Hubo una primera vez, en Lisboa, en la que Madrid, reluciente, merengue y rojiblanca, se presentó al mundo. Somos los mejores, gritó sin levantar la voz. Sus dos equipos comparecieron en la final de la Champions, buscaron el foco de Europa y lo encontraron. Aquello, sin embargo, fue un aperitivo, un derbi para iniciados en lo más alto del planeta fútbol. Y, aunque la victoria fue para los blancos (4-1, goles de Ramos, Bale, Marcelo y Ronaldo), ambos clubes se beneficiaron de la exposición. Madrid, ya decimos, se convirtió en la capital del mundo. El kilómetro cero se erigió en dueño del universo del balón.
Pero la hazaña no fue circunstancial. Dos años después, el cartel se repitió. Mismos contendientes, mismas sensaciones y misma envida. Eso sí, cambió la localización. Hace dos temporadas, Zidane y el Cholo se vieron las caras en Milán. Allí comparecieron ambos equipos, con la clarividencia de años pretéritos y con un fútbol que, de nuevo, dejó con la boca abierta al continente. El resultado, favorable a los blancos (1-1 y 5-3 en la tanda de penalti, fallo de Juanfran), volvió a colocar Madrid en el mapa de Don balón. La capital de España, otra vez, quiso ser la que mandara en Europa. Ni Berlín ni París ni Londres. No, fue Madrid. ¡Y tan contentos!
Aquel fútbol, sin embargo, ha encontrado su debacle coincidiendo en el tiempo. Cuando el equipo de Zidane venía de ganar la Champions y el del Cholo se postulaba como aspirante han hecho su aparición las vacas flacas. El Atlético se ha quedado, tras cuatro jornadas de la fase de grupos, prácticamente fuera de la próxima ronda. Necesita un milagro para pasar a octavos. O lo que es lo mismo: ganar sus dos partidos y que Chelsea o Roma pinchen contra el Qarabag, verdugo rojiblanco en Europa. Es más, el conjunto colchonero es cuarto en Liga y marcha a ocho puntos del líder. Es decir, hoy por hoy no hay ningún club que envidie a los colchoneros en Europa.
Al otro lado, y en una situación algo mejor se encuentra el Real Madrid, que también cayó estrepitosamente en esta cuarta jornada de la fase de grupos. El equipo de Zidane tropezó en Wembley ante el Tottenham (3-1) y, aunque pasará a octavos como segundo con casi total seguridad, también atraviesa una crisis de juego evidente. Es tercero a ocho puntos del Barcelona en Liga y ha sido arrollado en Europa, su competición, en mayúsculas. Ahora, tampoco nadie lo envidia.
Las crisis de los dos equipos se han dado en coincidir en el tiempo. Así lo ha querido el fútbol, la vida o el destino. Da igual. Los rojiblancos atraviesan su peor época desde que Simeone llegó al banquillo del Vicente Calderón y esperan ansiadamente que termine la primera vuelta para poder incorporar jugadores en el mercado de invierno (entre ellos, Vitolo y Diego Costa) y retomar el rumbo. Y Zidane, al mismo tiempo, vive su peor momento como entrenador blanco. “El gol no entra”, reconoció en rueda de prensa. Y el Cholo, el día anterior, calcó sus palabras: “El gol nos está echando un pulso”. Cosas de la vida.
Comentado todo lo anterior, la realidad es que no todo está perdido. ¿Por qué? En primera instancia, porque uno de los dos contendientes en crisis es el Real Madrid; es decir, el doce veces campeón de Europa, con lo que eso implica: a nadie le extrañaría que volviera a llegar a la final a pesar de su comienzo. Y, en segundo lugar, porque el otro es el Atlético, que, aunque esté en una mala racha, puede entrar en Europa League. ¿Y si los merengues ganan la Champions? ¿Y si los rojiblancos hacen lo propio en la segunda competición de Europa? Entonces, el kilómetro cero volverá a ser el centro del mundo. No lo descarten.
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