Las librerías han pasado lo peor y levantan el vuelo. Al cierre de 2015, los datos son esperanzadores: por primera vez crece el número de establecimientos desde 2009. Según datos provisionales de la Conferencia Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) a los que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, en 2015 se censaron en España 3.895 librerías, 245 más que el año anterior. El batacazo de 2008 a 2014 ha dejado en la cuneta a 3.424 negocios.
La librería Contrabandos es la primera en celebrarlo al abrir sus puertas en el barrio madrileño de Lavapiés. Surge como una extensión de la Asociación de Editores Independientes de Libro Político con el mismo nombre. “Creemos que ha llegado el momento de tener un espacio físico donde poder vender nuestras obras y tener contacto, además, con el público que las compra. El conocimiento de tus lectores es importantísimo para un editor. Así lo tenemos de primera mano, al conocer a la gente que se acerque a la librería para comprar. Es un privilegio”, cuenta Alfonso Serrano, responsable de la librería y editor de Oveja Roja.
Está claro que Amazon es una amenaza y un peligro pero la gente que se acerca a una librería busca un tipo de atención distinta que no ofrece internet
Dedicada a la venta de libros de temática social y política, la librería contará además con varios eventos (charlas, debates, clubes de lectura, talleres) que pretenden “cambiar mentalidades y agitar conciencias”. El día de la inauguración el protagonista ha sido el colectivo de trabajadores afectados por el ERE de la fábrica de Coca-Cola en Fuenlabrada, presentando Somos Coca-Cola en lucha (Oveja Roja). El libro, una recopilación de testimonios de esos trabajadores, se ha hecho realidad gracias a un proyecto de crowdfunding y refleja el espíritu de la librería.
Alfonso Serrano decidió apostar por la literatura, sin importar los números que dicen que España no es un país de lectores o la amenaza de la venta por internet por gigantes como Amazon. “Está claro que Amazon es una amenaza y un peligro pero la gente que se acerca a una librería busca un tipo de atención distinta que no ofrece internet”, añade Serrano. “Abrir una librería en un momento como este puede sonar a un acto de locura, pero nosotros confiamos en que hay mercado, en que la gente se sigue emocionando con un buen libro y que agradece el cariño y la atención que un librero le dedica”.
Sobredosis de ilusión
A más de 600 km de distancia, en Sant Just Desvern, un municipio de Barcelona de 18.000 habitantes, Arnau Cónsul y Silvana Vogt ultiman los detalles de la inauguración de la librería Cal Llibreter. “Abrimos este martes y lo hacemos con mucha ilusión”, dice Cónsul. Tras cuatro años dedicados a promocionar eventos culturales, recitales de poesía y presentaciones de libros se propusieron abrir una librería. “No teníamos ninguna en el pueblo”, recuerda.
Hay un grado de locura absolutamente necesario para esto. O valentía si quieres
El propietario es consciente de la competencia de la venta por internet pero es algo que no le asusta: “Como decía Greene, la diferencia es el factor humano y ese es insustituible”. “Por muy cómodo que sea comprar por internet, no existe una atención personalizada, la posibilidad de hablar con el librero, recibir recomendaciones de alguien que sabe de lo que habla. La gente también valora esos detalles, por eso confío en que seguirá viniendo”, explica.
La locura -valentía- vuelve a asomar en la conversación. “Hay un grado de locura absolutamente necesario para esto. O valentía si quieres”, dice Arnau Cónsul entre risas. “Pero yo creo que hay mercado y si es para apostar por algo que sea por algo que te apasione, que veas llegar las cajas con las novedad y te emociones sólo de pensar en abrirlas”.
La fusión perfecta
Los editores, librería asociada a la editorial La Huerta Grande, se inauguró el 11 de diciembre en el barrio de Salamanca, en Madrid. “No había ni una librería en el barrio. Hablamos con la gente y tenían ganas de un espacio como éste. Es un barrio con poder adquisitivo y estoy segura de que, si lo hacemos bien, tendremos futuro”, dice Philippine González, editora y dueña.
Es una tradición muy común en Francia. Y tiene su sentido, son actividades que se complementan muy bien
Al igual que Contrabandos y La Huerta Grande, cada vez son más las editoriales que apuestan por la creación de librerías: “Es una tradición muy común en Francia. Y tiene su sentido, son actividades que se complementan muy bien y una vez que conoces la cadena completa es más fácil moverte”, explica González.
Como su nombre indica, es una librería dedicada a editoriales independientes. En las estanterías los libros se organizan no por autor, sino por editorial. Allí caben Libros del KO, Impedimenta, Sexto Piso, Nórdica, entre otros. “Nos gusta mucho la selección que hacen, su apuesta por la calidad y la manera como cuidan no sólo el contenido, sino el libro como objeto físico. Queríamos dar visibilidad a estos productos que no siempre tienen la atención que se merecen en las grandes superficies”, cuenta Isabel Rodríguez, la encargada.
La cercanía con el lector es otra de las apuestas de la librería. Además de la atención personalizada, los lectores tienen una mesa dedicada a sus elecciones, donde pueden dejar libros que les hayan gustado a modo de recomendación para otros lectores. “Es una manera de hacerles partícipes de todo el proyecto y es muy interesante observar la mezcla que se crea entre distintos géneros y autores”, añade. Los talleres, los clubes de lectura, las presentaciones y las charlas, completan la oferta cultural “Queremos que sea un centro de encuentro cultural”.
Libros y más
En el barrio de Chueca abrió un día antes, el 10 de diciembre, la librería Nakama. “Tiene mucho que ver con la vocación, por muy difícil que te digan que puede llegar a ser rentable. Es algo que yo siempre había querido hacer. El contexto de crisis, y en la cultura más, te da miedo, pero creo que hay espacio para aportar cosas interesantes y que funcionen”, cuenta Rafael Soto, uno de los propietarios.
Además de las actividades culturales comunes a otras librerías, Nakama apuesta por diversificar la presentación de libros. “Los libros transmiten sensaciones y queremos potenciarlas. Así que en algunas presentaciones podemos tener un concierto de blues, en otras una degustación de comida, lo que más se adapte a la obra que presentamos”.
Creo que hay algo de kamikaze en esto, sé que es muy difícil pero es lo que me apetecía, tenía que hacerlo
También en diciembre, Katixa Castellanos decidió abrir Deborah Libros en Pamplona y hacer realidad “el sueño de toda la vida”. Se trata de una librería ecléctica pero muy personal, con un fondo de libros hecho a medida de la propietaria. “Hay ensayo, periodismo, novela negra, libros de inglés para infantil y juvenil y literatura dedicada a personas sordas”.
Katixa es interprete de lenguaje de signos. Trabajaba para una ONG cuando se quedó en paro. Decidió que era el momento de lanzarse. “Creo que hay algo de kamikaze en esto, sé que es muy difícil pero es lo que me apetecía, tenía que hacerlo y el riesgo siempre existe en cualquier negocio”. La librería cuenta con varias actividades entre las que se encuentran cuenta cuentos en inglés y lectura adaptada a la lengua de signos una vez al mes.
Los libros se distribuyen por las estanterías en una clasificación especial. “Huyo de la dispensadora de libros en la que se han transformado las grandes cadenas. Tengo una sección que se llama Troteros de playa y chimenea, que son esos libros entretenidos que no ganarán el Nobel, pero que tampoco caen en el best-seller de supermercado, como les llamo yo”, explica.
Librerías 'lowcost'
En tiempos de crisis, los establecimientos de venta de segunda mano también han crecido. Tras varios años asentados en Cataluña y en el Levante, la cadena de libros Re-Read decidió abrir en Madrid a finales de año. “Es una respuesta a la situación de crisis que se vive ahora mismo. Queremos que los libros lleguen a todo el mundo y que tengan una segunda vida”, dice Sergio Sánchez, librero.
El libro de segunda mano es una buena oportunidad de acceder a la cultura de manera más asequible
Un ejemplar se vende por tres euros, dos por cinco y cinco por diez. Los compran a un precio simbólico de 20 céntimos y sólo rechazan enciclopedias, libros de texto y revistas. Para los demás libros la única condición impuesta es que no sean anteriores a los años noventa. “Queremos alejarnos de la idea de que el libro de segunda mano es un libro viejo. El libro de segunda mano es una buena oportunidad de acceder a la cultura de manera más asequible”, cuenta.
Facilitar el acceso a la cultura es también el objetivo que está detrás de la creación de Libu, una librería de segunda mano en Bilbao, creada por la asociación Zubietxe, que tiene como misión facilitar la incorporación social de personas en situación o riesgo de exclusión. “Nuestro objetivo no es tener lucro, sino que el proyecto se sostenga de manera independiente, sin necesitar ningún tipo de ayuda pública”, cuenta Loli Velasco, directora de la asociación. Por ahora funcionan con el trabajo de voluntarios que esperan poder contratar en algún momento: “No tenemos ánimo de lucro, pero sí de sueldo”.
Por aquí han pasado personas en riesgo de exclusión, que nunca habían pisado una librería. La cultura no es para una élite, es de todos
Abiertos desde diciembre, aseguran que uno de los objetivos ya se está cumpliendo. “Por aquí han pasado personas en riesgo de exclusión, que nunca habían pisado una librería. La cultura no es para una élite, es de todos”, dice. Funcionan con donaciones y los precios son muy similares a los de Re-Read: un libro tres euros, dos cinco, tres diez y, de ahí en adelante, cada libro cuesta dos euros. Además de hacerlo asequible a todo el mundo, la asociación quiso que el espacio fuera bonito, “lejos de la idea cutre que se tiene de los libros de segunda mano, un espacio donde la gente quiera estar, que sea un plan”. Además, todos los martes y jueves se organizarán varias actividades culturales.
Los consejeros
“Los amantes de la literatura tenemos una parte de locura inherente y el nombre de la librería ya lo dice todo”. Quien habla es Àlvar Masllorens, propietario de la librería La Temeraria, abierta en Terrassa desde septiembre. “Si algo bueno trajo la crisis es la conciencia de la necesidad de volver al pequeño comercio y creo que la gente ha vuelto a valorar la atención cercana, el poder compartir ideas con un librero, pedirle consejos, el aprendizaje mutuo que se establece. La gente está harta de las grandes superficies”.
En ningún momento esperamos hacernos ricos, si no, nos dedicaríamos a otra cosa
Además de libros, por su establecimiento pasan conciertos de música clásica y obras de teatro. “Queríamos cambiar la visión que se tiene de una librería y dotarla de una actividad cultural constante”. Por ahora, el balance es muy positivo: “La gente viene de manera recurrente, hemos conseguido ser un punto de referencia en la ciudad y para el año que viene queremos consolidarnos”.
Este es más o menos el mismo objetivo que todos tienen: darse a conocer y fidelizar clientes. “En ningún momento esperamos hacernos ricos, si no, nos dedicaríamos a otra cosa”, dice Isabel Rodríguez. Quieren que la gente de sus barrios sepa que allí existe una librería distinta, de esas de antes, donde el librero conoce a cada uno de sus clientes y sus gustos. Una donde pueden pasar el tiempo sin mirar el reloj, tomando un café y disfrutando de las páginas de un libro sin prisa.