“Debería haber sido capaz de mantener la calma hasta el final”. Todavía con la herida sangrando, Gilles Simon lo resumió perfectamente. En la segunda ronda del torneo de Montecarlo, el francés sacó con 5-4 en la tercera manga para eliminar a Novak Djokovic, pero acabó inclinándose 3-6, 6-3 y 7-5 ante el serbio, que vio venir el ataque de pánico incluso antes de que llegase a nacer en la cabeza de su contrario. El número dos del mundo, superviviente de una tarde peligrosa, buscará el jueves los octavos de final contra el ganador del partido entre Pablo Carreño y Karen Khachanov tras jugar con fuego durante un buen rato.
“Ha sido un momento difícil”, reconoció Simon, que venía de caer en su último cruce con Djokovic (Abierto de Australia de 2016), pese a obligarle a jugar la quinta manga y a los 100 errores no forzados que cometió su rival. “En un partido como este, muchas veces uno está arriba y el otro abajo. Las cosas cambiaron. Jugué dos malos puntos seguidos y se acabó. No estaba tan tranquilo como me habría gustado. Para mí, es difícil jugar sin presión contra él”, cerró el número 32 del mundo, que se marchó maldiciendo palabrotas en francés mientras negaba efusivamente con la cabeza.
“Sentí que tenía el control del partido”, le siguió luego Nole, casi dos horas después del triunfo. “Entonces, el encuentro dio la vuelta. Empecé a cometer algunos errores no forzados y él hizo menos, aunque normalmente no suele hacer muchos. Encontró una forma de cerrarme los ángulos y no podía jugar como lo estaba haciendo en los primeros 45 minutos del partido”, prosiguió el número dos del mundo. “Corrí más riesgos e hice más errores. Así llegamos al tercer set, que podría haber terminado de forma muy diferente. Estuvo a dos o tres puntos de ganar y lo habría merecido”.
En su primer partido en tierra desde que ganó el título de Roland Garros el pasado mes de junio, Djokovic perdió el saque de entrada. Aunque se recuperó para ganar la primera manga y adelantarse con break en la segunda (2-1 y saque), el serbio se descompuso a la mínima: bastó que Simon dejase de fallar y le negase las esquinas de la pista para que Nole entrase en pánico, gritándose y revolviéndose con violencia mientras el partido se le escapaba irremediablemente. Llegó entonces Simon con sus dudas a cuesta en el momento de zanjar el asunto. Llegó Djokovic y su instinto de náufrago. Llegó la victoria, que le salva y le relanza.
“Es un gran impulso de confianza”, reconoció el campeón de 12 grandes, necesitado de partidos apretados que caigan de su lado tras un primer trimestre negro, sin resultados y sin sensaciones. “Estoy seguro de que me va a ayudar mentalmente. Sé que todavía estoy oxidado en la pista. No consigo jugar lo consiente que querría, al nivel que sé que puedo jugar”, prosiguió el serbio. “Pero estoy seguro de que con dedicación y compromiso, con una mentalidad positiva, puedo llegar a ese nivel”, avisó con la mirada llena de determinación. “Creo que me he ganado el derecho a ser optimista en cualquier lugar en el que juegue por la carrera y los resultados que he tenido”.
Noticias relacionadas
- Las ocho semanas más importantes de Nadal empiezan en Montecarlo
- Montecarlo, la hora de los fuertes: el duro cambio a la tierra batida
- Sin milagro en la Copa Davis: Serbia elimina a España en cuartos de final
- España, ante la gesta de la Davis en Serbia
- El plan maestro de Federer
- Federer ya no tiene complejos ante Nadal: campeón en Miami