Seis menos en dos meses. Estas son las sorprendentes cifras que mantienen a España a la cabeza de la Unión Europea con mayor porcentaje de festivales cancelados. Desde el Monegros Desert Festival -ahora Groove Parade-, pasando por el Marenostrum (en Alboraya), el Festival Territorios (en Sevilla), el Kolme Rock (en Colmenarejo) o el Trafalgar (en Barbate), ninguna localización está a salvo. Ni el éxito de público garantiza la celebración. Antes fueron Happy Sundays y el VilaBeach. La burbuja se ha pinchado, pero, ¿por qué se cancelan los festivales?
Las cifras mandan: aunque la facturación de la música en vivo en 2015 creciera un 12,1% respecto al año anterior -según datos de la Asociación de Promotores Musicales-, lo cierto es que los beneficios no han resuelto los problemas. La proliferación de los eventos -en detrimento de las salas, que programan menos y pierden público, año tras año- ha provocado que muchas empresas hayan pasado de ser proveedoras de servicios a promotoras de festivales. De los festivales públicos organizados únicamente por ayuntamientos hemos pasado a un modelo que exige colaboración entre el sector público y el privado. Y esto no siempre sale bien.
El promotor lleva varias semanas recorriendo despachos, reuniéndose con técnicos, invitando a café al jefe de bomberos y regalando entradas a la mitad de la corporación
Los desencuentros vienen de lejos: la cancelación del Electrobeach de Benidorm en 2014 se debió, según la organización, a "la negativa del Ayuntamiento de Benidorm a facilitar un recinto que cumpliese con todas las medidas de seguridad, como se habían comprometido". El Ayuntamiento ofreció como alternativa el antiguo recinto de Terra Mítica, puesto que un informe de sus propios técnicos desaconsejaba la celebración del festival “en un recinto que no cumple con las mínimas condiciones de seguridad y salubridad". Desde fuentes próximas al consistorio se apuntaba también a un tema de prejuicios. Desde la alcaldía se reveló que “no se había creído conveniente autorizarlo por el tipo de música”.
Pocas explicaciones se dieron este año con el Happy Sundays, que tenía que celebrarse en Madrid y no llegó ni a la primera edición. La organización definió como principal motivo “varias complicaciones administrativas y trámites imposibles de resolver”. El Sferic Festival adujo también en 2014 la dificultad para obtener los permisos municipales en Orense como principal causa para su cancelación.
Marenostrum, el festival de música electrónica que se iba a celebrar entre el 8 y el 10 de julio en Alboraya (Valencia) se canceló 24 horas antes por un informe desfavorable de la Consejería de Obras Públicas de la Generalitat valenciana. La misma promotora tuvo que cancelar el Festival Trafalgar por tensiones entre el Ayuntamiento de Barbate y la Fundación Territorios. El Ayuntamiento rescindió la licencia de actividad a Trafalgar para que otro festival de características similares, el de Cabo de Plata, disfrutara de esos privilegios.
A 20 minutos de la apertura de puertas aún -como siempre- no ha llegado el papelito de la licencia definitiva
Carlos Espinosa, presidente de la Asociación Cultural Coordinadora Estatal de Salas de Música en Directo (ACCES), explicaba recientemente la experiencia tipo de una organización: “El promotor lleva varias semanas recorriendo despachos, reuniéndose con técnicos, invitando a café al jefe de bomberos y regalando entradas a la mitad de la corporación para pasear un proyecto de varios kilos de peso que certifica, al pie de la letra, que cumple con los requerimientos de la extensa Ley de Espectáculos Públicos. Pero el concejal de Urbanismo sigue sin confiar demasiado en los que vienen a montar jaleo, razón quizás por la que les ha exprimido hasta la última gota de sangre en certificados. 'De estos no me fío'. Y con todo, a 20 minutos de la apertura de puertas aún -como siempre- no ha llegado el papelito de la licencia definitiva”.
Una gestión deficiente
Otro escollo común son los errores en la gestión. El caso reciente más absurdo es el del Festival Kolme Rock, que se celebró el 16 de julio y se interrumpió a mitad de concierto. Aunque la organización justificó el coitus interruptus con “problemas con el Ayuntamiento”, poco después declaró que “debido a la falta de liquidez en caja, no hay dinero para pagar a Narco y a Gatillazo, por lo tanto se suspende el festival”.
Ninguno de los artistas ha sido remunerado o ha recibido confirmación de vuelos reservados
Territorios Sevilla (que debía celebrarse el 20 y 21 de mayo), fue cancelado por la promotora 48 horas antes de su celebración tras alegar falta de viabilidad económica, como ya había hecho en septiembre de 2014 el Fermaz Festival en Galicia dedicado al tecno. Pese a que el comunicado oficial de la organización del festival gallego primero alegó dificultades para obtener los permisos, algunos artistas arrojaron luz sobre la situación real. El músico Frank Kvitta explicaba en su cuenta de twitter: “Ninguno de los artistas ha sido remunerado o ha recibido confirmación de vuelos reservados. Faltan cuatro días para el festival y Fermaz Festival sigue publicitando los nombres y el cartel completo”. El DJ Josh Wink daba similares razones para su cancelación: incumplimiento de contrato.
El Jarama Motorsound, por las mismas fechas ese mismo año, también suspendió la cita. La Comunidad de Madrid había desautorizado su celebración por exceso de aforo y deficientes condiciones de seguridad en el recinto. El informe de protección civil estipulaba un tope de 19.000 personas, y la promotora, XLRMusic, pretendía llenarlo con 50.000. Poco tiempo después, muchos afectados presentaron denuncias en las comisarías, porque la promotora no había devuelvo el importe de las entradas que compraron.
El informe de protección civil estipulaba un tope de 19.000 personas, y la promotora, XLRMusic, pretendía llenarlo con 50.000
Las dificultades en la comunicación con la administración pública y la falta de planificación hicieron mella también en el Vilabeach Festival, que tampoco pudo celebrar su primera edición y se canceló en mayo de este año. La promotora se comprometió mediante convenio a la celebración de ChiringoRock/Vilabeach Festival, un doble evento de rock valenciano y música electrónica los días 9 y 10 de julio en la Playa de Torres. Pero el festival coincidió de lleno con el Festlloc (7, 8 y 9 de julio) en la localidad castellonense de Benlloch, por lo que un gran número de bandas con las que el Vilabeach pretendía hacer doblete no estaban disponibles.
El Groove Parade debía también suspender en mayo de este año las actuaciones previstas para los días 17 y 18 de julio por problemas de índole interna. El promotor Juan Arnau no contaba con el beneplácito de toda su familia, propietaria de los terrenos que se utilizaban para la cita. El conflicto no era nuevo, ya que la parte de la familia crítica con el uso había demandado judicialmente con anterioridad al promotor. Este año, ante la posibilidad de perder la batalla, se canceló, con las casi 15.000 entradas vendidas.
La localización y los vecinos
Pese a la transversalidad geográfica en las suspensiones de festivales -Aragón, Galicia, Comunidad Valenciana o Andalucía- la localización del festival es importante y los promotores luchan por conservar los espacios que funcionan con uñas y dientes. El Creamfields Andalucía, popular festival de electrónica cambió Cuevas de Almanzora por Villaricos primero, después por El Ejido y el Circuito de Jerez para ampliar público e instalaciones y pinchó. Tuvo que acortar su formato de fin de semana a un solo día, y decidió volver a Villaricos rebautizado como Dreambeach. Ahora vuelve a funcionar.
Las Fuerzas de Seguridad no disponían de efectivos suficientes para cubrir el evento
La combinación de localización y actualidad política también ha jugado en contra del multidisciplinar 4every1, que debía celebrarse en Móstoles el 25 de junio, a las vísperas de las elecciones generales. Tras comprobar que las Fuerzas de Seguridad no disponían de efectivos suficientes para cubrir el evento, el acto se ha trasladado al 17 de septiembre en Getafe.
Contentar a los vecinos es clave, si no para la promotora, sí para el Ayuntamiento que concede los permisos. El Arenal Sound, uno de los festivales que más público mueve en nuestro país -alrededor de 50.000 asistentes por edición- sigue conteniendo el aliento tras las negativas del Ayuntamiento a conceder los permisos para su puesta en marcha porque la promotora no garantiza “la ausencia de molestias en los domicilios residenciales” y se señala que la organización no “tiene en cuenta la existencia de hasta cuatro fuentes de ruido distintas a los escenarios”.
La promotora no garantiza “la ausencia de molestias en los domicilios residenciales”
Las complicaciones técnicas y burocráticas se amplían este año, además, por la implicación de las localidades vecinas de Vila-real y Nules en la organización de esta edición. La Generalitat aún debe pronunciarse oficialmente sobre si autoriza o no el festival.
El Arenal Sound cuenta con el precedente del 101 Festival en Málaga, que en 2014 tras las quejas de vecinos de la zona, no obtuvo los permisos para celebrar la siguiente edición en el recinto original, el Estadio de Atletismo de Málaga. A partir de ahí, la organización de 101 Sun Festival intentó contar primero con el parking del recinto ferial de Málaga y el Auditorio Municipal de Málaga después, pero no llegó a ningún acuerdo con el Ayuntamiento de la ciudad.
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