Hay una ley no escrita que casi obliga a hablar de “choque de estilos” al comentar cualquier contienda de la magnitud de este Clásico. Una previa que no glose el “choque de estilos” de lo que se avecina es menos previa. Sucede que en este caso no hace falta retorcer el brazo del artículo porque el choque de estilos existe de hecho. Pero existe en sentido opuesto, curiosamente, al que caracterizaba los choques que estos dos colosos dirimían hace algo más de un lustro, en el cénit del pulso Mourinho-Guardiola.
Las tornas han cambiado drásticamente. El Barça, bajo la batuta de ese hombre sencillo y cabal llamado Valverde, ha adoptado un estilo de juego caracterizado por un pragmatismo a prueba de bombas. De los dos contendientes que hoy dirimen el pulso de los pulsos, es el Barça el que más se acerca a los postulados que antaño caracterizaron al Madrid de Mourinho. Milagrosamente, no obstante, estos postulados no traen consigo los descalificativos de la prensa que el equipo del portugués suscitaba entonces. El Barça va a jugar muy probablemente con Busquets y Paulinho, pero nadie va a rasgarse las vestiduras ni a anatemizar el doble pivote ni a hablar de ramplonería ni a criticar la “propuesta” del entrenador vasco. Busquets hace de Xabi Alonso (en lo que puede) y Paulinho es un Khedira made-in-china de libro, pero no escucharemos ni leeremos a nadie exigir al Barça una “propuesta de protagonismo en el juego acorde con su historia” (bien es cierto que el Barça no tiene la historia del Madrid). Tan ajeno estará esta vez el periodismo deportivo proculé (el de Barcelona y el de Madrid) a consideraciones de este tipo que yo mismo me tengo que repetir lo expuesto para asegurarme de que es cierto.
Sí. El Barça va a jugar el Clásico con un doble pivote conformado por Busquets y Paulinho.
El Madrid, por su parte, viene de un estilo marcado por un fuerte eclecticismo, con el que lo ha ganado todo, a desembocar en otro demasiado pendiente del toque y la elaboración. El Madrid se ha guardiolizado más de la cuenta. No está mal, porque cuenta con centrocampistas que lo aconsejan, que apueste mayoritariamente por un dominio paciente del juego. Pero no es menos verdad que el equipo de Zidane ha ofrecido en lo que llevamos de temporada sus mejores registros cuando ha añadido algo de vértigo a la ecuación. Rock´n´roll, como célebremente dijo el propio Xabi Alonso. Los dos partidos de Champions contra el Dortmund, o la exhibición en el Bernabéu ante el Sevilla, recomiendan no descartar nunca la verticalidad en la receta. Hay madridistas que centran en Isco las discordias sobre el peso de cada ingrediente en el punto final. En mi opinión, Isco está tan capacitado como el que más para añadir velocidad al invento. Repasen algunos de los contragolpes que ha lanzado el malagueño. Así, apuesto por Bale y Asensio de inicio en el banquillo, sin que esto no implique que no aparezcan casi seguro más tarde para agitar la coctelera.
Se da la circunstancia pues de que este Clásico, extrañamente, se antoja para el Madrid como una amenaza futbolística por obra y gracia de Messi, como siempre, pero también por las mismas razones por las cuales el Madrid se ha visto recientemente amenazado (y/o derrotado) por el Betis o el Levante. El Barça es hoy ese equipo correoso contra el que el Madrid suele sufrir esta temporada (es decir, casi todos) con el añadido letal del argentino. Añadiría que también con el de Suárez si no fuese porque, tras su enésima agresión en la jornada precedente, hay una parte de mí que aún se niega a aceptar que el uruguayo vaya a jugar este partido y que, por ejemplo, Carvajal vaya a perderse el primer choque de Champions ante el PSG por el retraso en un saque de banda cuya intención (o intencionalidad) es indemostrable. Tenemos el fútbol precisa y exactamente donde lo quieren sujetos como Suárez, o a lo mejor lo tenemos precisa y exactamente donde lo quieren el propio Suárez y su club, que también puede ser.
Por eso, porque el fútbol está precisa y exactamente donde el Barça quiere que esté, y porque tiene un bloque compacto de los que hacen daño al Madrid, y porque tiene a Messi, otorgo a los del Chingurri un ligero favoritismo. Pueden ganar y dejar todo más o menos resuelto, aunque quede mucha Liga. Pero atención al Madrid, porque si sale con la sangre en el ojo que la ocasión demanda (por muchos motivos) puede no solo hacerse con una victoria que necesita imperiosamente, sino incluso administrar a su más enconado rival un zarandeo de los que hacen época.