Los 7 caballos que revelan un excepcional santuario en la gran ciudad iberorromana de Córdoba
Los arqueólogos hallan en Torreparedones siete exvotos zoomorfos con figuras de équido, ofrendas depositadas por los fieles en un lugar de culto, que relacionan con la presencia de un segundo santuario.
3 junio, 2021 09:15Noticias relacionadas
Él se llamaba Relato y su esposa, de nombre desconocido, tenía 40 años y era oriunda de la colonia vecina de Asido Caesarina (Medina Sidonia, Cádiz). El matrimonio, probablemente personajes humildes de estatus libertino, falleció en la ciudad iberorromana de Torreparedones (Baena, Córdoba) en algún momento de comienzos de la nueva era. Ambos fueron enterrados en la necrópolis oriental del yacimiento, fuera de la muralla, y en su memoria se talló una pequeña inscripción funeraria de medio metro de alto sobre una estela de piedra caliza.
Esa lápida fue hallada en 2011 por el equipo de arqueólogos que lleva varias décadas investigando el singular sitio, un poblado fortificado íbero que en época romana, entre los siglos I a.C. y II d.C., la de mayor esplendor, alcanzó el estatus de municipio. Con varias termas, un anfiteatro o un foro espectacular, Torreparedones ha sido bautizado como la "Pompeya cordobesa". Unas recientes excavaciones en el espacio donde se identificó el epígrafe funerario no han podido identificar restos humanos, los cuerpos de Relato y su mujer, pero por el contrario han arrojado una sorpresa mucho mayor.
Se trata del hallazgo, en un contexto que ha podido fecharse en el siglo I d.C., de un conjunto de exvotos zoomorfos que representan figuras de caballos y están tallados en piedra caliza local. Según explica José Antonio Morena López, director del Parque Arqueológico de Torreparedones y uno de los directores de las investigaciones, estas piezas rituales deben relacionarse con la presencia de un santuario dedicado a una divinidad protectora del équido, muy importante para la aristocracia íbera como elemento de prestigio.
"Lo que resulta realmente excepcional es que es la primera vez que se reconocen en una misma ciudad dos santuarios diferentes que están separados 600 metros y que además pudieron estar en uso al mismo tiempo", valora el arqueólogo en referencia al otro templo, también extramuros y en la parte meridional del yacimiento, dedicado a la Dea Salus, diosa de la fertilidad y la salud, que estuvo en uso desde el siglo III a.C. hasta el II d.C.
Morena detalla que el significado de los exvotos de caballos —son siete en total, de los cuales tres están completos y cuatro fragmentados— es similar al de los exvotos antropomorfos: "Es decir, serían presentes o regalos depositados por los fieles en un lugar de culto tras haber recibido alguna petición previa a una divinidad protectora de estos animales". En el otro santuario se han localizado ofrendas que se corresponden con mujeres embarazadas implorando "un parto sin problemas".
Tumbas romanas
Las excavaciones por vía de urgencia en las que se ha documentado la probable presencia de este segundo templo se realizaron en septiembre del año pasado, después de descubrirse unas remociones de terreno clandestinas en la zona de la necrópolis romana situada junto al centro de recepción de visitantes. Los resultados se han dado a conocer públicamente hace unos días y el estudio exhaustivo de los exvotos saldrá publicado en breve en una revista especializada.
Además de las siete ofrendas, que no fueron encontradas in situ, sino removidas —los expertos sugieren que el edificio donde se realizarían las ceremonias y actividades religiosas debe situarse más al norte, en la cima del cerro, por lo que estas piezas rodaron en algún momento por la ladera—, se han identificado varias tumbas interesantes. Por el momento no ha aparecido ninguna estructura muraria que pueda interpretarse como perteneciente al santuario, tan solo un pavimento de arenisca.
Las sepulturas halladas consisten en un primer enterramiento individual en una urna de piedra caliza colocada dentro de un gran sillar de calcarenita, que a modo de ajuar contaba con un cuenco de cerámica común, una urna también de cerámica con decoración pintada de tradición ibérica y un ungüentario-anforisco de vidrio. Todos estos elementos han permitido datar la inhumación en la primera mitad del siglo I d.C.
La otra es una tumba colectiva, de tipo familiar y semihipogea, es decir, subterránea, que estaba parcialmente destruida y fue saqueada ya en época antigua, aunque también presentaba alteraciones más recientes. De su interior tan solo se han podido recoger restos muy fragmentados de las urnas de piedra y un cuenco-tapadera de otra urna de cerámica.
"Se trata de un enterramiento muy interesante desde el punto de su tipología, pues es el tercer caso que se documenta en Torreparedones, y podría decirse que exclusivo de este yacimiento", explica José Antonio Morena. "Está construida con fábrica de opus quadratum y su singularidad viene marcada por la presencia de una repisa de piedra moldurada que recorre la cámara funeraria y sobre la que estarían colocadas las urnas y los ajuares. Debió pertenecer a una familia de alto poder adquisitivo". Quién sabe si conocidos de Relato y su mujer.