Roberto Trashorras comienza la entrevista entrevistando al entrevistador. Pregunta por las novedades en la crisis del PSOE y Pedro Sánchez. El entrenamiento ha sido largo y necesita la última hora. Tres lustros de fútbol de élite no le han encerrado en una burbuja. Llegó a debutar en Champions League con el F.C. Barcelona, se hizo mayor al lado de Rivaldo, Figo o Ronaldinho –de todos ellos, se queda con Guardiola–, pero ahora su cable a tierra es Vallecas, el barrio donde trabaja. No se le van de la cabeza ni los problemas sociales de sus vecinos ni la inquietante situación política nacional. Su brazalete de capitán no se limita a un cromo, o a un autógrafo. La franja roja es su espina dorsal.
Uno habla de Roberto Trashorras y parece que lleva aquí en Vallecas toda la vida. ¿Hay sentimiento de pertenencia al barrio? ¿Lo lleva grabado?
Sentimiento de pertenencia son palabras mayores. No me quiero poner a la altura del que nació en Vallecas o se crió en Vallecas. Llevo aquí seis años, me siento muy identificado con el barrio. Esos valores que intentamos trasmitir dentro del campo y desde el club son los valores que tiene un barrio como Vallecas. La verdad es que estos últimos años me he sentido muy a gusto, con momentos muy buenos la gran mayoría, y con momentos malos y muy malos.
Parece tan del barrio que le imagino viviendo al lado del estadio, en una de las callecitas que cortan la Avenida de la Albufera. ¿Es así más o menos?
No, no vivo en el barrio porque mis hijas van a otro colegio y prefiero vivir cerca del colegio. Pero podría vivir perfectamente por aquí.
Después de los años en La Masía, su paso por el Castilla le hizo conocer la ciudad y Vallecas, pero ¿qué pensó cuando llego al barrio por primera vez?
Todos hablaban de lo que era el barrio y la afición. Luego pasas años aquí y cada vez descubres más cosas. Cada barrio tiene su particularidad pero este es especial por lo que trasmite. Vallecas ha sufrido mucho, y sigue sufriendo mucho, pero lo poco que tiene lo comparte con los demás. No es ni mejor ni peor que otros, es diferente.
En todos estos años, sobre todo después del descenso, llegaron ofertas para abandonar el Rayo Vallecano. Podría haber continuado jugando en Primera División.
Sí, sí, ha venido gente de fuera, de Australia, de ligas un poquito más exóticas. Luego también vinieron equipos con mucho interés, como el Deportivo de La Coruña o el Alavés. Por ofertas, sí, podría haber seguido jugando en Primera este año.
¿Y por qué no se fue de Vallecas?
Mi primera opción era saber lo que quería el Rayo en mi caso, y cuál era el proyecto que tenía el club. Si contaba conmigo, si era un proyecto en el que yo iba a ser importante, todo eso. Creía que todo lo que me había dado el Rayo estos años tenía mucho valor. Quería primero escuchar al Rayo. Decidí seguir y descarté las oportunidades que me venían de fuera.
El traumático descenso del Rayo
Al final de la temporada pasada, cuando se avecinaba un descenso traumático, se escuchaba decir que nadie más interesado que el propio jugador del Rayo en no bajar a Segunda, porque el sueldo, por contrato, se quedaba en la mitad. ¿Eso es exactamente así?
Sí, así es. Y hay salarios que bajan hasta más de la mitad. Pero, más que económicamente –que es muy importante también–, el descenso es una mancha en tu haber. A nadie le gusta descender. Y más que individualmente, se trata del sufrimiento del resto de la gente. Y va más allá de los aficionados.
Entonces, en su caso, además de este dolor, ¿se podría decir que ha permanecido en el Rayo perdiendo dinero?
Lógicamente en Primera se paga más que en Segunda. Pero creo que he ganado más de lo que he perdido. Estoy donde quiero, con la gente que me da cariño, mi familia está muy a gusto aquí. El perder algo de dinero se ve compensado por otras cosas. No solo me ha pasado este año, también hace tres o cuatro temporadas, con ofertas importantes que llegaron al club. Y me quedé, perdiendo dinero pero ganando otras cosas. El respeto de la gente, por ejemplo.
¿Es precisamente la familia y la afición lo primero que se le pasó por la cabeza cuando el árbitro pitó el final y el Rayo bajaba a Segunda?
Primero pensé en mi mujer y mis hijas. Los niños son crueles en el colegio. Está bien una broma, dos bromas, pero han tenido que sufrir más de la cuenta. Mi mujer lo ha sufrido más en silencio, no me lo decía. Mi primera imagen fue para ellas. Incluso fueron a Anoeta y al acabar el partido sabíamos que era una situación casi irremediable. Eso duele más que cualquier otra cosa. Piensas también en toda nuestra gente. En el último partido se quedaron para aplaudirnos, después de todo lo que había pasado.
Lo que había pasado no fue fácil de llevar, con aquella rueda de prensa de toda la plantilla, desmintiendo turbias acusaciones.
Aquella rueda de prensa se hizo porque creímos que en aquel momento era lo más adecuado. Se estaban diciendo cosas que no eran verdad y salimos a desmentirlas. En ningún momento se dijo que se iba a denunciar. Dijimos que si seguían con esas historias, que enseñaran las pruebas. Y que si continuaban manchando la imagen del Rayo iniciaríamos acciones legales. Era el momento de parar eso. Se estaban diciendo muchas cosas y nadie lo demostraba. Salimos para decir 'hasta aquí'. Se han dicho muchas mentiras, y el que quiera que lo demuestre. Y hasta hoy estamos esperando que alguien saque algo de las barbaridades que se dijeron. Si no hay pruebas es mejor callarse la boca porque no puedes manchar así la imagen de un club o de un jugador.
Ahora, después también de unas primeras semanas convulsas en el club, las caras parecen buenas [El 3-0 al Cádiz en la última jornada le coloca muy cerca del los puestos de playoff de ascenso]. ¿Está todo el mundo focalizando el gran objetivo?
Después de todo lo que pasó, esa puerta ya se cerró. Está totalmente olvidado. Lo que le conviene al equipo y al club es hablar de fútbol. Tenemos mucho margen de mejora, más allá de los resultados. El equipo tiene que dar mucho más de lo que está dando.
Está claro que Sandoval tiene mala leche, les lleva al límite, les cansa. A usted le trata de niño: “Has echado el cuerpo para atrás, niño”, le dice en los entrenamientos. ¿Cómo es ahora la relación entrenador-capitán después de todo lo que pasó?
Tengo una relación buena, siempre la he tenido. Ese capítulo no fue agradable. Para mí fue muy desagradable, y yo creo que para el míster también. Pero en ese momento quedó zanjado, me pidió disculpas y todo quedó cerrado. No hay ningún problema.
Pocos equipos con la implicación del Rayo
En el Rayo Vallecano, un club que ha ayudado económicamente incluso a familias al borde del desahucio, los jugadores maman una implicación social fuera de lo normal. El capitán, además, tiene inquietudes políticas –no se le escapa ni un dato de la actualidad–. Bajamos más todavía a la tierra y volvemos a las calles del barrio con el capitán.
Un país saliendo de la crisis, un vecindario pasándolo regular, desempleo aterrador, situaciones límite, y los aficionados comprando abonos y entradas, y animando sin parar. ¿Qué responsabilidad siente el capitán ante este público?
Hacen un esfuerzo muy grande, más allá de la categoría en la que estemos, y la responsabilidad nuestra es muy grande también. Los jugadores que vienen aquí muy rápidamente se identifican con lo que pasa. Siempre que hemos podido y nos han dado la oportunidad, hemos intentado ayudar: a personas, al barrio, a familias, en comedores sociales. Siempre hemos intentado estar cerca. En este caso somos diferentes porque intentamos estar mucho más cerca que otros equipos.
¿Eso no lo había visto en otros equipos?
No así, no en este grado de implicación. El club y sus futbolistas siempre se han implicado muchísimo en las causas sociales a nivel de barrio de Vallecas. Muy pocos equipos pueden decir lo mismo. Debería ser algo normal, algo que hicieran todos los clubes, pero en el Rayo se acentúa más. Es algo que nos hace especiales también.
Esa implicación le acerca también a los temas más políticos. ¿Qué le diría a la clase política, la que ha está dejando a España sin gobierno durante un año?
Particularmente me produce vergüenza ajena todo. La situación es lastimosa. El que más sufre es el ciudadano. No entro ni en un partido ni en otro, hablo en general. Se debería pensar un poco más en los ciudadanos, pensar en los demás. La gente ha votado, y ha votado para que lleguen a una serie de acuerdos, no ha habido mayoría. Entonces tienen que llegar a un acuerdo sí o sí. Y si no son capaces que dejen paso a otros, así de claro. No podemos llevar un año y que no haya gobierno. Y se puede alargar: a lo mejor hay terceras elecciones y sucede lo mismo. Es una tomadura de pelo. Tienen que ceder lo que haya que ceder, pensando en lo mejor para el país.
¿Y en qué cree que piensan?
No lo sé, en uno mismo, en su silla. Tienen que llegar a un acuerdo para que haya gobierno, porque la cosa puede ir a peor.
Hay quien opina, sarcásticamente, que sin Gobierno no se está tan mal.
Tenemos que tener un Gobierno, eso es obvio. Luego puede haber decisiones equivocadas, o mucha gente mala, como en todos los sitios. Salen muchos casos de corrupción pero me gusta pensar que no todos son así. Hay muchas manzanas podridas, eso sí, y con esas hay que ser duros.