Con los crecientes problemas de seguridad que asolan la ciudad carioca; con muchas sedes sin terminar o terminadas a duras penas; con problemas de transporte que harán del transito en Río este mes de agosto un suplicio; con muchas entradas sin vender y con los turistas no demasiado convencidos para acudir a la cita deportiva del verano, lo último que necesita el Comité Olímpico Internacional es que encima algún escándalo de dopaje manche más si cabe su producto estrella: los Juegos Olímpicos. Así que en Ginebra, sede del COI, se han puesto manos a la obra y han declarado una guerra sin cuartel al dopaje que, aunque viene de lejos, se acrecienta a dos meses de la cita Olímpica para evitar en lo posible más escándalos.



Esta semana, el Comité Ejecutivo del COI, en una reunión extraordinaria, anunció que 31 atletas de seis deportes serán excluidos inmediatamente de poder participar en los Juegos de Río. “Hemos tomado una medida dura contra el dopaje, pero sobre todo hemos tomado una medida para proteger a nuestros atletas limpios”, expresaba el presidente del COI, Thomas Bach, que fue campeón olímpico en esgrima.



El COI ha vuelto a analizar las muestras de orina de 454 atletas que participaron en Pekín 2008 y que estaban clasificados para los Juegos que se disputarán este verano en Brasil. Y no serán las únicas. En los próximos días, tocará el turno de los deportistas que estuvieron en Londres 2012 y que siguen en activo.



La clave de esta nueva campaña antidopaje está en un pequeño laboratorio situado en la localidad suiza de Lausanne, donde se guardan refrigeradas muestras de los análisis de sangre y orina de los atletas que participaron en los Juegos de Pekín 2008 y de Londres 2012, las mismas que ahora, utilizando metodologías y técnicas que hace ocho años no estaban en el mercado, han sacado a la luz los 31 positivos, de 12 nacionalidades, aunque por el momento no se han hecho públicos ni los nombres, ni los deportes ni siquiera su procedencia.



El laboratorio, que trabaja estos días a contrareloj, procederá en unos días a analizar las muestras de otros 250 deportistas que participaron en Londres 2012 y que ya están clasificados para Río 2016, por lo que se espera que la lista de positivos aumente en estas semanas.



Durante unos Juegos, el Comité Organizador hace unos 5.000 análisis de orina a los deportistas que participan, cuyas muestras analiza el laboratorio de la ciudad que acoge los Juegos, aunque siempre se envía un resto al laboratorio suizo para su conservación, según la última normativa aprobada por el COI, durante 10 años. Durante ese tiempo, en cualquier momento, el Comité Olímpico puede decidir volver a hacer pruebas en las muestras conservadas, bien porque se hayan mejorado las técnicas bien porque se vuelva a sospechar de algún atleta en concreto.



Aunque oficialmente los 31 deportistas no han sido sancionados, el COI ya ha notificado a los Comités Olímpicos Nacionales de sus respectivos países que no les permitirán participar en los Juegos de Río. Si además después los tribunales confirman sus positivos, en el caso de que hubieran conseguido medallas, se les retirarían y se modificarían los medalleros y tablas de resultados, aunque ese proceso puede durar meses.



Lo que sí ha supuesto esta nueva iniciativa contra el dopaje es colocar a los Juegos de Pekín en el dudoso honor de ser los hasta ahora peores en términos de dopaje. Durante el verano de 2008 se detectaron 14 positivos en atletas y seis más en caballos. Al año siguiente, los tests realizados por la Agencia Mundial Antidopaje para detectar una sustancia entonces nueva, CERA, dieron otros cinco casos más, que sumados a los 31 de ahora suman 56, desbancando a los que hasta ahora eran los de más casos, los Juegos de Atenas 2004, que tuvieron 26 positivos.



Precisamente las nuevas sustancias son las que traen de cabeza tanto a los laboratorios antidopaje como a los comités organizadores de los Juegos, y el propio COI. El último escándalo, el del Meldonium, sigue aún sin cerrarse del todo, y hay atletas, entre otros la tenista rusa Maria Sharapova, que esperan que en las próximas semanas diferentes tribunales de arbitraje y estudios científicos determinen si pese a haber dado positivo por esta droga –incluida en la lista de las sustancias no permitidas desde enero- podrán participar en los Juegos de Río siempre que sus pruebas se tomaran antes del 1 de marzo y tuvieran concentraciones de menos de un microgramo por mililitro. Sus esperanzas olímpicas, de momento, siguen en el aire.

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