Dicen que Kyle Korver se echó a llorar cuando le comunicaron que había sido traspasado a los Cleveland Cavaliers. ¿De tristeza o de alegría? Es probable que ambas respuestas sean válidas. El drama es comprensible, pues se cierra una época en los Atlanta Hawks. Sólo Paul Millsap (y parece que por poco tiempo) sobrevive del quinteto cuyos jugadores fueron los mejores de la Conferencia Este en febrero de 2015. Ni Jeff Teague ni Al Horford ni DeMarre Carroll ni el propio Korver le acompañan ya. Sin embargo, la puerta que se le cierra ahora al último halcón en volar del nido abre una ventana cargada de felicidad para él en El Reino. El de LeBron, por supuesto.
¿A quién no le gustaría dejarlo todo para servir a uno de los mejores jugadores de baloncesto de todos los tiempos? Y no sólo a James, sino también al príncipe Kyrie Irving y a un cada vez más solícito Kevin Love. ¿Quién sería capaz de decir 'no' al vigente mejor equipo del mundo? Por mucho que la capacidad de decisión en los traspasos NBA sea prácticamente nula, pocos se opondrían a un cambio como éste. Y menos teniendo en cuenta la trascendencia del futuro papel de Korver en su nuevo equipo. No exageramos al pensar que está al nivel de la que tuvo la llegada de Kevin Durant al eterno rival, los Golden State Warriors, el pasado verano.
Aquí van varios motivos para creer que la “gran oportunidad” que le espera al escolta californiano en Ohio bien puede ser sinónimo de 'back-to-back' traducido en anillo para los Cavs.
Lloverán triples en Cleveland
Es la frase más repetida a colación del traspaso de Korver. No es para menos, pues se trata de uno de los tiradores más efectivos, determinantes y regulares de la NBA desde que llegó a la liga en 2003. Con un 42,9% de acierto desde el triple como promedio de carrera, esta temporada presenta una efectividad del 40,9%. Se trata de la cuarta mejor marca de su nuevo equipo, con Irving, Channing Frye y James Jones por delante.
Lo que quiere decir que, ahora mismo, Cleveland cuenta con cinco jugadores con un acierto igual o superior al 40% desde la larga distancia (también DeAndre Liggins). Casi nada. El recién llegado, capaz de anotar al menos un lanzamiento de tres puntos hasta en 127 partidos consecutivos en su día, mete un 49% de los triples abiertos, sin oposición, que le conceden las defensas rivales. También un 51,9% de sus lanzamientos desde las esquinas. La nueva consigna para abrir espacios en The Land está clara: balones a Kyle, que sus réditos les darán a LeBron e Irving.
Si los Cavaliers ya eran unos obsesos del triple (segundo equipo liguero que más anota de tres y que más triples intenta, con un 35,3% de acierto [43,8% desde las esquinas, también segundos] y 439 lanzamientos respectivamente), ahora lo serán todavía más.
Recambio ideal para Smith
La lesión del cotizado J.R. Smith, que le tendrá de baja durante buena parte de lo que queda de temporada regular, deja un rol más que interesante para Korver en estos Cavaliers. Viene a sustituirle y, a sus 35 años y cumpliendo su decimocuarta temporada en la NBA, está más que capacitado para hacerlo.
Lo demuestran unos números mejores que los de su nuevo compañero tanto en puntos (9,5 por partido por 8,6), rebotes (2,8 por 2,1), asistencias (2,3 por 1,2) y, por supuesto, tiro (57,3% de efectividad real por 47,3%). ¡Y eso que Smith jugaba más minutos que él antes de lesionarse (28,9 por 27,9)! Saliendo desde el banquillo en los Hawks, Korver es nada más y nada menos que el quinto máximo anotador de los Cavaliers antes siquiera de debutar con ellos.
Jugador de equipo
Korver nunca tuvo problemas en asumir un rol secundario allí por donde pasó. Siempre hubo protagonistas suficientemente considerables como para tenerlo claro: Allen Iverson en Philadelphia, Deron Williams en Utah, Derrick Rose en Chicago… Toda una virtud, porque el chico nuevo de estos Cavs ya sabe de sobra cómo tratar con estrellas y estrellitas varias. Lo de estar en su sitio, sin salirse del tiesto, es algo inherente a él.
Viene para lo que viene: estar en el momento y en el lugar adecuados para anotar tiros decisivos, a su vez, en el momento y en el lugar más oportunos para los suyos. Es una de esas piezas imprescindibles para conformar un equipo campeón: veterano curtido en mil batallas, trabajador, siempre preparado y formal. A veces tocará hacer mucho trabajo sucio y otras llevarse los focos y la gloria de forma efímera. Vamos, una suerte de Steve Kerr, Robert Horry o, en una comparación certera deslizada por algún medio estadounidense, Ray Allen (en su época en Miami Heat). Un jugador para hacer equipo (aún más potente) y vestuario.
Movimiento de gracia
Los Cavs mantuvieron su bloque intacto en verano a la vez que los Warriors reventaban el mercado quedándose con uno de los mejores jugadores del mundo y formando un cuarteto de escándalo: Kevin Durant, Stephen Curry, Klay Thompson y Draymond Green (quinteto redondo con Andre Iguodala). En The Q han esperado casi hasta mitad de curso para realizar un fichaje más o menos rimbombante. No tan mediático como el del '35', pero también de cierto calado. Ya dicen que la paciencia es buena consejera.
Sólo cabe esperar una versión aún más mejorada de Cleveland con la inclusión de Kyle Korver, como ocurrió en el caso de Durant y Golden State. Unos quieren usurpar el trono de la NBA formando, si se puede, el mejor ataque de todos los tiempos. Los otros desean seguir llevando la corona y el cetro de campeones siendo fieles a los pioneros de 2016, aunque sin descartar nuevas incorporaciones. Haciéndose con Korver, el mensaje de LeBron y su corte a los Warriors y a la liga es rotundo: quien quiera quitarnos el anillo deberá aunar sangre, sudor y lágrimas.
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