Luka Doncic no tiene techo. Da igual el día, siempre acaba convenciendo a todos de que tiene un gran porvenir por delante. Y lo demuestra día a día con canastas como la que metió desde su casa en el Clásico contra el Barcelona de Euroliga.
El jugador del Real Madrid, sobre la bocina, pidió el balón, lo cogió y decidió tirar desde su campo. La canasta entró desde 25 metros en el tercer cuarto y dejó en bandeja el triunfo para su equipo, que fue superior al Barcelona en todo momento y acabó ganando el partido (87-75).
La gran canasta desató la pasión en el Palacio de los Deportes y hundió un poco más al equipo blaugrana. Lo mejor es que Doncic sólo sonríe y acepta las felicitaciones de sus compañeros, nada de aspavientos, nada de grandes gestos, nada que lo haga salir de esa estela de divinidad que parece que alumbra todo lo que hace.
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