En este impasse de finales en alto, cuestas prohibitivamente empinadas y demás que tiene la Vuelta en los días previos al fin de semana pirenaico, se esperaba que en la meta de Bilbao se presentase una fuga más o menos numerosa. O, en cualquier caso, los restos de un grupo seleccionado en la doble subida al Vivero. Pero en el ciclismo los guiones cambian sobre la marcha y es, precisamente, uno de esos deportes donde dos más dos a veces no tienen por qué ser cuatro. [Así hemos contado la duodécima etapa]
Así que, después de hora y media tratando de formarse una fuga con opciones de llegar, en la Gran Vía de la capital vizcaína se dio cita un grupo de unos 40 corredores que se jugaron la etapa en un reducido sprint. Allí se impuso Jens Keukeleire, un corredor belga que hace varios años era toda una esperanza en el país centroeuropeo. Ha ganado con facilidad, sacando más de una bici a Maxime Bouet y Fabio Felline, dos de los hombres más rápidos de esta Vuelta donde no hay grandes velocistas. Y le ha dedicado la victoria a su hijo, que nació hace ahora más o menos un mes. [Así está la clasificación general]
Keukeleire brilló en Bélgica allá por 2010. Muy buen rodador, con punta de velocidad suficiente para hacer de lanzador de sprinters puros o tratar de jugársela en grupos más pequeños y capaz de andar en las carreras de adoquines, deslumbró en sus dos primeros años en las filas del Cofidis, pero terminó perdiendo la capacidad de rematar. Siempre había alguien más rápido en el pelotón, o incluso en su propio equipo y para el que tenía que trabajar. Hasta hoy: “El director me dijo que si me sentía bien, iba a tener la oportunidad. En la primera subida al Vivero no me sentía bien. No voy a decir que marcase esta etapa como tal, pero si tengo la ocasión de luchar una victoria y la acabo consiguiendo, hace que la ocasión sea especial”.
Entre los favoritos todo sigue igual tras una etapa nerviosa en la que la escapada tardó en formarse pero fue de nivel. Sky quiso hacer trabajar a Movistar filtrando a Kennaugh y David López. También entraron corredores de nivel como Meintjes, Atapuma –que se acabó yendo al suelo- Elissonde y Hardy. El equipo liderado por Nairo Quintana controló bien el intento: “Hemos llevado la escapada controlada sin perder la compostura”, ha dicho el propio Quintana tras la etapa. Ya en las rampas del Vivero lo probó Dries Devenyns, que acabó cazado en las calles de Bilbao.
Y es que el anhelo de una fuga poco peligrosa en la general ya lleva varios días en el imaginario de los corredores –especialmente de Movistar- pero no acaba de llegar nunca. Esa escapada inocua para los favoritos permitiría coger oxígeno en carrera al líder y sus hombres, mientras que los aventureros tratan de jugarse el premio de una etapa. Pero esa circunstancia no llega, y la cita del Aubisque se acerca inexorablemente. Hoy ha sido Astana quien ha entrado después para echar abajo el intento, confiando en una victoria que se le resiste a los celestes y que hoy tampoco ha llegado.
Este jueves, en último de los dos pasos por el Alto del Vivero, Alberto Contador ha intentado mover la carrera y, tal vez, recuperar sensaciones. Pero ni el terreno era el más idóneo, ni probablemente el estado físico del madrileño tampoco. Finalmente Movistar acabó echándole mano. Así que entre los favoritos a la general todo sigue tal y como estaba. Mañana la meta de Urdax tampoco debería prestarse a grandes cambios. El propio Nairo espera un día relativamente plácido: “Esperemos que se forme una escapada que no sea necesario controlar demasiado”. Y es que la etapa reina de esta Vuelta a España está cerca. De momento, sigue la calma tensa.