En Londres, a algunos atletas se les acaba el sueño de firmar una gran actuación en el campeonato más importante de la temporada por precipitarse, impulsados por los nervios, y cometer salida nula o consumar tres nulos en los concursos calificatorios. A otros, como Sebas Martos, un doloroso tropezón les apea de la carrera por la cual llevan cientos de horas sufriendo, dando el máximo en cada sesión de entrenamiento.
El atleta jienense, que corría en la primera serie de los 3.000 metros obstáculos, tropezó a mitad de carrera cuando encaraba un nuevo paso de la ría, propinándose un golpetazo tremendo. "Me he caído por saltar algo más despistado de lo normal, algo que le puede pasar a cualquiera. Lo malo es que al caer, además del golpe en la cabeza, me he luxado los dos hombros a la vez al intentar parar el cuerpo con los brazos", explicó luego Martos.
Tirando de pundonor, con la adrenalina del momento y aplaudido por un siempre exquisito Estadio Olímpico que sólo abuchea a Justin Gatlin —de hecho, la organización ha decidido adelantar la ceremonia de entrega de medallas de los 100 metros de las 20:00 horas a las 18:50—, el tres veces veces campeón nacional de obstáculos se levantó y completó las tres vueltas que le quedaban hasta cruzar la meta. Incluso fue capaz de superar a uno de sus rivales, el turco Tarik Akdag.
"No sé cómo se me han colocado [los hombros] después de esos cinco segundos de shock, pero en cuanto lo han hecho he salido como un loco a acabar, muy dolorido y llorando, pero con la alegría de ver a todo el estadio animándome", confesó el español lleno de rabia, consciente de que su sueño de colarse en la final del Mundial de Londres, o al menos pelear hasta el último metro —llegaba con la 19ª mejor marca de los inscritos—, se terminaba de la forma más cruel. "Ahora mismo todo es una mierda, pero me cago en mi p... vida, esto no se va a acabar aquí".