Rozaron el milagro, lo tocaron con la punta de los dedos. Hicieron el más difícil todavía y, lo que es más complicado, con una enorme sonrisa en la cara. Tres rotaciones de las cuatro que tenían que hacer en cabeza y un último empujón de las rusas para dejar a Sandra Aguilar, Alejandra Quereda, Lourdes Mohedano, Artemi Gavezou y Elena Aguilar con una medalla de plata olímpica que sabe a mucho más. Sabe casi, casi, a oro.
La sorpresa la dieron en las clasificatorias de la gimnasia rítmica por equipos, en la que el “equipaso” español –como ellas mismas se denominan- desbancó a Rusia de una posición de la que no salían desde hace cuatro ciclos olímpicos: la primera. “Hemos hecho lo que teníamos que hacer. Lo que hemos repetido en los entrenamientos una vez, y otra, y otra. Que estemos ahí arriba no es una sorpresa, es fruto del trabajo que hemos hecho”, explicaba Quereda tras acabar en primera posición la clasificación del equipo.
Las españolas fueron las penúltimas en salir al tapiz en el primer ejercicio, el de cinco cintas, y ni siquiera la temida humedad de Río –que puede hacer que las cintas se enreden o se hagan nudos- las puso nerviosas, y con el público dando palmas al ritmo de su música flamenca, firmaron unos brillantes 17.783 puntos, sólo por detrás de Rusia.
Fue después el turno del ejercicio mixto, de nuevo con música española y el pabellón entregado, la expresividad y el carácter de las pupilas de Anna Baranova y Sara Bayón logró la mejor nota de la tarde, pasando en primera posición, por delante de Rusia, a la final.
Para la final del domingo, no bastaba con hacerlo bien. Había que estar perfectas. Y esperar a que las rusas no lo estuvieran. En la primera rotación, las chicas españolas salieron al tapiz sonrientes y confiadas, con paso firme, arropadas por un público que las declaró máximas favoritas desde el arranque de la competición y que jaleaba sin parar a las “cinco de Río”. Su tesón tuvo resultado: de nuevo primeras a falta de una sóla rotación, la última, rozando el oro. Las cintas volvían a ser las mejores aliadas de las españolas.
En la última, la de tres mazas y dos años, las chicas españolas lo dieron todo pero la superioridad de Rusia fue incontestable. Al final, una ventaja de +0.466 sobre las españolas que les valió volver a subir, por quinta vez consecutiva, a lo más alto del podio Olímpico, mientras las españolas se quedaban en el Segundo lugar, seguidas muy de cerca por Bulgaria que se lleva un bronce también histórico.
Las chicas españolas se quitan así la espinita de los Juegos de Londres, esa horrible mañana en que su menor peso entre los jueces las dejó con una medalla de chocolate, cuarta plaza, en beneficio de Italia que se subió al tercer cajón del podio. “Ahora somos diferentes, somos más fuertes, estamos mejor preparadas. Nos hemos preparado cuatro años para esto y hemos trabajado de forma distinta. Hasta nuestro trabajo estos días en Río y en la Villa ha sido distinto”, explicaba Mohedano, sabedora de que las nuevas rutinas han valido, al final, la pena.
Para la rítmica española, la de Rio es la tercera medalla de unos Juegos, tras la plata conseguida por Carolina Pascual en Barcelona 92, y el oro de Atlanta 96, la única vez en que las rusas no subieron a lo más alto del cajón en unos Juegos. A punto estuvieron de lograrlo en Río, volverán con más fuerza si cabe para Tokio 2020.
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