Y Dumoulin dobló la rodilla. Esto es el Giro, y en la última semana las explosiones son una constante. Ayer, el neerlandés del Sunweb mostró tal suficiencia que la carrera parecía suya, sobre todo teniendo en cuenta que pasado mañana hay pelea individual contra el crono. Sin embargo, hoy en Piancavallo se ha pegado 12 kilómetros de persecución del resto de favoritos y ha perdido la ‘maglia rosa’. Si sigue vivo en la carrera es porque todos sus rivales están tan justos de fuerzas como él.
El gran beneficiado ha sido un Nairo Quintana que, no obstante, no está siendo el más fuerte en el terreno que teóricamente más le beneficia. El colombiano no ha lanzado ni un solo ataque, aprovechando los gregarios infiltrados en la fuga que se iban dejando coger para mantener un ritmo vivo en el grupo y evitar que Dumoulin, una vez había dado muestras de debilidad y perdido terreno, se acercase de nuevo. “Hoy hay que agradecer más que nunca el trabajo táctico del equipo”, ha comentado Nairo después. Y desde luego que sí, porque en algunos momentos ha llegado a tener dificultades cuando otros tensaban la cuerda. Dumoulin se ha mantenido apenas a 20 segundos durante un buen rato, pero finalmente el hasta ahora líder ha ido perdiendo fuelle. Nibali es el que más ganas le pone, pero tampoco está especialmente fino. De hecho, Pinot le ha vuelto a recortar hoy unos cuantos segundos.
La general queda con Nairo Quintana primero pero ni mucho menos tiene el Giro hecho. Dumoulin resiste segundo a 38”, con Nibali a 43” y Pinot a 53”. Cuatro corredores en menos de un minuto. Y la sensación es que precisamente el que ahora va cuarto es el que está más entero de fuerzas. Pinot ha sido el único que ha intentado claramente un ataque en el tramo final de la subida, todavía con cinco kilómetros por delante. Terreno para tratar de hacer daño. No ha podido sacar demasiado terreno, pero al menos se ve algo de su parte.
El karma de Nibali
El karma también ha tenido su parte de protagonismo en un día en el que ha pasado de todo y la pelea por el Giro está llegando a unos niveles de tensión que no se veían hace tiempo. Dumoulin, de hecho, se quedó cortado en un descenso y tanto Movistar como Bahrain-Merida se pusieron a tirar para sacar tiempo. El Sunweb dijo en un principio que Dumoulin se había parado a orinar, acusando de tener un mal gesto a los equipos rivales. Poco después, el propio Sunweb lo desmentía, admitiendo que simplemente el corredor se había despistado. Dumoulin también zanjaba el asunto: “El equipo me ha salvado de un error. Me he despistado y estaba mal colocado en esa bajada”. El hueco llegó a ser de casi un minuto, pero el Trek-Segafredo entró en acción para defender el séptimo puesto de Mollema en la general. Así es el ciclismo moderno, en el que los séptimos puestos se defienden.
Todo esto llega después de un duro cruce de declaraciones ayer, cuando el propio Dumoulin dijo que le gustaría que Nairo y Nibali perdiesen su puesto de podio por correr siempre vigilándolo a él. Nibali le respondió con el ahora tan socorrido karma, que todo lo malo devuelve, y el caso es que de alguna manera Dumoulin ha pagado las palabras de ayer y los esfuerzos de tantos días. Todavía está en carrera y, de hecho, sigue siendo el favorito con esa crono por delante. Pero mañana vienen el Monte Grappa y la subida a Foza. La lógica dice que a estas alturas las debilidades no se recuperan. Hoy Dumoulin ha admitido tener “muy malas piernas”, aunque asegura que de no ser por su equipo podría haber sido “mucho peor”.
Ahora el que peor lo tiene probablemente sea el propio Nibali, que no está siendo superior en montaña y sobre el papel tampoco lo es en la crono. El bicampeón, que todavía no da por perdida la posibilidad de lograr su tercer Giro, avisa de que lo va a intentar, pero las fuerzas son las que son: “Todos íbamos ya al máximo. Las fuerzas son estas y ya no se puede hacer mucho más”, ha admitido tras la etapa. Además ha cerrado también la página tensa con Dumoulin: “Hoy me ha pedido disculpas y a Nairo también. Estamos centrados en la carrera, hoy él perdió tiempo y veremos cómo responde mañana. Yo lo intentaré hasta el final”.
Landa sonríe por fin
Mientras la lucha por el rosa se enconaba, Mikel Landa sonreía en la cima de Piancavallo. Quien la sigue, la consigue. Y si de algo puede presumir Mikel Landa es precisamente de haber buscado la victoria con enorme ahínco una vez que se vio fuera de la pelea por la clasificación general, que era a por lo que venía. Pero sin duda alzar los brazos en Piancavallo de la forma que lo ha hecho, siendo además la penúltima etapa de montaña, es sin duda un premio más que merecido a alguien que ha sabido reinventarse, perseguir nuevos objetivos y no perderle la cara a la carrera. “Esta va para Scarponi, y por eso tiene aún más valor”, ha explicado el vasco. Se necesita una enorme fortaleza mental para hacer lo que ha hecho. Además, ha asegurado matemáticamente su presencia en el podio de Milán como líder de la Montaña.
Landa es el tercer corredor español que gana en este Giro, después de Gorka Izagirre y Omar Fraile. Ya dijo al principio de la semana que se tomaría cada etapa como una carrera de un día. Queda en el aire la eterna pregunta. ¿Qué habría pasado si, estando a este nivel, aquella moto de la policía de tráfico no da al traste con sus opciones? Pues la única respuesta posible es que los aficionados no estaríamos viendo este espectáculo de corredor día tras día. Al nivel estaba, porque hoy ha subido igual de rápido que los líderes de la general, pese a llevar ya más de 500 kilómetros en fuga esta semana. Así que como no hay mal que por bien no venga, Landa puede quedarse tranquilo por haber hecho lo más difícil para un corredor: asumir una derrota y transformarse para convertirla en victoria.
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