Alice Marble acabó jugando al tenis casi a su pesar. En un primer momento, sus intereses iban por el muy masculino béisbol, pero las presiones familiares terminaron llevándola a empuñar una raqueta. Sin embargo, también ahí dejó impronta de su particular estilo: fue la primera en vestir shorts, y en jugar con una contundencia que ninguna otra jugadora volvería a exhibir hasta Navratilova. Para cuando en los años cuarenta abandonó la competición, entonces amateur, para dedicarse a los torneos de exhibición -mucho más lucrativos- había ganado dieciocho Grand Slam: un Wimbledon y tres US Open, más otro buen número de trofeos en dobles y dobles mixtos, y se había convertido en todo un símbolo perseguido por la prensa
Pero el camino no había sido fácil. Marble había nacido en Beckwourth, California, en 1913, pero muy pronto la familia se había trasladado a San Francisco. Allí sufrió de tuberculosis, así como un rapto y una violación cuando era aún una joven promesa de la raqueta, que mantuvo en secreto hasta que fue revelada en una autobiografía en 1958. Pero, lejos de arredarse, se llenó de más determinación para salir adelante, a pesar de que la prensa comentaba maliciosa que sería capaz de vencer a cualquier hombre, y que el calificativo de "marimacho" era el más repetido al referirse a ella. Por eso, que lograra disputarle las portadas al mismísimo ídolo del béisbol Babe Ruth fue todo un logro.
En 1941, Max Gaines, de la editorial All-American Comics, la contactó, junto con otra selección de deportistas de élite, para anunciarles la aparición de una nueva publicación en torno a un personaje, Wonder Woman, creado por William Moulton Marston, y que sería la primera supereheroína. El objetivo era a ampliar el abanico de lectores de este tipo de publicaciones, añadiendo a las mujeres. Marble respondió de manera entusiasta: mientras la mayoría se limitó a enviar misivas de apoyo, la tenista aceptó involucrarse más directamente en la revista. Una publicidad que valía su peso en oro: los primeros números de Wonder Woman incluyeron su nombre en los materiales promocionales.
Pero no se quedó ahí: Marble introdujo unos cómics que aparecerían en la publicación, y que repasarían la vida de mujeres destacadas de la historia, una iniciativa revolucionaria por cuanto utilizaba exactamente los medios de expresión del cómic para dar a conocer la vida de personajes como Florence Nightingale (el primero de la serie), Marie Curie, Helen Keller, Annie Jump Cannon o Nellie Bly, entre otros muchos. Paralelamente, Wonder Woman corría aventuras en las que llegaba a postularse como presidente de los Estados Unidos, algo tremendamente atrevido y visionario para la época, por muy superheroína que fuese.
Este compromiso duró cerca de tres años. En gran medida, se terminó porque la desgracia personal irrumpió en su vida. Perdió el hijo que esperaba en un accidente de coche, y pocos días después, el avión de su marido, piloto de guerra, caía abatido en una acción de guerra en Europa. Marble intentó suicidarse sin éxito, pero eso no impidió que, en 1945, el Gobierno americano la enviara en una misión secreta a Suiza. Su objetivo era contactar con un antiguo amor que estaba dedicándose a lavar fondos nazis. Se desconocen los detalles de cómo transcurrió la misión, que al parecer tuvo que abandonar cuando recibió un tiro por la espalda de un agente alemán.
Todo esto daría para toda una biografía, pero aún quedaba otro espectacular giro. En un momento en el que los afroamericanos tenían prohibido competir en las pistas, Alice Marble comprometió su nombre en la defensa para que la tenista Althea Gibson fuese admitida en los campeonatos oficiales. Publicó un encendido artículo en la revista de la asociación de tenis americana, que levantó una formidable polémica.
Gracias a la enorme proyección de su figura, se levantó el veto, y en 1950, Gibson, de 23 años, se convirtió en la primera persona de color en competir en un Grand Slam. "Si el tenis es un deporte para damas y caballeros, es entonces hora de que actuemos un poco más como gente educada y menos como hipócritas beatos", escribió Marble sin tapujos.
A partir de ese momento, la deportista dedicó prácticamente todo su tiempo a dar clases de tenis. En 1964 fue admitida en el Salón de la Fama Internacional de este deporte. Falleció en 1990, después de una larga anemia. En su honor, las pistas de San Francisco, con unas espectaculares vistas al Golden Gate, reciben el nombre de Alice Marble Tennis Courts.