Gran parte del madridismo salió contrariado del Santiago Bernabéu este miércoles en el partido de vuelta de la Supercopa de España. Viendo el marcador, 2-0 para el Madrid, un global de 5-1 y la Supercopa ganada, podría parecer chocante, pero pocas veces habían estado tan cerca los blancos de golear al Barça y dejar su sello para la historia. Esa fue la sensación generalizada entre los madridistas. Así están las cosas ahora. El Madrid hizo el partido perfecto, manejó como quiso a un Barça grogui y confirmó lo que ya se sabía. Es el mejor del mundo. [Narración y estadísticas: así te hemos contado el Real Madrid 2-0 Barcelona]
Nunca antes había sido tan superior el Madrid al Barça, en forma y fondo. Y habría que retroceder a los primeros años de Guardiola para encontrar una diferencia tan clara en el Clásico a favor de un equipo. Madrid y Barcelona juegan ahora en dos ligas diferentes. Los primeros dominan a su antojo todo. Incluso se permiten el lujo de desacelerar, algo de lo que se podrán acordar durante un tiempo. Esta vez tampoco quiso hacer sangre. Se le escapó vivo el peor Barça que pasó por el Bernabéu en una década.
Al Madrid no le hizo falta Cristiano. Ni Casemiro, Bale o Isco. Zidane dio entrada a Kovacic, también el once del Camp Nou, Marco Asensio y Lucas. Y todos les rindieron de una manera suprema. Es tan superior este equipo que se volvió a 'comer' con facilidad al Barça. A Valverde, a este ritmo, le quedan dos telediarios, no ya porque haya perdido un título y ante el eterno rival de una manera contundente, sino porque da la sensación de que es una marioneta entre tanto entorno mediático culé. Todo está dirigido desde fuera y la planificación de la plantilla, según dijo él, la hacen otros. Y con una guerra directiva-jugadores el damnificado puede ser el entrenador.
Asensio sentenció rápido la Supercopa
Cuando marcó Asensio (era el 1-0, minuto 4), tres segundos antes el Bernabéu guardó silencio. Después se escucharon murmullos. El significado era claro. "Haz lo del Camp Nou", le dijo la grada. Y lo hizo. En la frontal del área se inventó otro precioso disparo al que Ter Stegen asistió como espectador de lujo. Qué jugador tiene el Madrid y que poco costó. Asensio es también el ejemplo de cambio de ciclo. Antes lo tenían los azulgranas, ahora los blancos. Acababa de empezar el partido y el Madrid ya había sentenciado el torneo.
Pero este miércoles no se dirimía al ganador de la Supercopa. Eso ya se sabía. Se juzgaba si el Madrid podría hacer sangre con el Barça y si los culés saldrían muy tocados del Bernabéu, a pesar de que ni la Liga y la Champions comenzaron. Lo primero no se cumplió, otra vez por la inentendible manía del Madrid a desechar una goleada. Lo tuvo en 2008, en 2013, en 2014 y ahora en 2017. Nunca lo consiguió. No ha habido venganza del 2-6 y el 5-0. La segunda de las dudas se supo bastante claro. El Barça es un equipo que roza la ruina.
El equipo que tanto asombró al mundo con su exquisito fútbol se ha convertido ahora en un equipo sin alma y sin balón. Y con un desorden propio de equipo de segunda. Solo tuvieron dos ocasiones verdaderamente relevantes, dos disparos al palo de Messi y Suárez. Fueron en minutos en los que el Madrid frenó el ritmo. La segunda parte fue de tramite y la imagen de los culés quedó algo más digna, pero porque así les dejó el Madrid. Eso sí, la imagen global de los culés es ahora la de un club contrariado, rabioso ante las circunstancias. Messi sale más en televisión con gestos de cabreo que de felicidad. El Barça está totalmente desdibujado. Ha perdido la identidad, esa con la que tantos niños en el mundo se hicieron azulgranas. Y esa es su gran derrota, mucho más que la de irse derrotado de Madrid.
En el equipo de Zidane, en cambio, todo funciona. El sombrero de Modric, el juego de Asensio, las paradas de Keylor, las carreras de Carvajal, la verticalidad de Benzema, el dominio total del centro del campo de Kovacic. En esta línea, tan característica del Barça exitoso, fue donde se vieron mejor las diferencias. El croata, normalmente suplente, superó a los titulares azulgrana. Busquets quedó KO. Para André Gomes no se encuentran aún calificativos. La felicidad del Madrid fue tal que hasta se dieron el gusto de 'vacilar' por momentos al Barça. Había que frotarse los ojos para creerlo.
También marcó Benzema en una primera parte primorosa del Madrid. Al francés, sin la compañia de la 'BBC', se le vio más enchufado, con más ganas de demostrar algo que otras veces. Tuvo varias ocasiones y acabó con gol en el 39'. Antes había rematado al palo Lucas Vázquez aprovechando las goteras de la defensa de un Barça grogui, que bastante tuvo con controlar el balón unos minutos y alargar su agonía. Pero todo eso, en definitiva, supo de muy poco al aficionado madridista. El partido estaba para una goleada histórica, de esas que pasan a la historia. El 2-0 fue un baño, pero nadie lo recordará en unos años.
La confirmación del cambio de ciclo
Los de Zidane le dieron tal baile al Barça que lo raro ahora sería pensar que dentro de nueve meses los blancos no vuelvan a repetir las hazañas de la última temporada. Qué manera de jugar al fútbol, de hacer vibrar a un Bernabéu que disfrutó como pocas veces, de confirmarse como el equipo del momento y seguramente del siglo. Aquí nada ya es casualidad ni mucho menos el Madrid gana por la flor con la que, decían los críticos, Zidane vivía en el difícil banquillo blanco. El juego virtuoso y precioso, ese que provoca un 'ohh' en la grada, que levanta a un chino y a uno de Moratalaz, está ahora en el Bernabéu. La transición es completa. El buen fútbol y el campeón está ahora en Madrid.
El Madrid ya no es que sea campeón de todo, es que lo es sin ningún tipo de dudas. No hay nadie en este planeta que discuta la superioridad blanca y en un momento tan feliz que hasta se olvida que estamos en mitad de agosto, donde vale ás la preparación que otra cosa. Pero es que el Madrid gana al calor del verano y en el frío del invierno. Es una máquina total.
Cuarto título del año para los blancos (y queda uno, el Mundial de Clubes), segundo de la presente temporada y séptimo de la era Zidane. Un ciclón llegó en enero de 2016 y un año y medio después sigue destrozando récords y rivales. Algún día caerá y los madridistas se mirarán con extrañeza sin saber muy bien qué será eso. Nadie en Madrid piensa ahora en el futuro. El presente es todavía más delicioso que el pasado. Y eso que es difícil mejorar lo ya hecho. Pero es el Madrid. Con eso está todo dicho.
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