Brasil y Colombia volvían a encontrarse, muy a su pesar, y en semifinales esperaba Honduras. Sus cara a cara no suelen regalar buenos ratos así como así. Solo dolor y rabia, pero suele ser suficiente para gritar fútbol.
Dada la necesidad de genes campeones en la fase de cuartos de final de unos Juegos Olímpicos, seguramente ya había llegado el momento de que el Piscis Restrepo colocara en el once inicial colombiano a Sebastián Pérez y a Miguel Ángel Borja, pero siguió sin dar bola a los de Atlético Nacional. Lo notó Colombia bastante, durante todo el primer tiempo, aunque empezó con optimismo.
Poco tiempo después de que los capitanes, Neymar y Teo Gutiérrez (de vuelta a Argentina, esta vez incorporado a Rosario Central), sortearan los campos, la presión colombiana entró en escena. En el minuto ocho esta asfixia llegó hasta el mismísimo portero brasileño, Weverton, parando el corazón de todo el Arena Corinthians.
Brasil imitó el esquema de su última aparición. Le costó centrarse, pero cuando lo hizo fue a lo grande. En el minuto 11 apareció, por fin en estos Juegos Olímpicos, y muy en serio, Neymar. Golpe franco desde la parte izquierda, a media altura y pegado como con pegamento al palo derecho Cristian Bonilla, guardameta colombiano. La barrera, que dejó mucho que desear, quedó absolutamente señalada.
La noche fue tomando su color habitual siempre que estos dos equipos semiran a los ojos, y en el minuto 38 Jefferson Lerma vio la amarilla, la segunda para Colombia. El partido se calentó. Un minuto después, Neymar, olvidando el papel que se le ha asignado en este equipo y en esta competición, se vengó como en cualquier pelea de bandas y la tangana que se montó fue de escándalo.
El crack del F.C. Barcelona se quedó también con la tarjeta amarilla, y el árbitro terminó organizando una mesa redonda con los dos capitanes, para tratar este tema. Después fueron invitados al coloquio los dos seleccionadores, Micale y Restrepo, que asentían indiferentes. Estuvo enorme el árbitro, el turco Cuneyt Cakir, porque la otra opción era dejar el partido en un nuevo contra nueve u ocho contra ocho. Los partidos entre Brasil y Colombia, definitivamente, queman a cualquiera.
Desde entonces hasta el descanso, que parecía no llegar nunca, lejos de mejorar la relación, Neymar estuvo más tiempo tumbado en el césped que de pie. Esto no tiene remedio.
Fue a partir del parón cuando los espectadores pudieron disfrutar, aunque tampoco mucho, para ser sinceros, de Pérez (recién fichado por Boca Juniors) y Miguel Ángel Borja, el delantero milagro de la Copa Libertadores. Sustituyeron a Palacios y Barrios, dos de los tres colombianos que ya tenían amarilla, por si acaso la temperatura seguía subiendo.
En el minuto 55, Bonilla tuvo que salir casi hasta la frontal del área, con valentía, a morir a los pies de Luan, que había cazado un remate y quería cerrar el partido. Salió victorioso Bonilla, que está inmenso casi siempre. Lo demostró de nuevo en el minuto 68, anulando un cabezazo en plancha de Rodrigo Caio.
Micale quiso empantanar más el partido si cabe, retirando a Gabigol y dando entrada a Thiago Maia. Y lo consiguió. Se llegó al minuto 80, cuesta abajo hacia las semifinales, y no había sucedido absolutamente nada en todo el segundo acto. Un partido práctico de Brasil tras la exhibición en el último partido de la fase de grupos ante Dinamarca.
Murió todo, certificado, sin necesidad de autopsia, en el minuto 83 con la obra de arte de uno de los mejores jugadores de estas Juegos Olímpicos, Luan (Grêmio de Porto Alegre). Allí acabó Colombia, la sombra de Brasil en los últimos torneos. “Los goles están llegando ya de manera natural”, comentaba Luan al final del partido. Él lo sabe mejor que nadie, y sufrió esa falta de puntería en los primeros dos partidos. Ahora se analiza más la portería imbatida de Brasil que cualquier otro factor.
El fuerte abrazo sobre el cesped entre Neymar y Renato Augusto rebosaba paz. La selección brasileña necesita toda la paz del mundo. Viene Maracanã, y la semifinal frente a Honduras, una de las grandes noticias de estos Juegos. Por el otro lado vienen Alemania y Nigeria. Es la lucha por las medallas y Brasil reclama la suya.