Roger Federer no necesitó hacer prácticamente nada para asegurarse su plaza en la final del Abierto de Australia, que será la número 30 de Grand Slam en toda su carrera. El viernes por la noche, cuando su encuentro de semifinales ante Hyeon Chung había pasado tres minutos de la primera hora de juego, el suizo vio cómo su contrario se retiraba (6-1, 5-2 y abandono) por unas tremendas ampollas en el pie izquierdo y se aseguró pelear por el título de campeón contra Marin Cilic, al que domina por 8-1 el cara a cara. [Narración y estadísticas]
“Estoy feliz de estar en la final porque ese era el objetivo”, dijo Federer tras la victoria, sentado ante los periodistas mucho antes de lo que esperaba. “Fui capaz de conseguirlo. No contaba con estas circunstancias, pero hice un buen partido en cualquier caso. Él tenía claros problemas de movilidad y pude sacar ventaja de eso”, reconoció el suizo sobre su contrario. “Le deseo una buena recuperación”.
Federer jugó todo el rato a placer. Con la pista cubierta para evitar la lluvia de la noche, el suizo arrancó la semifinal disfrutando de sus condiciones favoritas (80,7% de victorias y 23 títulos bajo techo) y zarandeó a Chung, al que estudió utilizando vídeos para conocer cómo jugarle. El coreano, confirmado como una amenaza tras lograr triunfos de prestigio contra Alexander Zverev (tercera ronda) y Novak Djokovic (octavos), sufrió mucho porque Federer supo cómo explotar sus puntos débiles, desmontándole las defensas con agresividad (24 ganadores disparó el número dos en los 14 juegos del cruce) y cambiándole las alturas para evitar que los intercambios se discutiesen a un ritmo uniforme.
Las ampollas de Chung, dolorosas incluso a la vista, abiertas en rojo sangre, dejaron al aspirante sin opciones de probar soluciones ante Federer, muy limitado para desplazarse en cada peloteo. Así, y tras pedir la ayuda del fisioterapeuta en la segunda manga (con 1-4), el coreano aguantó cinco minutos más y decidió rendirse, tan bien estaba jugando el suizo, tan complicado era plantarle cara viendo las estrellas al apoyarse sobre su pie izquierdo, tan cuesta arriba la remontada hacia la final de sus sueños.
Sin sufrir ni un poquito, sin haber perdido un set en todo el torneo, Federer llega a la final del próximo domingo lanzado. Allí le espera Cilic, pero eso no debería ser una problema: aunque tenga 36 años, el suizo está listo para ganarle a cualquiera.
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