Cualquier niño que guste de hacer deporte sueña con ir a un campeonato de Europa, a un Mundial o a unos Juegos –o, simplemente, con ser profesional–. Es algo natural, casi lógico. El ser humano, al fin y al cabo, siempre ha sido ambicioso –aunque en muchas ocasiones se quede a medio camino. Pero lo que pocos imaginan es llegar a un gran torneo, enfrentarse a la selección anfitriona y dar la campanada. Eso, quizás, es soñar demasiado. Pues bien, las ‘Guerreras’ ya pueden presumir de semejante proeza. Ellas lo han hecho en el país del Maracanazo (24-29). Han dejado callado a un estadio, le han robado la voz a las 12.000 gargantas que se dieron cita en el Arena del Futuro y, de paso, han presentado su candidatura al podio luchando por el liderato de su grupo (cuatro puntos a la espera del resto de partidos).
La hazaña deja patente lo que se venía anticipando en los días previos: España puede aspirar a lo que quiera en estos Juegos Olímpicos. Cierto es que hasta su particular ‘Maracanazo’ contaba con un balance de una victoria, ante Montenegro (19-25), y una derrota, contra Noruega (24-27), la vigente campeona olímpica. Pero también es una realidad que las ‘Guerreras’ habían dejado muy buenas sensaciones en los dos partidos anteriores. Y con ellas presentes llegaron a su choque frente a la selección anfitriona. Sin dudar de sus posibilidades, acelerando desde el principio y apretando durante toda la primera mitad, en la que llegaron a estar seis arriba (8-14), aunque al descanso perdieran dicha ventaja (12-15).
Cogió el timón España desde el primer minuto y lo mantuvo hasta el final. ¿Las razones? La selección de Jorge Dueñas no sólo supo mantener el tipo en ataque (15 de 25 en lanzamientos por los 12 de 25 de sus rivales), sino que volvió a colocar un muro bajo la portería. Si Zoqbi hizo lo propio ante Noruega, esta vez le tocó a Silvia Navarro, que se fue al descanso con 10 paradas de 22 lanzamientos (por las 5 de 20 de la portero brasileña).
Esa primera mitad, casi perfecta, encontró su réplica en la segunda. Las de Jorge Dueñas, en un alarde de confianza y tesón, no cedieron hasta el pitido final. España mantuvo la distancia de tres goles incluso cuando el ambiente –y quizás los árbitros– comenzaron a remar del lado de la selección anfitriona, que no había perdido un partido hasta este miércoles. Pero ni así. “Vamos a luchar, somos guerreras”, decía Nerea Pena en una entrevista con EL ESPAÑOL. Y así lo hicieron. Con ella misma tirando de galones (máxima anotadora del encuentro con ocho tantos) y Eli Pinedo impecable (6/6 en el partido) consumaron la proeza.
A las dos anteriores se les unió Shandy, escudera durante buena parte del encuentro (seis tantos). Y con esa renta previa, España consiguió sobreponerse a una doble exclusión en los últimos minutos de Patricia Elorza y Marta Mangué (solventada con tan solo un gol por parte de las brasileñas). Poco importó, incluso, que las anfitrionas se pusieran a dos (19-21) cuando restaban 15 minutos para el final. España está de dulce. Puede perder, como en el partido contra Noruega, pero da la sensación de ir mejorando en cada partido. Y, además, ahora con la moral por las nubes tras consumar su victoria ante la selección anfitriona. En realidad, no hay muchas selecciones que puedan presumir de sumar a su currículum su particular Maracanazo. España puede. Quizás, la mejor razón para creer.
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