A un lado, Chris Froome, la estrella, el protagonista, el virtual ganador del Giro; al otro, Mikel Nieve, un trabajador de la rutina, el gregario de Yates, el tipo que se hizo con la victoria en Cervinia. Dos perfiles diferentes. Ambos, eso sí, necesarios. Cada uno, obviamente, con un objetivo. Pero los dos con los brazos en alto, sonrisa y desahogo al tocar la cima este sábado. El Giro ha terminado. La última etapa será de disfrute. El trabajo ya lo han hecho. Cada uno a su manera, con sus armas y sus posibilidades; desde su rol, cumpliendo [así te hemos contado la vigésima etapa].
Chris Froome cumplió con el guión esperado. Después de su exhibición el viernes, atacando a 81 kilómetros y dejando en la cuneta a Yates, su estrategia en Cervinia pasaba por aguantar: mantener el tipo, marcar a Dumoulin –segundo, a 40 segundos antes de comenzar la etapa– y no perder comba. Lo que estaba prohibido era arriesgar. El Sky no quería rarezas; las pájaras no estaban permitidas. El mensaje, antes de empezar, era claro: sólo atacamos en caso de necesidad. Y así lo hizo [así está la lucha por la clasificación general].
Dumoulin, eso sí, tenía que intentarlo. Por qué no. Y, a ocho kilómetros del final, puso a prueba al británico por primera vez. Arrancó, miró a su espalda y lo vio, pero seguía ahí. Daba igual. Después, el holandés, volvió a atacar. Pero tampoco pudo hacer nada. Al lado, el ciclista del Sky, impasible, mantenía el tipo. No había forma de hacerle daño. Y, además, Froome todavía tenía la capacidad de dar un nuevo golpe a la ronda italiana. Y lo hizo. Atacó y miró de frente a Cervinia para cruzar la meta como virtual ganador de este Giro de Italia.
Eso en cuanto a la cabeza. El segundo puesto, después de esta penúltima etapa, será para Dumoulin, que conservó su plaza. La tercera va a manos de Miguel Ángel López, que aprovechó para quedarse en el podio después de la pájara de Pinot. Carapaz, en cambio, se tendrá que conformar con el cuarto puesto. Intentó aspirar al tercer escalón, al bronce, pero se quedó con la aspiración y sin objetivo. Sea como fuere, termina el Giro como una de las revelaciones: a sus 24 años, tiene potencial para ser uno de los protagonistas en las próximas ediciones.
A la sombra de todos ellos, Mikel Nieve. El ciclista del Mitchelton, el primer día que estuvo libre –hasta ahora había sido gregario de Yates–, lo intentó. Atacó en el penúltimo puerto, buscó la gloria y ascendió a Cervinia para ganar su tercera etapa en el Giro de Italia –la quinta de su equipo– y la primera de España en esta ronda el día de su cumpleaños. Por detrás, Gesink, Grosschartner y Ciccone. Pero el protagonista fue él, que alzó los brazos y dio una alegría a España en el penúltimo día.
Mañana, salvo sorpresa, Froome se convertirá en el ganador del Giro –el primero en hacerlo después de ganar el Tour y la Vuelta consecutivamente– y con la sombra del Salbutamol presente. Para la historia, su exhibición del viernes y la espera del mundo del ciclismo… por si todo es mentira. No será la primera vez. Aunque de eso ya habrá tiempo de hablar (o no), si se confirma. De momento, toca encumbrar a uno de los grandes ciclistas de la historia.
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