15 de junio de 2010. 7.4 segundos para la conclusión del tercer partido de la final de la ACB entre Baskonia y Barça. Los azulgranas ganan 76-78 y sueñan con alargar las series por el título, que presentan un 2-0 para los vitorianos. Gianluca Basile falla un tiro libre para poner el 76-79 y Fernando San Emeterio captura el rebote. El alero cántabro corre hacia la canasta contraria, supera precisamente a Basile antes de penetrar en la zona y, a medio segundo del bocinazo, recibe una falta de Pete Mickeal mientras tira debajo del aro. San Emeterio, de camino al suelo, ve cómo el balón acaba dentro de las redes: 78-78. El Buesa Arena se cae, pero él es el primero que pide calma tras su carrera de celebración. Ahora queda lo más difícil: anotar el tiro libre adicional. Lo consigue y, con un 79-78, la liga se queda en Vitoria.
14 de junio de 2017. Tercer partido de la final de la ACB entre Real Madrid y Valencia Basket en la Fuente de San Luis. 03:40 para la conclusión del segundo cuarto, con los blancos ganando por 21-30. San Emeterio, ahora en las filas taronjas, encuentra una posición abierta y tira de tres. Dentro, 24-30. 03:02, contraataque local. San Eme se la pasa a Antoine Diot, que anota otro triple completamente solo para colocar el 27-30 en el marcador. A 02:46 para el descanso, Diot roba la pelota, se la pasa a Luke Sikma y este encuentra al Santo en el perímetro. No se lo piensa dos veces, lanza desde el 6,75 y suma otros tres puntos. Empate a 30 y todo en un minuto exacto. Siete años después de su mítico dos más uno para cambiarlo todo, el número 19 vuelve a poner patas arriba una final liguera que su equipo acabará ganando en el cuarto encuentro.
El éxtasis de San Emeterio marcó el devenir de la eliminatoria inevitablemente. No ha habido un jugador más determinante que él en las filas taronja durante estos playoffs por el título, con permiso de Bojan Dubljevic, MVP de las finales. En cada momento candente, siempre ha aparecido. Lo hizo en el tercer encuentro de cuartos, cuando logró 13 puntos (incluido un tiro libre decisivo) para eliminar al Barça. También durante casi toda la semifinal contra su exequipo, el Baskonia. Suyo fue buena parte del mérito de empezar la serie arrebatando el factor cancha a los alaveses, con 24 puntos y un carácter fundamental para remontar en los últimos minutos. En el tercer y en el cuarto encuentro, con la final en el punto de mira, San Eme tampoco defraudó: 15 y 19 puntos respectivamente. En total, 16 puntos, 4,5 rebotes y 19,25 de valoración de media en la antesala de la final.
Su desempeño en la eliminatoria por el título no ha sido menos apabullante. Sólo bajó de las dobles cifras anotadoras en el encuentro decisivo (14, 14, 15 y 7 puntos respectivamente), aportó lo suyo en el rebote y su tiro exterior rebosó sangre fría. San Eme se ha convertido en el MVP moral de estas finales. Su segunda juventud, a los 33 años, ha sido descollante durante toda la temporada. Fue uno de los hombres clave en el subcampeonato copero y también en el de la Eurocup (elegido en el segundo mejor quinteto de la competición). Había que completar el triplete ante otra oportunidad histórica para Valencia Basket, la tercera del curso, la que de haberse escapado habría sido de tan o más doloroso remordimiento que las dos anteriores.
Ahí estuvo San Emeterio para ratificar que, a veces, a la tercera sí va la vencida. Su postemporada ha sido toda una reivindicación también a nivel global: tercer jugador más valorado, tercer máximo anotador, sexto mejor asistente, cuarto triplista más efectivo y bastante arriba si se hubiese contabilizado el más/menos. Difícil que no regrese a la selección este verano llevando a cuestas semejante momento de forma. Lo mejor de todo es que, posiblemente, no será el único premiado de un Valencia Basket que ha puesto los focos sobre el jugador nacional a lo grande. No sólo con San Eme, sino también con Pierre Oriola, Rafa Martínez, Joan Sastre y Guillem Vives.
Esa es la grandeza del equipo de Pedro Martínez, campeón de liga en la segunda final ACB de su historia a partir del éxito colectivo. Eso sí, es muy difícil dejar de fijarse en San Emeterio cuando uno repasa la historia y cae en la cuenta de un pequeño gran detalle: ha formado parte de los dos últimos equipos ajenos a Real Madrid y Barça capaces de reinar en la competición doméstica. Ni la gesta del Baskonia de 2010 ni la del Valencia Basket de 2017 se habrían entendido sin su actuación. Tanto en aquellos playoffs como en los actuales, el equipo en el que militaba acabó con los dos grandes colosos del baloncesto español antes o después (Madrid en semifinales y Barça en la final hace siete años; Barça en cuartos y Madrid con el título de por medio ahora, con el Baskonia como escollo en semifinales).
Pablo Laso hacía bien en no fiarse de uno de sus últimos compañeros como jugador, allá por 2003. Mientras él se despedía de las canchas en Valladolid, San Emeterio daba sus primeros pasos a nivel profesional. Se convirtió en un ídolo en Pucela (donde se formó y, por cierto, asistió como voluntario a la Copa ganada por Valencia en 1998) y acabó en un proyecto tan potente como el del Akasvayu Girona. Allí coincidió por primera vez con Pedro Martínez y hasta ganó un título europeo (EuroChallenge de 2007), pero todo se fue a pique por la burbuja inmobiliaria.
Después, fue héroe también en Vitoria a pesar de unos primeros momentos nada fáciles en el Baskonia, con capitanía incluida y ganándose la confianza de un Dusko Ivanovic primero dubitativo a su respecto. Una liga, una Copa y una Supercopa fueron su botín, con un adiós en 2015 que no pudo ser más doloroso para ambas partes, motivado por las estrecheces económicas y tras siete temporadas ejemplares. Llegaba el momento de ganarse a otra parroquia, la valenciana, y San Emeterio lo consiguió desde el primer día. Entre medias, dos oros europeos, una plata olímpica y un bronce continental con España (más una plata júnior en Mannheim). Queda claro que una de las pocas cosas que le quedan por hacer al Santo de nuestra canasta es, como él mismo reconoció, tomarse unas buenas anchoas con el presidente Revilla. Aunque, como siga así, no tardará en lograrlo.
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