines que invade su exposición (desde hoy hasta el 30 de octubre). “Este castillo es para mí una gran fuente de inspiración. Es inmenso, así que me supuso un gran reto, que es: ¿Cómo crear aquí obras en la dimensión correcta?”, ha lanzado el artista en rueda de prensa.
También ha intervenido en los salones de palacio y se antojan como parte del decorado habitual. Con la instalación de espejos en estratégicos puntos de las salas más luminosas del Palacio, el artista juega con el sol y sus posibilidades, en un evidente guiño a Luis XIV. El trabajo de Eliasson acostumbra a desplegar ante el público las incalculables posibilidades de reinvención de un fenómeno natural.
El artista de 49 años demostró en 2003, desplegando The Weather Project, en la Tate Modern de Londres, que su identidad se halla en la sensación inmaterial, y no en la mera observación del objeto estructural. También dejó constancia del éxito de su percepción de arte: más de 2 millones de personas visitaron su exposición londinense.
Jugando con los elementos efímeros e invitando al espectador a moldear su visión de la realidad del lugar que invade, el danés insiste en el poder que el espacio, los elementos naturales y el contexto pueden aportar a su obra, que no aspira a ser esculturalmente perfecta.
Vapor, luz y agua
En los jardines de Versalles, la colosal estructura desprende vapor, invitando al visitante a fundirse en una experiencia estrictamente sensorial en un espacio privilegiado. No es la primera vez que se sirve de este elemento para introducirnos en un éxodo personal dentro del espacio expositivo, como tampoco es una novedad el uso de estructuras luminosas evocando el sol. En esta ocasión, el emplazamiento de la estrella no podría haber sido más poético. En cambio, ya se sirvió de este elemento (en dimensiones mucho más colosales) durante su exposición en Londres.
La monumental cascada que hoy da una nueva vida al Gran Canal de Versalles, reutilizando el agua y volviendo a servirse de ella en una caída de 40 metros, es una prolongación de su propia obra: en 2008, ya presentó estas grandiosas estructuras con su obra The New York City Waterfalls, situando sus enormes armazones disfrazados de cataratas en la ribera de Brooklyn y Manhattan.
En el año 2008, el Palacio de Versalles dio la bienvenida a un nuevo proyecto, a través del cual se comprometió a exponer anualmente la obra de un artista, francés o extranjero, pensada para el lugar. Desde entonces, Jeff Koons (2008), Cavier Veilhan (2009), Giuseppe Penone (2013) o la controvertida obra de Anish Kappoor (2015) han hecho de este emblemático lugar un espacio expositivo con grandes posibilidades: más de 7,5 millones de personas al año visitan la que fuera residencia de Luis XIV hace tres siglos.