Torquemada, el arquitecto de la Inquisición: ¿fraile sádico e intransigente o cristiano ortodoxo?
Un nuevo libro aborda la oscura figura del primer inquisidor general y la evolución histórica de su imagen para derribar ciertos "estereotipos".
23 octubre, 2020 03:04Noticias relacionadas
Tomás de Torquemada (1420-1498), inquisidor general, figura oscura, cruel y fanática. Tres elementos que por norma general van de la mano. El fraile dominico simboliza la cúspide de las sangrientas prácticas del Santo Oficio. Es el rostro más popular del tribunal religioso, un personaje utilizado por la ficción y autores de la talla de Victor Hugo, Benito Pérez Galdós o Edgar Allan Poe debido al atractivo literario y los tintes dramáticos que brindan su biografía. En resumen, la quintaesencia de la intolerancia.
Este hombre, de cuyo nacimiento se cumplieron 600 años el pasado 14 de octubre, fue el arquitecto de la Inquisición. Bajo su mandato, iniciado en 1483, se establecieron los primeros tribunales españoles y fue el principal redactor de las Instrucciones por las que el Santo Oficio regiría su actividad depurativa sobre los judíos conversos. Unos hechos innegables y un legado controvertido que le han convertido en uno de los individuos más siniestros de la historia de España.
Sin embargo, Iván Vélez considera que "el personaje histórico está sepultado por una especie de estereotipo, de caricatura". El investigador y arquitecto acaba de publicar Torquemada. El gran inquisidor (La Esfera de los Libros), una breve obra en la que trata de aproximarse a la vida del dominico a pesar de las lagunas que ofrecen las fuentes documentales y de encajarlo en su contexto, una época en la que coinciden la decisión de expulsar a los judíos y la definitiva conquista cristiana de la totalidad de la Península Ibérica.
Vélez aborda la biografía de Torquemada —paradójicamente descendiente de judíos conversos, prior del convento de Santa Cruz de Segovia y confesor de los Reyes Católicos—, las actividades de la Inquisición —que ya había analizado en un libro anterior, Sobre la leyenda negra (Encuentro, 2014)— y trata de situar temporalmente la "distorsión" de la figura del inquisidor general. Un proceso que atribuye a los ilustrados franceses y que luego termina enraizando en España, como evidencia esta frase que apareció en un semanario en 1907: "El peso de la crueldad heredada gravita sobre el alma española y todo es creíble, y todo es posible en esta triste patria de Torquemada".
"La gran mentira que le persigue es que la Inquisición fue un capricho sádico de un señor con faldas. Es un error pensar que un hombre de la Iglesia es un sádico", valora Vélez, que también atribuye la responsabilidad de la instauración de este tribunal a los Reyes Católicos, especialmente a Fernando de Aragón. "La Inquisición española tuvo un altísimo grado de racionalidad, fue garantista, levantó actas, buscaba la reconciliación, el arrepentimiento... Con esto no digo que no hubiera excesos, pero reglamentariamente buscaba una depuración de la fe y solo afectaba a los cristianos", expone.
Luces y sombras
Nacido en 1420 en la localidad palentina que figura en su apellido, Tomás de Torquemada fue "el martillo de los herejes, la luz de España, el salvador de su país, el honor de su orden", según el cronista coetáneo Sebastián de Olmedo. "Lo que hizo fue estructurar, sistematizar la Inquisición, pero no en el sentido de añadirle una carga de sadismo, sino de ponerle orden y establecerla en todos los territorios españoles", añade Iván Vélez, que le define como "un hombre absolutamente de su tiempo" y al que no hay que acercarse haciendo presentismo.
Para verter algo de luz sobre las "veladuras" del personaje histórico, sobre sus numerosas sombras, el investigador se escuda en testimonios de la época de Torquemada que ofrecen una visión menos negativa. Fray Hernando del Castillo, autor de la Historia general de la Orden de Predicadores (1584), de la que era miembro el inquisidor general, le retrató como un clérigo austero y frugal. El padre Juan de Mariana, un poco más tarde, habló de él como una "persona prudente y docta, y que tenía mucha cabida con los reyes, por ser su confesor, y prior del monasterio de su orden de Segovia". "Lo define como un cristiano muy ortodoxo, ajustado a los estándares de la época", asegura el investigador.
También en 1481, dos años antes de que Torquemada tomase las riendas de la Inquisición, un protonotario apostólico y deán de la catedral de Segovia, cuya madre fue condenada a la hoguera por judaizante y él obligado a huir a Roma, dedicó al dominico una pequeña obra centrada en el tema de la herejía, con lo que Vélez considera que "carece de intereses espurios" y que conduce a las condiciones personales del futuro inquisidor general.
El arquitecto e investigador apunta que la figura de Torquemada comenzó a "deformarse" en el último tramo del siglo XVIII, con un claro influjo francés, una corriente de escritores que bebió de un español: el sacerdote Juan Antonio Llorente, secretario del Santo Oficio entre 1789 y 1791. En su Historia crítica de la Inquisición de España ofreció unas cifras probablemente exageradas sobre las víctimas del tribunal religioso: 31.912 personas quemadas vivas y 17.659 en efigie. Especialistas en el tema como el hispanista Henry Kamen apuntan que el número total de ejecutados durante los tres siglos de autos de fe fue de un máximo de 3.000. Eso sí, siendo el periodo comprendido hasta 1530 el más sangriento.
En el último apartado del libro, dedicado a esa evolución histórica de la imagen del clérigo, Vélez reconstruye la génesis del rótulo con evidente carácter negativo de "la España de Torquemada", un caramelo para la leyenda negra. Y un término que sigue tan vigente como que el presidente Pedro Sánchez la utilizó durante la moción de censura presentada de Vox. "Usted ama la tenebrosa España de Torquemada", le dijo a Abascal. "El inquisidor general ha sido un arma arrojadiza a partir de la Ilustración. Desde entonces se han buscado Torquemadas coetáneos y vemos que el estereotipo sigue siendo operativo en el Congreso", concluye el autor, que espera que de los archivos salga más información para "mejorar la imagen tópica" del inquisidor.