Quien golpea primero golpea dos veces, y Chris Froome siempre golpea primero. Así ganó dos Tours de Francia y así se ha puesto en cabeza del presente. “Ha cumplido su tradición”, sintetizó su gran rival en esta edición de la gran ronda francesa, Nairo Quintana. La diferencia fundamental respecto a las ocasiones precedentes fue que esta vez no arrancó cuesta arriba, sino cuesta abajo.
Froome se escapó en la cima del Peyresourde explotando “un descuido” y la posterior indecisión de Nairo. Aprovechó el trazado del descenso, abierto y sin apenas virajes complicados, para colocarse en una curiosa posición aerodinámica, pedaleando sentado sobre el tubo superior de su cuadro, que ya había utilizado anteriormente: por ejemplo, secando un ataque del propio Nairo en el descenso de la Croix de Fer en la última etapa definitoria del Tour de Francia 2015.
En la víspera del Tour de Francia nadie apostaba porque Froome fuera capaz de lanzar un ataque descendiendo y distanciar a todo un Alejandro Valverde, reputado como uno de los mejores bajadores del pelotón. La razón: se le percibe como torpe sobre la bicicleta por sus extraños inicios como ciclista, que le provocaron unas carencias técnicas importantes en sus albores.
John Robertson, uno de sus mentores, lo explicó en la biografía 'Va Va Froome'. “La mayoría de ciclistas reciben su primera bici de carretera con 13 ó 14 años; él no la tocó hasta los 17. Por eso no sabía correr y le costaba bajar”. Michael Thèze, el técnico que le pulió en el Centro Mundial de Ciclismo, una academia que tiene la UCI (Unión Ciclista Internacional) en Suiza para encauzar la progresión de corredores nacidos en países poco proclives al deporte de la bicicleta, se extendió en Sky Sports: “Tenía una técnica pésima y eso provoca que se cayera a menudo. Le bastaba una curva para irse al suelo”.
Y sin embargo, con el paso de los años, mejoró. Alberto Contador intentó explotar su supuesta flaqueza en el Tour de Francia 2013, particularmente con un agresivo descenso camino de Gap que acabó con el pinteño en el suelo y su rival británico esquivándole por poco. Aquel día, Froome protestó: “Fue un poco imprudente atacar así. Bajó demasiado al límite”. Al siguiente ganó la contrarreloj individual de Chorges; el parcial que le dio la victoria fue, precisamente, el descenso.
“Nunca he sentido que el descenso sea un punto débil para mí”, dijo Froome en el pasado Tour tras defenderse con éxito de varios ataques bajando el Col d’Allôs. “Algunos dicen que no manejo bien la bicicleta, pero yo diría que sí. Vincenzo Nibali es supuestamente uno de los ciclistas con mejor técnica y le he visto salirse en curvas. Alberto Contador se ha estrellado delante de mí. Quien diga que soy malo bajando debe mirar alrededor antes de afirmarlo”, zanjó contundente en el Daily Mail.
El ataque de hoy Peyresourde abajo refrendó sus palabras. “No lo había previsto, pero he decidido intentarlo viendo que los ataques cuesta arriba no habían abierto hueco. Ha sido una acción bellísima, me he divertido aunque quizá haya arriesgado de más en algún punto”. En rueda de prensa le preguntaron por su técnica: “Nunca trabajo los descensos en los entrenamientos pero en las concentraciones sí me pico con los compañeros. Ahí he perfeccionado mi técnica y mi postura”. Ahora que el supuesto talón de Aquiles de Froome se ha demostrado una fortaleza, ¿dónde le atacarán sus rivales para robarle el maillot amarillo?