¿Qué fue antes: el huevo o la gallina? ¿Los malos resultados del Inter o el caos generalizado? Desde que Mourinho se marchó, el cuadro italiano viene buscando una vuelta de tuerca al proyecto para no perder el estatus de grande –más por historia que por presente- pero el Inter parece encerrado en una espiral autodestructiva. Ni la inversión extranjera, ni los 1-0 de Roberto Mancini, ni la ilusionante llegada de Frank De Boer; el Inter es un proyecto instalado en el caos, habituado al alambre y que, por si no tuviera suficientes problemas sobre el terreno de juego, muestra una facilidad pasmosa para inventarse nuevos quebraderos de cabeza. Tendrán un nuevo 'match-ball' recibiendo al Torino.
Este año era el renacer de la entidad: se había largado a un Roberto Mancini en clara división con la plantilla, se había apostado por un técnico joven y cotizado como Frank De Boer y los refuerzos como Candreva o Joao Mario suponían un salto de calidad. Por si fuera poco, se había retenido a Mauro Icardi, estrella y capitán del proyecto, que negoció su salida al Nápoles. Y precisamente el portador del brazalete ha incendiado la corta mecha interista enfrentándose a los ultras: el clima externo dificulta la labor a un De Boer que ni ha tenido calma para adaptar su idea al equipo, ni ha dado sensación de poder imponer carácter dentro del autodestructivo libre albedrío que gobierna a la entidad.
El capitán reta a duelo a los ultras
Pocas noticias buenas han podido celebrar los aficionados interistas en los últimos años. Si tuviéramos que elegir un nombre como protagonista destacado y positivo de estas temporadas ese sería Mauro Icardi. En medio de campañas desastrosas, el atacante argentino, llegado de la Sampdoria –y con pasado en La Masía-, ha sido el héroe al que aferrarse cuando todo titubeaba. Sus goles le hicieron ganarse el cariño de una afición necesitada y su fuerte carácter le otorgó el brazalete de capitán apenas dos años después de debutar con el Inter. Esa fe y confianza le hicieron clave en un proyecto carente de pasión. Arrebatos que en ocasiones jugaron en su contra, como en febrero de 2015 cuando se inició la confrontación con los ultras interistas.
Tras perder 3-1 contra el Sassuolo, el delantero se acercó a la grada intentando calmar los ánimos. Lanzó su camiseta al público a la par que pedía tranquilidad, la respuesta de la grada fue devolverle la elástica. No le sentó nada bien y respondió duramente. Una historia que parecía ya enterrada: de hecho, se le dio el brazalete pocos meses después de aquello y nadie supo qué se dijeron, pero Icardi decidió hace unas semanas sacar su autobiografía, donde relata aquel incidente.
Según el jugador, él lanzó la camiseta a un niño y un 'capo' de los ultras se la quitó y devolvió, a lo que Icardi respondió: "Si sois aficionados de verdad tendríais que aplaudir también cuando se pierde". Para finalmente perder las formas asegurando estar "dispuesto a enfrentarme a todos", amenazando con llamar a argentinos de su conflictivo barrio de origen para demostrar que "no cedía ante las amenazas".
Como el uso de la lógica no está de moda entre los ultras, a las pancartas de "Usas a un niño para salpicarnos, no eres un capitán, eres una vil mierda" y la celebración de un penalti fallado por Icardi con 0-0 en el marcador (el Inter acabó perdiendo ese día 1-2 contra el Cagliari), un pequeño grupo de aficionados interistas fue a la vivienda del futbolista para comunicarle que esperaban a "sus amigos argentinos".
El intento fallido de calma
Como todo se desmadró, el futbolista emitió un comunicado en el que esperaba que los aficionados hubiesen comprendido "el amor que les tengo", ya que son "los primeros a los que busco en cada gol" porque "amo al Inter". Tras un acuerdo con el club, Icardi ha accedido a retirar esa página de su libro con tal de conservar la capitanía en un intento estéril por cerrar este capítulo.
Para los aficionados radicales la herida sigue abierta y en su último partido de local mostraron pancartas explicativas: "No se debe temer a la Curva, se le debe respetar"; así como otras en las que le acusaban de "inventarse un episodio inexistente con un niño para mostrarse superior". El héroe tiene un largo viaje por delante para ganarse el respeto de su hinchada, y eso que su arranque de Serie A ha sido muy positivo con seis goles en nueve jornadas.
Que el árbol no impida ver el bosque: la confrontación Icardi-afición es peligrosa y humillante, pero es un fuego que es avivado por los malos resultados y no al revés. La gente se vuelve mucho más comprensiva cuando suma de tres en tres. Tras caer 2-1 en Atalanta y llevar más de un mes sin ganar en liga, el Inter de Milán es el 14º clasificado con tres derrotas seguidas.
En Italia ya se cuestiona la continuidad de De Boer: en una encuesta en La Gazzetta dello Sport, el 43% opta por el despido inmediato. Por si acaso, en Milán ya se han reunido el director general (Gardini), Javier Zanetti (vicepresidente) y Ausilio (director deportivo) para evaluar la situación. Los primeros nombres ya se han puesto sobre la mesa (Blanc o Bielsa), así como soluciones de emergencia (Leonardo o Guidolin) hasta final de temporada con un sueño claro en el horizonte: Diego Pablo Simeone, quien además de recortar su contrato actual, ha reconocido en repetidas ocasiones que entrenará al Inter en "algún momento de su carrera". Carácter y respeto para apagar incendios.
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