Hacer un Camacho es, en jerga futbolística, abandonar un equipo al ver que todo lo que sucede gira en torno a todo el mundo menos en el entrenador. Es pintar muy poco en lo que se planifica. Es estar superado por el entorno mediático que te rodea. Es, en definitiva, ser un entrenador al que el proyecto le viene impuesto.
José Antonio Camacho dimitió como técnico del Real Madrid en septiembre de 2004, solo un mes después del comienzo oficial de la temporada. Había dirigido seis partidos, tres de Champions (dos de ellos de previa) y tres de Liga. Era ya la época en la que el vestuario mandaba sobre todas las cosas, en las que los fichajes se hacían desde arriba sin opinión del entrenador y en los que se buscaba más la excelencia comercial que la deportiva. "Tú querías hacer un entrenamiento por la tarde y no podías, porque había una planificación extradeportiva", explicó más tarde Camacho, que tiró la toalla al ver que no era capaz de "motivar a los jugadores".
Salvando, y mucho, las distancias, Ernesto Valverde se enfrenta con el actual Barcelona a una situación, en el fondo, muy similar a la de entonces en el Madrid. Otra cosa será la forma. El Txingurri ya está tocado, no por haber perdido el primer título del año, de forma tan clara y ante el eterno rival, sino por la sensación que da de no tener poder en ninguno de los frentes que tiene el Barcelona abierto. El técnico extremeño parece haber pasado por ahí sin ningún tipo de decisión.
Y no es que lo tenga fácil Valverde, porque lo que ha heredado ha sido un Barça en clara decadencia, roto en varias partes con una alarmante separación entre directiva y plantilla y con jugadores clave en su etapa final. Además, si los rescoldos de la época de Luis Enrique no es que fueran para alegrarse, perdió a Neymar, empeorando su plantilla. Y para más inri, el Madrid gana y gana, consigue todos los títulos que juega y eso acrecienta la idea de fracaso en Barcelona.
Desconocimiento en el caso Neymar y fichajes
Comentó Valverde que se enteró de la marcha de Neymar cuando el brasileño fue a comentárselo a su despacho, es decir, un día antes de su adiós oficial. Semanas antes toda la plantilla ya lo sabía, porque fue en la boda de Messi cuando se construyó su huida. O así lo dijo Piqué, al que tampoco se le pueda dar la credibilidad absoluta después del verano que lleva. Sea como fuera, el entrenador fue el último que se enteró de que un jugador importantísimo para su equipo se iba. No pintó nunca nada en la decisión final, como en la planificación de la plantilla.
Como tampoco está teniendo mano en los fichajes ya oficializados o en marcha. Así lo confirmó el propio Valverde: "Los nombres que salen de jugadores no son peticiones expresas mías. No son unas cuestiones personales del entrenador sino que es una cuestión del club", aseguró. Se refería a los casos de Paulinho, Coutinho y Dembélé. En cambio, pidió a Iñigo Martínez y el central de la Real Sociedad no ha llegado aún. Los fichajes, como en aquellos años de Galácticos que se cargó a Camacho, se hacen desde todos los lados menos desde el criterio del técnico.
Y, si se dan cuenta, en ninguno de los análisis, debates, polémicas o corrillos azulgranas sale el nombre de Valverde. Unos hablan de Bartomeu, otros de Piqué, otros de Neymar, algunos de Messi... pero nadie pide la opinión de Valverde. Es como si no existiera. Tampoco se puede apelar al historial, porque desde el primer día de Guardiola, Tito Vilanova o Luis Enrique ya se hablaba del técnico y de sus ideas y proyectos. Hasta del 'Tata' Martino se habló más, aunque fuera solo por por aquello de que era una petición de los Messi.
¿Hasta qué punto controla el vestuario Ernesto Valverde? A Barcelona ha llegado con un perfil muy bajo, con la amenaza de ser devorado por egos y un entorno que le puede convertir en la cabeza de turco del mal estado del Barcelona. Por ahora, no ha conseguido enchufar y motivar a sus jugadores, muy alicaídos en los dos partidos ante el Real Madrid, sin capacidad de reacción. Tampoco es que el exentrenador del Athletic fuera capaz de cambiar algo. Ninguno de sus movimientos salvó al Barça. Zidane le dio un baño táctico.
En el Bernabéu, Valverde cambió a Piqué en el minuto 4 de la segunda parte. La versión oficial es que el central catalán sufre "una sobrecarga en el aductor de la pierna izquierda". Pero en el barcelonismo hay un runrún que duda de la versión oficial. ¿Se fue antes de tiempo Piqué para evitar seguir siendo protagonista del baño que le estaban dando a su equipo? La realidad es que su Supercopa ha sido muy mala, superado en todo momento, y que él más tarde lo confirmó, cuando le 'cazaron' diciendo "nos están metiendo un baile estos tíos... me cago en la puta".
Sin protagonismo, sin poder y con una situación complicada
Ahora comienza la Liga donde al Barcelona, por la diferencia tan abultada que existe en el torneo, solo se le podrá evaluar realmente ante equipos como Real Madrid (contra el que ya ha caído), Atlético, Sevilla y algún que otro partido en campo difícil. En Champions pasará igual. La primera fase se supera fácil, sin necesidad de apelar a grandes alardes, pero otra cosa serán las eliminatorias.
¿Se puede superar esta crisis y reconducir la situación? Por supuesto. Pero para ello necesitará el Barcelona dar más protagonismo a su entrenador, que para eso es el jefe del equipo, y no que Ernesto Valverde sea un simple espectador de guerras internas (la de directiva y plantilla, cada vez más dura) y de talentos en su recta final.
El ejemplo no está muy lejos. Guardiola empezó cayendo en Soria (1-0 vs Numancia) y empatando ante el Racing de Santander en el Camp Nou (0-0). Él también tuvo un inicio dubitativo. La diferencia, eso sí, es que a Pep le dieron poder desde el primer día. Todos recuerdan su rueda de prensa en la que declaró que no quería a Ronaldinho, Deco y Eto'o. Los dos primeros acabaron saliendo. Y desde arriba aceptaron que subiera canteranos muy desconocidos.
O el Txingurri se hace hueco a base de decisiones poco populares o los demás tendrán que dar su brazo a torcer. No está en debate su validez como técnico, de sobra demostrada en años anteriores (aunque el Barça es otro mundo), sino si será capaz de sobrevivir en un estado de tanta guerra y en lo que todo el mundo tiene opinión... menos el entrenador.
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