Carolina Marín (1993, Huelva) esconde su palmarés en un cajón. No quiere vivir del presente; prefiere visualizar el futuro. A sus 25 años, se podría conformar con lo que tiene. No le falta nada. Se colgó el oro en los Juegos Olímpicos de Río y ha sido cuatro veces campeona continental. Con eso podría retirarse, pero esa no es su aspiración. Quiere más. Vive, a menudo, en una exigencia continua que intenta suavizar por su salud mental. Pero, entre entrenamiento y entrenamiento, saca tiempo para atender EL ESPAÑOL. Lo hace después de su primera sesión (de 8 a 10), en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, pero todavía le quedan otras dos. El día se le va a hacer largo, pero le da igual. Va a luchar lo que haga falta por conseguir su objetivo: volver a ser campeona del mundo –ya lo ha sido en dos ocasiones– en China (del 30 de julio al 5 de agosto).
¿Qué desayuna cada día una campeona olímpica, del mundo y de Europa?
Pues mira, voy variando. Unas veces desayuno zumo con limón y miel, otras un par de tostadas de pan de centeno con un poco de aceite, tomate y pavo… O un yogur natural con cereales o leche de avena de arroz con cereales… Voy cambiando. Si desayuno lo mismo lo aborrezco. Luego, el fin de semana –que tengo más tiempo–, sí que me hago unos huevos revueltos con aguacate y alguna otra cosa.
Y después a entrenar.
Sí. Más o menos seguimos una rutina porque el horario suele ser el mismo y está todo muy marcado. Desayuno una hora antes de entrenar, luego me vengo al pabellón 20-25 minutos antes del entrenamiento y caliento. De aquí al Mundial estamos haciendo tres sesiones. Dos por la mañana con raqueta, de 8 a 10 es la más exigente, y luego de 12 a 14. Y, por la tarde, más físico. A veces gimnasio, a veces saltos explosivos… Vamos variando.
Y si la cosa se tuerce… ¿Le influyen los pequeños detalles? ¿Es muy maniática?
No, no lo soy porque si entras en la rutina con esas manías y luego te cambia algo… Puedes pensar que va a ir mal. Pero en competición sí que hago siempre lo mismo. Dejo el raquetero, saco la toalla y la botella, bebo, voy hacia el árbitro para hacer el sorteo, caliento y, antes de empezar, vuelvo al banquillo, me seco el sudor y bebo agua de nuevo.
¿Qué es lo primero que ve en su habitación cuando se levanta estos días?
Ha cambiado bastante. Antes, cuando estaba aquí en la Blume, tenía muchas cosas: fotos de familia, de amigos, frases por todos lados… Ahora, tengo algunas fotos de mis perros (Saku, que significa velocidad, y Thor, por el Dios) y lo que me motiva cada mañana es levantarme y saber cómo estoy. Luego me pongo música y a entrenar.
¿Qué escucha?
Depende de cómo me levante. A veces necesito algo animado y otras algo más de relajación. Me gusta el pop y el flamenco (en los entrenamientos de físico es mi banda sonora), porque es la música de mi tierra. Pero por la noche, por ejemplo, antes de dormirme, cuando me cuesta, me pongo música de relajación, sonidos de la naturaleza o del agua del mar. Cuando echo de menos Huelva, intento buscar el sonido de las olas.
Dice que le cuesta mucho dormir. ¿Se va con dolores a la cama?
Sí, sobre todo en los periodos de mucha carga. Ahora mismo, estamos en uno de ellos porque estamos preparando el Mundial y, por ejemplo, esta noche (cuando se realiza la entrevista) me ha costado mucho dormirme porque me dolía todo mi cuerpo. Así que, sí, cuesta mucho.
"Hay días que me cuesta mucho dormirme porque me duele todo mi cuerpo"
¿Hasta no poder dormir?
O no poder dormir, o dormir sólo tres o cuatro horas por la noche. Cuesta mucho.
¿Y qué hace en esa situación?
Intentar relajarme. A veces, incluso, me cuesta por el agobio de saber que en unas horas me voy a tener que levantar. Sabes que te quedan pocas horas… y te agobias. En ese momento intento pensar en hacer meditación, pienso en la respiración… Intento desconectar del mundo.
Y luego, claro, entre prensa, entrenamientos, patrocinadores… Se hará largo el día, ¿no?
Cuando estamos en periodos de mucha carga lo que quiero es desconectar y los finales de la semana me cuestan mucho porque necesito descansar por completo, pero mientras tenga todo bien organizado, no hay problema, se asume todo.
Que no le quiten el orden.
Sí, no me gusta el desorden.
Y mucho menos cuando queda tan poco para el Mundial. ¿Le preocupa algo de lo que está por venir?
Yo es que le doy vueltas a todo. A veces, como digo, me cuesta dormir porque empiezo a pensar cómo me ha ido el día o qué es lo que tengo para el siguiente. Empiezo a darle vueltas a las cosas y… puff… Tengo que aprender a desconectar una vez que llega la noche para estar lo más relajada posible, pero me cuesta porque pienso en todo.
¿Cuál es su objetivo esta vez en el Mundial?
Ganar. Pero para mí lo fundamental es encontrarme a mí misma y tener buenas sensaciones, poder emplear lo que estoy entrenando en competición y hacerlo bien. Durante mucho tiempo me centré sólo en ganar y eso me dispersó de lo que tenía que hacer en el partido. Para mí es importante saber qué hacer y qué estrategia seguir contra cada rival. A partir de ahí, eso me llevará a ganar.
Quién le iba a decir que estaría (y ganaría) un campeonato del mundo cuando llegó al CAR con 14 años desde Huelva.
Entonces, bueno, era muy niña y tenía la ilusión de vivir una nueva aventura. Al principio, se me hizo duro porque empezaba una vida sola, no tenía a nadie en Madrid… Dejas a tus padres, a tus amigos, empiezas en un nuevo colegio… Era todo nuevo. Y, bueno, empiezas con ganas, pero luego piensas: ‘¡Lo que estoy viviendo es muy fuerte!’. Ahora llevo aquí más años y creo que el deporte me ha dado madurez y aquella niña ahora es una mujer. ¡Y echo de menos cosas, eh! Por ejemplo, mi playa de Huelva. Siempre que puedo me escapo para dar unos paseos por allí.
Alguna lagrimita se le caería entonces, ¿no?
Sí, alguna sí, pero más mis padres. Ellos lo pasaron peor que yo.
Hablando de las lágrimas. ¿En este tiempo habrá soltado muchas, algunas de alegría y otras de tristeza?
De alegría he llorado, por ejemplo, cuando hemos disfrutado de algo. Y remarco: yo soy la que está en la pista, pero somos un equipo y sin mis compañeros sería imposible que esto ocurriera. A partir de ahí… ¿Lágrimas de alegría? Pues claro que sí. Después de ganar porque es la recompensa de todo lo que he hecho. ¿Y de tristeza? Pues también. Me exijo mucho y muchas veces lloro de impotencia cuando he tenido un día malo o un entrenamiento malo. Y, obviamente, también de tristeza cuando echas de menos a la familia. Por eso sí se me cae alguna lagrimilla.
También lloraría cuando sufría bullying en el colegio.
Yo no sé si llegué a sufrir bullying como tal, pero sí es verdad que cuando era pequeña se metían conmigo en el colegio. Iba al colegio con miedo. Pensaba: ‘¡La que me espera hoy!’. Es verdad que hoy se hacen más cosas. A mí no me pegaban, pero sí he sufrido que me dijeran cosas feas o se metieran conmigo. Pero al final la vida da muchas vueltas y yo creo que también he aprendido de eso. Me ha ayudado a ser más fuerte.
¿Cómo lo superó?
Creo que lo superé porque me fui del colegio y me vine a Madrid. Yo lo pasé mal porque llegaba a casa y me pillaban desganada. Mi madre me preguntaba qué me pasaba y yo no le contaba nada a nadie. A veces llegaba y no tenía ganas de comer. Me metía en la habitación y me encerraba. Hasta que un día en el que mi madre me vio afectada y se lo dije: ‘Mira, mamá, es que lo paso mal porque se meten conmigo’. Al final, eso te hace fuerte e influye en cómo te comportas luego tú con la gente.
¿Cómo le ha cambiado la vida desde entonces?
Muchísimo. Yo era una niña que llegó aquí con una ilusión y ahora soy una mujer de 25 años que ya tiene claro lo que quiere. He conseguido muchas cosas en mi carrera, pero me quedan otras muchas. He cambiado en todos los sentidos. Sobre todo, por la madurez. La niña que vino se ha convertido en mujer.
Una mujer que, además, al ser campeona del mundo, puede influir en la sociedad. ¿Le gusta tener ese poder?
A mí lo que me gusta es ayudar a los demás. Si puedo concienciar sobre el bullying, estupendo; si puedo ayudar a los niños a jugar al bádminton, genial; si puedo hacer que en España se sepa más sobre mi deporte, perfecto. Yo estoy encantada de ayudar. También lo hago, por ejemplo, en la perrera municipal de Huelva. Cada vez que paso por allí, intento pasear a los perros. Tengo poco tiempo, pero cuando saco algo, trato de ayudar.
¿Tienen que mojarse los deportistas, como usted?
Depende de en qué temas. Sinceramente, no sé qué contestar. Hay deportistas que se mojan. Yo, personalmente, prefiero no hacerlo en política. Estoy centrada en lo mío y no estoy pendiente. Pero no sé si nos deberíamos mojar o no. Aquí cada uno toma su decisión.
A pesar de que no se quiera mojar en determinados temas… ¿Se ha tenido que morder la lengua en muchas ocasiones?
Eso le pasa a cualquier persona. Yo, como deportista, me tengo que morder la lengua de vez en cuando. Pero también se tiene que callar una persona de la calle. Nos pasa a todos.
Sí que se ha mojado, por ejemplo, a la hora de denunciar el poco espacio que tiene en ocasiones los deportes llamados minoritarios en los medios de comunicación. Quéjese.
Tengo dos opiniones respecto a esto. Es verdad que el fútbol acapara mucha atención en los medios, pero también nos ha ayudado a través de LaLiga4Sports a que nos patrocine la propia Liga. Al final, a mí imagen en Asia se le suma la del fútbol. Trabajamos juntos unos con otros. Pero bueno, ojalá y nuestros deportes poco a poco le quiten algo de espacio, aunque ya digo que nos ha ayudado a que sigamos creciendo.
Pero a los medios, un poco, habrá que regañarles, ¿no?
Siempre hay que regañarles [risas]. Tenemos que tirar un poquito más para nosotros, pero sé que es complicado.
Otro de los temas en los que se ha pronunciado es en los éxitos que está cosechando el deporte femenino. ¿Se es injusto con las ‘chicas’?
Poco a poco esto ha ido cambiando. En Londres ya marcamos la diferencia, pero, sobre todo, en Río de Janeiro, donde las mujeres somos las que más éxitos hemos conseguido. Yo, personalmente, en mi deporte, nunca he notado desigualdad. Además, hay una modalidad, que es el doble mixto, en la que estaría encantada de participar. Yo creo que se está notando nuestra influencia.
¿Una mujer tiene que ser feminista?
Obligados no tenemos que estar a nada. Yo lo soy, pero muchas mujeres no están de acuerdo. Pero es verdad que la mayoría de las mujeres lo somos. Pero, eso sí, sin imposiciones.
A sus 25 años, lo cierto es que esa influencia puede ir a más si gana el campeonato del mundo. ¿Le gusta la fama?
A ver, a mí, gustarme lo que es gustarme… No me gusta [risas]. Vengo de una familia muy humilde y muy normal económicamente. En casa, me siento una más y no una campeona olímpica y ellos también me hacen sentir una más. Con mis amigos pasa lo mismo. Ellos dicen que son amigos de Carolina y no otra cosa. Por eso, la fama como tal no me gusta, pero sé que todo lo que he conseguido me ha llevado a ser lo que soy y estar en los medios de comunicación y que se me reconozca. Y además estoy encantada cuando me piden autógrafos. Pero también te digo: si paso desapercibida, mucho mejor.
¿Su mayor logro es que las niñas quieran ser Carolina Marín?
Bueno, he conseguido varios logros. Por un lado están los títulos y por otro, el haber hecho que se conozca el bádminton en España. Antes nadie sabía ni lo que era un volante. Ahora la gente, muchas veces, por la calle, me mira y dice: ‘¡Mira, la del bádminton!’. Hay veces que no me conocen a mí, pero sí el deporte. Yo estoy encantada. De eso, y de poder ayudar a todas las niñas que quieran ser campeonas de España o de lo que sea.
¿Qué sigue teniendo usted de esa niña?
Muchas rabietas. Con mi familia, a veces, me comporto como una niña porque al final soy la única que vive en otro lugar. Cada vez que voy a Huelva es como si llegara esa niña de 14 años que se fue. En esos momentos me sale esa vena loca porque soy muy activa y muy nerviosa. Eso no me lo va a quitar nadie.
¿Y qué le obsesiona a esa niña ya mayor antes del Mundial?
Tener buenas sensaciones, entrenar bien y dar lo máximo en los entrenamientos.
El campeonato es en China. Después de tanto tiempo yendo a Asia, ¿se considerara un poco de allí?
No, yo española hasta la muerte, aunque me tenga que ir 10 años allí o lo que sea. Yo me siento orgullosa de llevar la bandera de España y la de Huelva donde sea.
¿Pero allí la tratarán como a una reina?
Sí, me tienen mucho cariño y me tratan como a una más. La verdad que se lo valoro y se lo agradezco.
¿Y también le agradece algo a Dios o a la Virgen del Rocío?
No suelo rezar. Sí que llevo una medallita de la Virgen del Rocío para las competiciones y me gusta ir a visitarla cuando estoy en Huelva. Pero cuando me toca irme a la cama, veo una serie (ahora Merlín) o leo un libro (ahora sobre el ego) y a la cama. Pero no le pido nada, sólo le doy las gracias por todo.
TEST
¿Qué piensa cuando ve sus medallas?
Las tengo guardadas en un cajón y prefiero no verlas porque es algo que ya he conseguido. Prefiero visualizar lo que quiero, que es la medalla de oro en el próximo campeonato del mundo.
¿Sabe mejor una medalla de oro o unas gambas de Huelva?
Diferente [risas]. La medalla de oro es la recompensa al trabajo diario y las gambas… ¡Saben muy bien! ¡Es que son las mejores que tenemos en España!
Hablando de comida. Una receta para la vida.
Disfrutar de lo que haces en cada momento.
¿Y para la cocina?
Me encanta cocinar, pero no tengo tiempo. Entre que estoy aquí en la residencia, las competiciones… Pero me gusta el salmón, la tortilla, ensaladas, pasta con verduras… algo rápido. Y luego es que me gusta todo tipo de comida. Eso sí, mis gambas y mi jamón que no me los quiten.
¿Qué le pierde?
No dejaría nunca de pasear por la playa de Huelva. Da igual la época que sea o dónde viva.
¿Qué cambiaría de usted misma?
El carácter perfeccionista. Me exijo tanto en los días malos que a veces me pongo en peor situación de la que estoy. A veces me paso ese límite y me siento mal conmigo misma… y no debería.
¿Por qué se pone colorada?
Por alguna sorpresa que me den.
¿Y por qué echa broncas?
No suelo, aunque soy una persona con mucho carácter. Pero, mira, a mi madre por ser tan pesada como madre [risas].
Ya por último. Recomiende una canción para este verano, un libro y un destino.
Leo muchos libros de autoayuda y de autocontrol de las emociones. Eso me ha ayudado mucho. Mi canción favorita es una de Manuel Carrasco que habla de Huelva. ¿Y un destino? Huelva, sin duda [risas]. Pero tengo algunos pendientes: Bali, Indonesia, las islas griegas… Pero, sobre todo, Huelva.
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