Por fin, un equipo osó acabar con la crueldad del Real Madrid. Esa que suele llevar a los blancos a matar a su rival de forma lenta y dolorosa, en el momento preciso en que lo desean. Esta vez, los papeles se cambiaron a favor del Baskonia. No, de ninguna manera se iba a tirar por la borda un trabajo excelso, acompañado de una mentalidad de hierro, durante buena parte del partido. Los vascos empezaron de forma avasalladora para acabar de igual manera. Un triple de Jaka Blazic en los últimos segundos sirvió como puñalada letal: a quitarle las ilusiones a otro (87-91: narración y estadísticas).
Ser el primer equipo capaz de ganar al Madrid en Europa este curso fue un premio (sufrido) a la constancia. Los hombres de Sito Alonso llegaron a acariciar los 20 puntos de renta en una primera parte sin tacha posible: Shengelia y Voigtmann fajándose con éxito en la pintura, Larkin enfriando el balón cuando más quemó, Blazic metiendo triples… Y qué decir de la defensa, explotando la inactividad del Madrid en la pelea por el rebote y las muchas imprecisiones de sus jugadores. A veces, los locales no sabían qué hacer con la pelota, que acababa en las manos visitantes sin remedio. Sólo Ayón parecía seguir el ritmo baskonista, con un Llull errático, Rudy mermado por un golpe en la rodilla y escasas buenas noticias desde el perímetro. La (casi) perfección a un lado de la pista y la imperfección al otro.
Sin embargo, y por muy errática que hubiese sido la primera parte (mala en todo, Laso dixit), el Madrid de esta temporada parece empecinado en volver una y otra vez. Incluso cuando más muerto parece. La reacción sólo podía provocarla un cambio radical atrás, que lo hubo. Volvieron la presión a las líneas de pase y, sobre todo, el muro en la zona, con unos tapones más que bienvenidos. Algunos se encargó de ponerlos la calma personificada: un Luka Doncic que, no contento con empezar a intentar cambiar las tornas del duelo en el segundo cuarto, apareció con contundencia a partir del tercero.
Sus triples, sus dos más uno y su defensa hicieron creer al Madrid. Lo mismo logró Felipe Reyes, más intenso que ninguno bajo tableros a la hora de la verdad. Otro emblema recurrente, Jaycee Carroll, tampoco faltó a su cita con la regularidad. Hacían falta sus puntos y ahí estuvieron, una jornada más. Los locales se reengancharon tanto al partido que llegaron a ganarlo parcialmente en los últimos minutos.
Unos en los que el Baskonia, lejos de rendirse, siguió respondiendo a cada golpe madridista. Meritorio dominar los 20 primeros minutos con un juego tan coral, sin depender de Adam Hanga. Todavía lo fue más mantenerse impasible ante la reacción de Laso y los suyos, esta vez sí con protagonismo del húngaro. Con una recta final de partido descomunal, anotando entonces la mayor parte de sus 12 puntos, actuó como el faro que guió los sueños de los suyos.
Cuando todo parecía perdido, con Llull, Randolph y Hunter reaparecidos en escena y la balanza decantándose peligrosamente hacia el anfitrión del duelo, todo cambió de nuevo. A los baskonistas no les tembló el pulso y volvieron por sus fueros iniciales, adueñándose otra vez del electrónico. Sin nada que perder y mucho que ganar, acabaron haciendo justicia a base de corazón. Si Davis Bertans ya acabó con el Madrid gracias a un triple en el último partido de Euroliga entre ambos equipos, su excompañero Blazic no pudo brindarle mejor homenaje este martes. A falta de uno, dos 'bingos' para que el cazador acabase cazado.