Si hay un partido que persiste en la memoria colectiva de los españoles es aquel duelo ante Rusia de semifinales de la Eurocopa 2008, donde empezó todo. Fue ese el encuentro en el que España brindó al mundo el mejor fútbol que se ha visto en muchos años. Ese 0-3, en el Ernst Happel de Viena, está como el momento de apogeo del fútbol español. Nunca se jugó tan bien como ese día ni nunca, aunque también se ganó un Mundial y otra Eurocopa, hubo sensaciones tan positivas.
10 años (y cinco días después), España vuelve a encontrarse con Rusia, que ha cambiado mucho desde entonces. Las circunstancias, eso sí, son muy diferentes: unos octavos de final del Mundial donde Rusia es la anfitriona, tiene peor equipo que entonces y con un estadio, Luzhniki (antiguo estadio Central Lenin),'La Roja' con 80.000 personas soñando con recuperar la grandeza rusa. España, en cambio, con tantas dudas como opciones de llegar a la final.
Nunca España ha tenido un camino tan 'cómodo' como el de este 2018 para llegar a la final de un Mundial. En los octavos, Rusia (este domingo, 16:00 horas), cuya amenaza se basa en ser el anfitrión en unos tiempos en los que el VAR deja poco margen a repetir las imágenes de Corea del Sur 2002. En cuartos, previsiblemente Croacia, que si bien es una de las mejores selecciones de este Mundial (y la misma que ganó a España en la Eurocopa 2016) es peor que 'La Roja'. Y en semifinales, si se cumplen los pronósticos, Inglaterra, también por detrás del nivel que debe dar España.
El problema para los de Fernando Hierro es que su nivel, hasta ahora, ha sido muy pobre. Un empate contra Portugal, una victoria agónica ante Irán y otro empate, y de milagro, contra Marruecos. Cinco puntos y cero sensaciones positivas. Primer puesto de grupo por causas ajenas y un camino esperanzador. Para llegar a la final el reto es más fácil que en otras ocasiones, pero para llegar habrá que cambiar muchas cosas.
Para ello se apela al espíritu del Rusia - España de 2008, a aquella selección que jugaba muy bien, que creía en sí misma y que brillaba fuera y dentro. Ahora, España es un equipo lleno de dudas, con debates continuos prácticamente por línea y también descabezada desde el banquillo, con un Fernando Hierro que lo intenta, se empapa de lo que es ser entrenador pero que ha llegado demasiado tarde a la gran cita.
Unidad. Eso es lo que se ha pedido desde todas las partes de la selección. Los jugadores piden a la prensa que no informen sino "ayuden". Todos para un objetivo común, que no es otro que llevar a 'La Roja' a la final de Moscú. Y para ello se necesita ganar este domingo a Rusia. Valdrá con hacerlo con goleada, sufriendo, por la mínima o en penaltis. Pero se necesitará que se recupere la imagen de la vieja España.
Hierro, que fue futbolista, sigue confiando en De Gea. Titular indiscutible para el seleccionador. Y con él, el equipo que ha ido jugando en estos últimos partidos. El único que se puede caer es David Silva, manifiestamente mal en los tres primeros partidos. Aspas o Marco Asensio, con más opciones para el madridista, podrían ocupar su hueco. Iniesta, también mal en este Mundial, seguirá, al igual que la defensa, la línea que peor ha funcionado en este torneo. Koke, titular en un principio y relegado al banquillo por Lucas y Thiago en los últimos dos duelos, recuperará la titularidad.
Y todos a los pies de Isco Alarcón, la estrella de España en el Mundial y el jugador que más se parece a esa España recordada de 2008. Isco es el Xavi e Iniesta de la Eurocopa de Austria y Viena, el 'jugón' en el que gira una selección sobrada de calidad pero llena de miedos, sustos y temores. Arriba, Diego Costa, que estando lejos de lo que aportaban Villa y Torres aquellos años, es el que aporta el gol a 'La Roja'.
España tiene suficiente equipo para derrotar sin problemas a Rusia, que se presenta con su peor equipo de la última década. De aquellos solo queda el infinito Akinféev, el portero de los últimos tres lustros en Rusia, y el lateral Zhirkov. Su principal peligro está en Golovín, una de las sorpresas positivas del Mundial, y Denis Chéryshev, al que le conocemos bien en España.
Llegó la hora de la verdad. Ya no vale vivir en el límite con el que ha aguantado España en la fase de grupos. O ganar o a casa. Y caer en octavos, ante Rusia, sería un fracaso similar al Mundial 2014. La selección española ni tiene equipo, ni su rival es tan potente, como para que su torneo se acabe este domingo. Al contrario, el Mundial debe acabar dos semanas después y en el lugar en el que juega ante Rusia. De Moscú a Moscú. De Sudáfrica a Rusia.
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