Soltó una carcajada Zidane cuando en la rueda de prensa previa al partido de este domingo en Sevilla (20:45 horas) le preguntaron si se había planteado convocar a Ramos. Lógicamente, "Sergio va a estar con nosotros", dijo. El calendario, unido al sorteo de Copa, 'regaló' dos Sevilla - Real Madrid en cuatro días, ambos en el Pizjuán. El 'regalo' se hizo peligroso cuando Ramos calentó este duelo al enfrentarse a parte de la afición sevillista, que durante años y años le llevan amargando sus visitas a la que siempre, según el jugador, será su casa.
Al capitán del Real Madrid se le podrá acusar de torpe en tanto en cuanto hizo una acción incendiaria en un partido que tenía su continuación en 72 horas. Porque aunque uno y otro duelo sean de dos competiciones diferentes, lo que no cambiará será la animadversión que genera el Real Madrid en la parte rojiblanca de Sevilla. Si todavía echas más fuego a la hoguera, el incendio será mayor. Eso es lo que hizo Ramos. Si la siguiente visita del Real Madrid al Sánchez Pizjuan fuera en seis meses, seguramente ya se habrían calmado los ánimos. Pero Ramos y compañía visitan Nervión este domingo. Y se espera un ambiente más que hostil porque la gran polémica del jueves está muy reciente.
La actitud del camero se pudo dividir en dos momentos: primero, la forma del lanzamiento del penalti, y después, la forma de celebrarlo. De nada sirvió que Ramos, claramente, señalara a qué parte de la afición sevillista iba su gesto tras marcar el jueves. "A vosotros, a vosotros", les dijo a los Biris, ultras del club andaluz, a los que retó con la mirada tras anotar el penalti y a los que les dedicó numerosos gestos, desde señalarse su nombre hasta tres veces hasta ponerse las manos en las orejas. A los demás les pidió perdón, y varias veces. Tanto en el campo como fuera, en zona mixta, aclaró que sus gestos iban por aquellos "que se acuerdan de mi madre". Eso va por un lado y por otro, las ganas con las que se fue a lanzar un penalti. Y, por si fuera poco, tirarlo de panenka, que se interpreta como un desprecio. Y el gol se lo marcó a todo el Sevilla, no solo a su afición.
No ha ayudado tampoco que el Sevilla, en un comunicado oficial, pidiera que la LFP denuncie a Ramos, al que incluso quieren llevar hasta la Comisión Estatal Antiviolencia. El club andaluz pidió a su afición que no se insulte al jugador este domingo, que no haya ninguna situación que acarree "graves sanciones", pero señala a la misma vez al futbolista. Desde todos los estamentos se ha pedido una buena conducta de todos, algo que se puede poner en duda en estas horas previas por lo caliente que llega el partido. Sampaoli aseguró que Ramos no hizo ninguna falta de respeto y que el camero "es parte de esta casa y es una pena que estén divididos por él". También el Madrid arropó a Ramos, un jugador "ejemplar durante toda su trayectoria deportiva, que le ha llevado a ser un referente de valores para todos los aficionados al fútbol y al deporte en general".
El 'fantasma' de Figo
Si no cambian las cosas antes del partido, en los minutos previos al encuentro se puede asistir a uno de los recibimientos más hostiles y duros contra un jugador en la liga española en lo que va de siglo. Si se compara a los dos de Figo al Camp Nou, no se estaría mal desencaminado. Con sus lógicas diferencias, claro. No se esperan botellas de JB o cabezas de cochinillo en el césped del Pizjuán. Pero sí una pitada sonora para Ramos, aunque no se podrá hacer de forma individualizada, como fue entonces.
Antes salían los dos equipos al campo por separado, primero el visitante y después el local, lo que provocó la mayor pitada en la historia del fútbol español. Retumbaba el Camp Nou con la bronca a Figo. Ahora salen los dos equipos a la vez y eso impide una gran queja hacía el forastero. Pero cuando su nombre suene por megafonía o cuando toque el balón ya se verá si estamos ante una bronca histórica. Tampoco se librará de pancartas, aunque esto no será novedad, ya que desde hace año Ramos convive con ello cada vez que visita su casa.
Junto con la del Betis, la visita del Madrid al Pizjuán siempre fue la más notoria de todas las que llegan a la capital andaluza en el bando rojjiblanco. Ya en el partido de Copa, un número muy reducido de aficionados creó una iniciativa al final sin éxito: había que tirar 45.000 carteras al césped como queja por la actuación arbitral del partido de ida.
Ramos no será el primero que pruebe de la furia de una afición tradicionalmente antimadridista. El último en la picota de un estadio siempre caliente fue el mejor técnico de la historia del Sevilla. Juande Ramos se fue de malas maneras del club a principios de la temporada 2007/08 y al año siguiente visitó el Pizjuán con el Real Madrid. Sin perdón, los aficionados de Nervión recibieron al técnico manchego con 'juandólares', unos billetes que le lanzaron tras salir del vestuario en referencia a su dimisión para irse al Tottenham porque ganaba más.
Eso sí, el caso de Sergio Ramos es diferente, aunque también está de fondo el aspecto económico. Es difícil explicar porque el sevillano, que siempre ha mostrado su cariño al club, es recibido tan mal en su casa. Ramos siempre se declaró un aficionado más del Sevilla, le defendió allá donde fue y, sobre todo, fue el que más ha recordado a nivel público a Antonio Puerta, santo y seña del Sevilla. Pues hasta el hermano del malogrado jugador criticó a Ramos. "Los goles no se les mete a una grada sino a toda una afición. Pensar antes de actuar", escribió en Twitter.
Ni con todo eso ha recibido un perdón de una afición que le culpa de haber vendido al club de su vida al irse al Real Madrid en el último minuto del último día del mercado de fichajes en 2015. Y que se fuera precisamente al Madrid, no muy querido en Nervión, que creciera allí y que fuera estandarte del club madrileño, también ayudó a engordar la animadversión. Podía verse como una traición. El propio Ramos lo dijo: "He visto recibimientos en Sevilla a Rakitic o Alves como si fueran dioses". ¿Y por qué a dos jugadores que ni crecieron en el Sevilla y se fueron de una forma similar se les recibe bien? La única respuesta podría ser que no se fueron al Madrid.
Todo este lío de Ramos oculta un partido más que importante para el Madrid, que se enfrenta al segundo del torneo (tercero ahora tras la victoria del Barcelona a Las Palmas). En los grandes momentos en el fútbol normalmente se pierde más que se gana. Este domingo es al revés. El Madrid va a Sevilla a ganar mucho y a perder poco. Si cae, lógicamente apretará la Liga, perderá la larga racha de partidos invictos y serán malas noticias, pero no será un drama. Se quedaría un punto por delante de los hispalenses, dos por encima del Barcelona y todavía con seis de ventaja sobre el Atlético. Y con un partido menos.
Pero si gana, casi que sentencia una Liga en la que solo le faltaría visitar El Madrigal y San Mamés como campos duros en la segunda vuelta. Salir del Sevilla vivo sería un gran éxito para los de Zidane. Todo dependerá del fútbol, de ese deporte que se juega mucho más allá de los 90 minutos reglamentarios y que tiene este domingo, en el Pizjuán, un capítulo de tensión como en las grandes rivalidades de los últimos años. Qué todo sean pitos y críticas. Eso, al fin y al cabo, es lo normal.
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