Madrid

En los muchos guiones que podría tener preparados Eusebio Sacristán, entrenador de la Real Sociedad, en su visita al Bernabéu, en pocos podría salir Mateo Kovacic como figura relevante, desequilibradora del partido. No es que el croata sea un mal jugador, al contrario, pero no se espera nunca que él sea el que decida un partido. Su trabajo, siempre en silencio y correcto, es muy valorado por Zidane, también por el madridismo (quizá quitando el muy). Y este domingo tuvo el premio que el trabajo reluciera con un gol. [Narración y estadísticas: Real Madrid 3-0 Real Sociedad]

Kovacic, junto a Cristiano, fue el gran protagonista de la victoria blanca sobre el cuadro vasco, un partido que empezaba con el cartel de difícil y que acabó siendo un paseo cómodo (que no brillante) del Madrid, más líder gracias a los pinchazos de Sevilla y Barcelona. La Liga se queda perfecta para los blancos, cuatro puntos por delante de andaluces y catalanes y con un partido menos. Volvió a recuperar la efectividad, la alegría y se quitó el peso de ser 'perseguido' otra semana más por su afición.

El Madrid supo en todo momento leer a lo que se enfrentaba, con un ambiente de furia en la grada, algunos preparados con la guillotina para ajusticiar a algunos de sus jugadores. La pitada a Benzema y Danilo fue mayúscula cuando sus nombres se dijeron por megafonía y no cambió mucho durante el partido, aunque el francés (que fue cambiado) recibió una oportunidad más del respetable tras irse con aplausos tras otro vulgar partido. Al francés incluso le vino mal que el partido acabara con gol de Morata, que había salido por él. Un cabezazo del canterano cerró un partido que acabó en una exagerada goleada.

Pero antes de este tercer gol de Morata, Kovacic había dado un recital en el centro del campo. Lo hizo todo bien, algo normal en él, y además se disfrazó de asistente... y goleador. El 1-0, el que siempre cambia un partido, vino de su mano, tras una precisa asistencia de Cristiano. El croata, mano a mano ante un Rulli menos portero que otras veces, batió al argentino y sumo uno de esos pocos tantos que tendrá en toda su carrera.

A pesar de que ya era la figura, parecía como si se hubiera quedado con ganas de más. Se sintió importante, así sabía que era, y ya en la segunda parte regaló el gol a Cristiano. Fue la misma jugada que en la primera parte con dos diferencias. La primera, el intercambio de papeles. Esta vez asistía Kovacic, remataba Cristiano. La segunda, la definición. El portugués la picó y superó a Rulli de la forma más brillante que podía hacerla, con una mini vaselina que reconcilió al Bernabéu con Ronaldo pero, sobre todo y lo más importante, reconcilió a Cristiano consigo mismo.

No es que el 7 blanco hiciera el partido de su vida ni el de la temporada, pero volvió a encontrarse con buenas sensaciones, tuvo buenas jugadas, asistió bien, remató bien y buscó el gol. Todavía le falta velocidad y regate, pero el partido tampoco exigió la mejor versión de Cristiano.

Los 66.693 aficionados que aguantaron la llovizna en Madrid se hicieron con la sensación de que estuvieron viendo al campeón de Liga. El Madrid pinta a ello porque saca duelos a priori difíciles mientras que sus rivales pinchan en encuentros que no se esperaba. Y eso, al final, marca la diferencia. En una jornada donde se dejan dos puntos Barcelona y Atlético y tres el Sevilla, el Madrid sacó los suyos. Un contundente 3-0 (y eso que anularon dos goles, uno a Morata y otro a Cristiano) que da aire a un Madrid que a partir de ahora sí que no tiene excusa para caer. Será la semana que comienza este lunes 30 de enero la primera en la que el Madrid solo tendrá un partido, el próximo domingo en el Balaídos. Descanso para un equipo con hechuras de campeón en enero. 

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