Melbourne

Sin dar opción a la reacción, sin perder nunca la inspiración, CoCo Vandeweghe despidió 6-4 y 6-0 a Garbiñe Muguruza en los cuartos de final del Abierto de Australia y se clasificó para disputar sus primeras semifinales de un grande ante Venus Williams (6-4 y 7-6 a la rusa Pavlyuchenkova). La estadounidense, que proviene de una familia llena de baloncestistas (nieta de Ernie Vandeweghe y sobrina de Kiki Vandeweghe y Mel Hutchins, ambos con varias presencias en el All-Star de la NBA), jugará a los 25 años el partido más importante de su carrera contra una rival a la que persiguió para pedirle un autógrafo cuando era una niña en un torneo en La Costa. Lo hará, además, después de presentar su candidatura a todo en Melbourne: jugando así no hay nada imposible.

“A veces, tienes que admitir que la otra fue mucho mejor”, aseguró Sam Sumyk, entrenador de la española. “No creo que Vandeweghe sea mejor jugadora que Muguruza, pero hoy jugó increíble. No veo quién puede pararla cuando juega así”, prosiguió el técnico francés, asombrado por el nivel de la estadounidense. “El torneo se ha acabado para nosotros, pero tenemos que reconocer que ha sido un buen inicio de temporada y trabajar para recuperarnos de esta derrota”, cerró Sumyk.

“Mi sensación ahora mismo es de vacío”, le siguió Muguruza. “No me reprocho nada del partido porque he hecho todo lo que he podido. Tampoco le voy a dar más vueltas”, añadió la española. “Estaba intentando hacer alguna cosa para poder sacarla a ella de su zona de confort. Todo lo que he intentado no me ha funcionado porque ha jugado muy bien”, siguió. “Ha sido frustrante: estaba dándolo todo y el marcador ha terminado reflejando una gran diferencia”, añadió la campeona de un grande, que estará disponible para jugar la próxima eliminatoria de Copa Federación ante Serbia (11 y 12 de febrero en Ostrava) en el regreso de la selección al Grupo Mundial. “He visto varios años a CoCo y me ha sorprendido cómo ha jugado hoy. Si juega así todos los partidos es candidata al título”.

Vandeweghe, que en octavos se había llevado por delante a Angelique Kerber (defensora de la corona y número uno mundial) con la misma decisión, no se acobardó por la importancia del partido ni por las consecuencias que podría traerle la victoria. La estadounidense se plantó en la Rod Laver Arena y sin medianías se lanzó a degüello. De la raqueta de Vandeweghe salieron golpes ganadores de todas las formas posibles (31) sin que eso le costase caro (13 errores no forzados). Respaldada por el primer saque (88% de puntos ganados), la estadounidense se abrió pasó por la primera manga anulando la única bola de rotura a la que se enfrentó, le rompió el servicio a Garbiñe después de siete oportunidades perdidas y arrasó en una segunda manga que cruzó en línea recta, sin oposición posible frente a semejante exhibición de tenis cruento.

Muguruza vivió todo el partido como una espectadora más, sin tener nada que ver en el desarrollo de los acontecimientos. Ella, una jugadora acostumbrada a llevar el peso de los encuentros con sus brillos y sus desatinos, no pudo hacer otra cosa que agachar la cabeza ante el tornado de juego ofensivo que provocó su contraria. En consecuencia, Garbiñe no pudo ser Garbiñe (14 ganadores y un 33% de puntos ganados con su segundo saque) y dejó vía libre para que al menos una estadounidense juegue la final del torneo (CoCo o Venus), que podrían ser dos si Serena consigue seguir avanzando.

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