El Paris Saint-Germain vivirá meses complicados tras la eliminación en la Champions League. Pero también la UEFA tiene mucho en juego tras el duelo del Santiago Bernabéu. El organismo que lidera Aleksander Ceferin encontró en el PSG a un fiel aliado y cuando esa relación estaba más fortalecida se podría producir una dura sanción a Al-Khelaifi. La credibilidad del organismo continental está sobre la mesa según cómo sea esa decisión.
La figura de Nasser Al-Khelaifi es impresincible para comprender al PSG de los últimos años. Un club portentoso en términos económicos y competitivo en cada mercado de fichajes. Un proyecto con aspiraciones de reinar en Europa y cuya principal dificultad está en acabar con el reinado de los equipos conocidos como históricos y tradicionales. Y, desde el nacimiento de la Superliga, un hombre amigo de la UEFA y opositor de cualquier competición que no sea la del ente continental.
El respaldo mutuo entre el PSG y la UEFA ha sido palpable de un tiempo a esta parte. Y en más de una ocasión se ha hablado de la escasa presión que realizan los de Ceferin sobre los movimientos de Al-Khelaifi y compañía. Un control que se comprobará tras lo sucedido en el estadio Santiago Bernabéu. El presidente, acompañado de Leonardo, bajó a vestuarios a criticar a los colegiados y opuso resistencia cuando le dijeron que se fuera con una actitud violenta.
Leonardo y Nasser Al-Khelaifi en el palco del Parque de los Príncipes
Lo único que hay confirmado es que la UEFA ha abierto expediente tanto al presidente del PSG como al director deportivo. La sanción está por verse, pero en caso de no ser lo suficientemente dura el revuelo será notable. La UEFA ya evitó pronunciarse en la ida cuando ambos cargos bajaron durante el descanso a pedir una rectificación a los colegiados. Tras la mediatización de este último episodio, el organismo ha tenido que actuar.
De la Superliga a la ECA
Nasser rechazó de forma frontal el proyecto de la Superliga. En parte, porque no estaba entre los clubes fundadores. El PSG y su presidente se erigieron de repente defensores del fútbol tradicional y de la igualdad entre equipos. Un estilo por el que no se habían caracterizado, pero que bastó a la UEFA. Mientras grandes del continente como Real Madrid, Barça o Juventus apoyaban la transformación, el PSG, un club con gran seguimiento, estaba de su lado.
Aleksander Ceferin aprovechó entonces para reforzar la relación con Al-Khelaifi. Más todavía cuando el presidente del PSG dio el salto a la ECA y se convirtió en el máximo responsable de dicho organismo. La pareja de dirigentes tenía la representación absoluta y el altavoz perfecto para pelear contra la Superliga.
Durante las semanas posteriores se desarrollaron ataques, sanciones y campañas contra los clubes fundadores. Y pese a que más de un año después no hay ninguna medida contra la nueva competición y solo un club se ha desvinculado de forma oficial, la UEFA y el PSG celebran un supuesto éxito conjunto.
Al-Khelaifi y Ceferin
Esta unión llamó la atención. Especialmente porque lo que estaban reclamando los clubes europeos era un mayor control sobre la gestión económica. En resumen, más medidas para luchar contra los clubes-Estado. El PSG es uno de sus máximos representantes, por lo que contar con el apoyo de Ceferin no gustó a las entidades históricas.
La solución propuesta por la UEFA fue la de establecer un tipo de impuesto para ricos que daría vía libre al club parisino para saltarse el Fair Play Financiero. El mismo marco que no se aplicó al formar una plantilla con salarios superiores a los 500 millones de euros y que permitió que un club con grandes pérdidas siguiera adquiriendo jugadores. La UEFA perdió credibilidad con su acuerdo y ahora, con la posibilidad de una sanción, vuelve a tener mucho en juego.
Así las cosas, el principal aliado de Aleksander Ceferin puede ser sancionado duramente por su actitud con los árbitros. El presidente de la Asociación de Clubes Europeos, el máximo representante de los equipos, tiene muchas posibilidades de recibir un castigo por sus amenazas a los colegiados. El presidente del PSG está más cuestionado que nunca y su futuro puede dar un vuelco.
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