Sería una excelente aventura. Sin discusión. El fichaje del asturiano por la Premier representaría la llegada del tercero en discordia, de un protagonista de lujo para una historia en la que no hay ni buenos ni malos. O, mejor dicho, en la que donde uno es un héroe en otro lado de Inglaterra es un malvado. Guardiola. Mourinho. Y Luis Enrique. No necesitan presentación. Como las grandes figuras. Su coincidencia en el mismo territorio podría copar las portadas de la prensa durante toda la temporada. Por su talento, tiza en mano, con la pizarra y por su sorna, chascarrillo en boca, en la rueda de prensa. Son tres entrenadores de una capacidad estratégica indiscutible, pero también tres personalidades irrepetibles. A los habituales piques entre el portugués y el español, se les sumaría la socarronería de un Luis Enrique que, durante sus tres temporadas en el Barcelona, disparó con el gatillo caliente a todos los frentes. Y que ahora, después de su paso por el Camp Nou, podría recalar en Stamford Bridge, donde sus dueños han retirado su apoyo al entrenador titular, Conte, según la prensa inglesa y la alemana.
El Chelsea no ha comenzado bien el curso. No convenció la pretemporada del equipo y la derrota en la Community Shield, la Supercopa inglesa, habría sentenciado al técnico italiano, que, de momento, no ha sabido recuperar la confianza que los directivos comenzaron a retirarle tras su mala gestión del caso Costa. Desde la cúpula, execran el fondo y la forma que utilizó el entrenador. Por un lado, tachan de poco elegante al técnico por haber comunicado al delantero su ostracismo a través de un mensaje por SMS. Por otro, piensan que este castigo sin cortapisas, esta cruz que el italiano anunció en voz alta, habría devaluado enormemente la cotización del futbolista en el mercado.
Asimismo, los ‘blues’ no entienden el empeño de Conte. El delantero, que siempre ha rendido a un gran nivel, anotó 20 goles en el pasado campeonato y fue determinante para su conquista. En el epicentro de esta polémica se sitúa a la directora del club, Marina Granovskaia, la que dicen que es la mujer más poderosa del mundo del fútbol, fue la responsable de la llegada de Costa en 2014. Fue ella quien autorizó el pago de 38 millones de euros hace tres años, cuando 40 millones de euros sonaban a dineral. No a calderilla, como ahora. A la mano derecha de Abramovich no le seduce la actitud de Conte, que, tras la derrota en el estreno liguero, se habría quedado sin argumentos deportivos, pese a su última victoria en el derbi frente al Tottenham.
Ante esta situación, los ‘blues’ barajan dos nombres que, en principio, muestran disponibilidad inmediata ya que permanecen sin equipo: Tuchel y Luis Enrique. El asturiano, autor del segundo triplete azulgrana, sería la apuesta más segura en lo deportivo, donde cuenta con buenas actuaciones en la Champions, pero lo más arriesgado en lo social o, de hecho, en lo lingüístico. Los dirigentes del club estarían primando el dominio del inglés que atesora el ex del Dormundt, quien, además, convencería a la directiva por su excelente trabajo con la cantera durante sus dos campañas en Alemania; una mancha en el expediente del míster español, acusado en la Ciudad Condal de no haber potenciado la escuela azulgrana.
Es pronto para hablar de separación, pero las aguas descienden revueltas.
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