Rossi es un hombre de rituales. Después de 20 años en el campeonato del mundo, cada vez que se sube a su YZR-M1, pone en práctica una serie de rutinas que no descuida cada vez que sale a pista. Siempre se viste en el mismo orden y, antes de ponerse los guantes y el casco, se humedece los dedos, se frota los ojos y comprueba que el aro que luce en el lóbulo de su oreja izquierda está en su sitio. Siempre se agacha ante su moto y se agarra al reposapiés derecho para después subirse a ella. Cuando transita por el pit lane, antes de comenzar a rodar, se pone de pie sobre su M1 y se ajusta la parte trasera del mono.
La superstición de Valentino Rossi va más allá porque después de la lección magistral impartida en Jerez, donde consiguió su triunfo número 113 en el campeonato del mundo y su victoria 87 en la clase reina, era inevitable la referencia a su compatriota Giacomo Agostini, que ostenta la marca absoluto de victorias en el campeonato del mundo con 122 y que vivió en directo y con cara de pocos amigos la victoria de Rossi. “Es mejor no hablar del récord. Todavía queda lejos, muy lejos. A Agostini, mejor, no le nombremos…”, lanzó el piloto italiano mientras que, con su mano izquierda, hacía un gesto para espantar la mala suerte.
Tras renovar su contrato con Yamaha hasta el final de la temporada 2018, Il Dottore tiene por delante 14 carreras más en 2016 más dos campañas completas (36 pruebas). Medio centenar de citas mundialistas que hacen viable el objetivo de ampliar su leyenda. Una carrera longeva que, con toda probabilidad, despedirá con 39 años cuando haya finalizado su compromiso con la fábrica de los tres diapasones. “Siempre que he empezado una temporada, he tenido el pensamiento de ganar, al menos, una carrera. No el primer año, pero sí los demás. Lo que he hecho siempre, menos los dos años con Ducati [2011 y 2012]. Y este año también”, señala un piloto que, con 37 años, conserva la misma motivación que cuando debutó en el campeonato del mundo hace ya dos décadas.
La victoria de Jerez no es una más en su palmarés, porque en contadas ocasiones ha demostrado una superioridad tan aplastante después de conseguir la pole, marcar la vuelta rápida en carrera y dominar la prueba desde la primera hasta la última vuelta. “Es un triunfo importante porque creo que si voy bien aquí, puedo ir bien en Mugello, Barcelona, Assen y en muchas más pistas europeas, los trazados del viejo estilo. No recordaba una victoria como ésta porque, seguramente, nunca la había conseguido. Esto quiere decir que somos fuertes, y era importante hacer una buena carrera tras el error de Austin porque hacía 25 carreras que no caía”, razona Rossi, que sólo en otras dos ocasiones ha ganado liderando desde el inicio hasta el final (Estoril 2004 y Jerez 2007).