La carrera de Mireia Belmonte no está atravesando sus mejores momentos. Muchos piensan que sus años de gloria ya pasaron, que se los llevó la juventud y que ya nunca más podrá estar arriba, peleando con las estrellas, a pesar de que en Tokio demostró que su clase es infinita y que en un día de gracia puede poner en aprietos a cualquiera. Sin embargo, su mayor problema en estos momentos es la incertidumbre y no saber qué va a ser de su futuro más próximo.
Una vez terminados los Juegos Olímpicos celebrados en este 2021, todavía no ha reanudado su preparación para nuevos objetivos, y es que se encuentra en una especie de limbo deportivo que mantiene su carrera en el aire. Son muchas las incógnitas que tiene por delante, ya que desconoce cuándo podrá volver a los entrenamientos, dónde lo hará y hasta con quien lo hará.
Todas estas preguntas sin respuesta se deben a su ruptura con el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat, el lugar donde se ha estado preparando en los últimos años de su carrera deportiva. Su salida de las instalaciones dependientes del Consejo Superior de Deportes se debe a la marcha del que ha sido su entrenador desde el año 2010, Fred Vergnoux.
El preparador galo era el responsable del grupo que se ejercitaba en el CAR de San Cugat, pero ahora ha comenzado un nuevo proyecto en el Metropole de Las Palmas, donde continuará con su carrera en lo que ha supuesto una gran pérdida para el centro. Mireia, como la mayoría de deportistas que estaban bajo la preparación de Fred, han decidido no renovar sus becas en San Cugat y marcharse en busca de otros centros. Aunque muchos tienen ya acomodo en otros clubes, Mireia sigue todavía sin tomar una decisión sobre su futuro.
La reina de la natación española ha querido darse un tiempo para tomar las decisiones oportunas, descansar, limpiar su mente y trazar un plan para la vuelta a los entrenamientos exigentes. Según ella misma afirmaba hace unos días, sigue en conversaciones con su antiguo preparador y todavía no ha decidido nada al respecto sobre su futuro, por lo que se mantiene con la misma incógnita que todos sus seguidores.
La difícil lesión
Sin centro y sin entrenador, lo cierto es que la situación de Mireia en estos momentos no es fácil. Además, viene de unos últimos años que han sido especialmente complicados para ella y en los que no ha podido demostrar todo su potencial. Su mayor problema durante los últimos meses, sobre todo en la preparación olímpica, es la complicada lesión que arrastra en sus hombros de manera crónica y que le han obligado a rendir por debajo de su nivel y a llegar mucho más justa de preparación de lo que le hubiera gustado.
Otras de las dudas sobre su futuro es saber si podrá volver a rendir al mismo nivel que antes de que apareciera de forma tan persistente e intensa esta complicada lesión. De hecho, esta dolencia en los hombros ha llegado a poner en riesgo su carrera deportiva en su camino a Tokio 2020, pero finalmente parece haber superado los momentos más críticos y ya mira hacia delante.
La propia Mireia ha asegurado en más de una ocasión que su último año ha sido especialmente complicado, seguramente el que más de su carrera, y que por eso ahora necesita este parón para encontrar algo de calma y de estabilidad. Seguro que este tiempo sin exprimirse al máximo, hasta que vuelva a encontrar un centro y un entrenador que estén a su altura, le vienen muy bien para mejorar el estado de sus articulaciones y poder alargar su trayectoria como es su intención. Sueños y retos tiene varios en mente.
Tokio, sombras o luces
La última gran aparición de Mireia Belmonte han sido los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, esos que se hicieron esperar durante 5 años y a los que la nadadora de Badalona no llegó en su mejor forma para revalidar sus grandes éxitos del pasado. De hecho, sus resultados no fueron especialmente positivos, aunque ella los valora de manera especial porque sabe desde donde ha tenido que pelear para llegar hasta ellos.
Su mejor prueba fueron los 400 metros estilos en los que se quedó a las puertas de las medallas. Un cuarto puesto que para ella le supo a gloria, ya que le permitió estar muy cerca de la lucha por los metales con las mejores del mundo a pesar de haber pasado unos meses complicados por las lesiones que le habían acarreado llegar en baja forma hasta las competiciones.
Lo que para muchos fue un resultado decepcionante porque no pudo darle ningún metal al medallero español, para ella resultó ser un soplo de aire fresco y una inyección de moral y confianza. Su clase, su talento y sus capacidades le habían permitido estar entre las mejores del mundo, luchando por un bronce, a pesar de haber llegado en malas condiciones a la cita olímpica. No eran ni mucho menos sombras lo que ella vio en Tokio, sino una luz que ilumina su futuro y que la convence de que todavía puede estar ahí, como en sus mejores momentos.
Para ella, el hecho de poder estar en la final ya era un gran objetivo cumplido y cuando vio que estuvo hasta los últimos metros a escasos centímetros de haberse colgado una nueva presea olímpica, calificó su resultado como el mejor que podría haber tenido. Y con esa ilusión mira ahora hacia el futuro después de que Tokio haya supuesto un golpe de moral que ni ella misma esperaba.
El sueño de París
Tan buenos han sido para ella estos Juego Olímpicos de Tokio 2020 que quien fuera la abanderada para este gran evento, junto a otra leyenda como Saúl Craviotto, ya piensa en alargar su trayectoria deportiva. Ha sido lo conseguido en aquella piscina nipona lo que le ha empujado a llevar su carrera un poco más allá y pensar en siguientes objetivos, siempre con la vista puesta en París 2024.
A sus 31 años, Mireia se ve con cuerda para rato y confía plenamente en poder llegar a los primeros Juegos Olímpicos europeos desde Londres 2012 con posibilidades reales de seguir luchando por buenos resultados y por medallas. A la cita parisina llegará con 34 años, una edad considerable, pero que no supone un freno ni un problema para ella.
Afirma eso sí que tiene que tomárselo con calma, ya que queda mucho tiempo y que la preparación será larga. Por eso no tiene prisa en decidir su futuro y en ponerse a entrenar de forma intensiva, porque los plazos estarán marcados más adelante. Además, ya ha demostrado en otros momentos de su carrera que es capaz de tener una adaptación muy rápida al esfuerzo y que tarda relativamente poco tiempo en alcanzar un punto muy alto de su forma.
Retos tiene por delante para seguir motivada. Habrá que ver si pelea por ellos bajo la batuta de Fred Vergnoux o si lo hace cambiando totalmente su vida deportiva, pero lo que está claro es que Mireia confía en llegar a París y sacar lo máximo que pueda, algo que ya hizo en Tokio a pesar estar muy mermada. La edad pasa factura y su físico ya no es el que era por culpa de las lesiones, pero por algo es la reina de la natación en España.
[Más información: Miguel Carballeda: "En cada paralímpico hay una historia de superación que debe ser conocida"]