No hay leyenda, es real. Dice la historia de la Champions League que jamás un equipo repitió dos veces como campeón. Lo intentó el Milan en 1995, el Ajax en el 96, la Juventus en el 97 y el Manchester United en 2009. Todos llegaron a la final y, con una maldición infinita, todos cayeron. Pero ninguno era el Real Madrid, el campeón de campeones, el más laureado de todos los que nacieron.
Ha llegado el día más importante del año en el panorama del fútbol. Sin Eurocopa o Mundial, no hay partido más relevante y trascendental que el que este sábado (20:45 horas, A3, BeinSports y EL ESPAÑOL) juegan Juventus y Real Madrid. Dos estilos, dos países, dos vitrinas y dos pasados. Pero un mismo presente con distinta lectura: los españoles en una nube, soñando con la mayor hazaña de sus tiempos recientes y los italianos, por su parte, obsesionados con ganar lo que tanto se les ha resistido.
Es el cara a cara entre el equipo más ganador contra el equipo más perdedor de la historia de las finales de la Copa de Europa. No hay club que haya llegado a tantas finales como el Madrid (15 con la de este sábado, ganadas 11) y conjunto que haya sido tantas veces subcampeón, la Juventus, con seis finales perdidas. Es el Rey de Europa ante el eterno aspirante. El estudiante que siempre aprueba, haga lo que haga, ante el empollón de la clase que, cuando llega el examen final, le puede la presión y acaba suspendiendo.
La grandeza del fútbol pasa un 3 de junio por Cardiff, una ciudad que alberga el mayor evento deportivo que se ha realizado en toda la historia de Gales y por eso la capital, de unos 345.000 habitantes (a la altura de poblaciones como Las Palmas de Gran Canaria), estará ante su gran día. Precios desorbitados en los alojamientos y establecimientos y una capital blindada por la amenaza terrorista. El objetivo, que el fútbol sea un arma para vencer al miedo y el triunfo del deporte por encima de todo.
El Madrid, ante la mayor hazaña europea
La Copa de Europa es el amor eterno de un Real Madrid que vive sus mejores años del siglo y que ha recuperado la grandeza que perdió a mediados de la década pasada. Los blancos son ahora un equipo con gen ganador y es por eso por lo que llegaron aquí. Vivieron varias veces en el alambre, pero al final todo acabó en éxito. La primera parte angustiosa en Nápoles, la prórroga ante el Bayern, el 2-0 en el Calderón… La segunda final europea consecutiva (no lo consiguió ni el mejor Barça de Guardiola) confirma que estos son los años del Madrid, un equipo sacrificado, creyente en sí mismo y que se sacudió todos los complejos.
Nunca ha estado tan cerca el Real Madrid de hacer historia. En el horizonte, un doblete que pocos madridistas han visto y la oportunidad de convertirse en el primer equipo que gana dos Champions seguidas. Los blancos no ganan Liga + Copa de Europa desde 1958, con los Di Stéfano, Rial, Gento, Kopa y compañía. Aquellos madridistas que tengan menos de 70 años no han podido ver una cosa tan grande como la que se puede firmar este sábado: sería la temporada más exitosa del Real Madrid en toda su época moderna.
Para lograr la hazaña Zidane no ha querido tocar absolutamente nada del equipo que ya le hizo campeón el pasado año, en una prueba inequívoca de que para el francés era mejor construir un bloque fijo sin necesidad de excesivos movimientos o fichajes que cambiaran el aspecto de un equipo que ha demostrado que desde la continuidad llegaban los éxitos. Si Zidane quisiera, podría repetir el mismo once de la última final de Champions, porque tiene a todos sus jugadores listos. Pero habrá, salvo sorpresa, dos cambios. Varane por Pepe e Isco por Bale.
El central portugués, en su último partido con el Real Madrid, estará en el banquillo a diferencia de en Milán y la única duda es si saldrá Varane o Nacho, con clara ventaja para el primero. El canterano solo saldrá si Carvajal no está al 100% después de recuperarse de una lesión. Arriba, Bale tiene la final soñada, en su casa, en su ciudad, pero las palabras del galés el pasado martes (“Todavía no estoy al cien por cien, si tengo que salir del banquillo, eso haré”) abren la puerta a Isco, que completó un tramo final de temporada prodigioso. La última palabra es de Zidane y ya en el Clásico sacó al galés a pesar de no estar en su mejor estado físico.
Juventus: la final de una generación
Ante la historia del Madrid, está una Juventus con hambre, con muchas ganas de al fin proclamarse campeona de Europa. Es el partido de toda una vida para los italianos. Hace 21 años que no ganan una Champions, por lo que una generación entera no sabe lo que es ver a su equipo campeón de Europa. Y no será porque no lo intentaron. Tras ganar en 1996 en Roma al Ajax y en penaltis, perdieron dos consecutivas, en 1997 ante el Borussia Dortmund (3-1, en Múnich) y la recordada en 1998 ante el Real Madrid. También caerían en 2003 ante el Milan en Manchester (por penaltis) y en 2015 ante el Barcelona en Berlín.
Dominadores absolutos en Italia, con diez Ligas (y una quitada por el 'Moggigate') en los últimos 20 años (seis de ellas consecutivas, en la época actual), esos jóvenes turineses han crecido con éxitos nacionales y decepciones continentales. La Juve es un equipo con hambre, con ganas de venganza y con la obligación de irrumpir al fin en la Champions League. No vale con llegar a finales, nadie recuerda al subcampeón.
Pero la Juventus actual es un equipo compacto y serio, bien gestionado en todas sus líneas y sin cumplir los cánones del catenaccio de antaño pero sin fallar con esa rocosidad defensiva que a todo equipo italiano debe caracterizar. Esa fiabilidad defensiva, con solo tres goles recibidos (uno el Sevilla, otro el Olympique de Lyon y el último el Mónaco) la mezclan a la perfección con el 'jugón' Dybala, la gran amenaza para el Real Madrid, y con las carreras ofensivas por banda de un Dani Alves rejuvenecido. La Juve defiende bien, pero no solo es eso. Al Barça le machacó con una goleada y marcó otros cuatro goles a Oporto y Mónaco. Su camino, eso sí, más fácil que el de los blancos.
Dos delanteros conocidos en Madrid, Higuaín y Mandzukic, son la referencia más adelanta de una Juventus que también contará con Cuadrado en el cuarteto de ataque. La única duda es si Allegri, que ya entrenaba a esta Juve en la final de 2015, sacará a la BBC defensiva o dejará fuera a Barzagli, optando por Chiellini y Bonucci. Tanto ha cambiado la Juventus en dos años que solo cuatro jugadores de la final de Berlín, Buffon, Barzagli, Bonucci y Marchisio, podrían repetir. Todos los demás están fuera de Turín.
El Madrid, que jugará su primera final de Champions en calidad de visitante, vuelve a Cardiff, donde ya ganó la Supercopa de Europa en 2014. Fue entonces en el Cardiff City Stadium, de mucho menor aforo que el Millennium y a pocos kilómetros del estadio en el que se jugará este sábado la final. Los blancos serán por un día morados, ya que la UEFA les obligó a jugar con su tercera equipación ante la incompatibilidad del blanco y negro de la Juventus.
De morados, de blanco o de negro, este Madrid cierra en Cardiff su mejor temporada, aquella en la que demostró que todo era posible y que estaba preparado para, al fin, ser el Real Madrid: ganar, luchar por todo y creer hasta el final. Zidane recuperó el escudo y el orgullo. Queda ahora completar el éxito y volver a ser el mejor de Europa.
El Madrid, ante su historia y ante toda la tradición de una Champions que no premia al último campeón. Pero qué sabrá el fútbol cuando la mejor plantilla en toda la historia del club blanco salga al césped del Estadio Nacional de Gales. La duodécima, en camino. La historia, a pocas horas de ser historia. El Madrid, a tocar el cielo en Cardiff.
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