La historia es increíble. El jueves, Marco Trungelliti perdió ante Hubert Hurkacz en la última ronda de la fase previa de Roland Garros y se quedó a una victoria de disputar el cuadro final del torneo. El domingo, estando ya en su casa de Barcelona y con planes de irse a Vicenza a competir en un Challenger, el argentino se enteró de la baja de Nick Kyrgios, supo que esa era su oportunidad de jugar el segundo Grand Slam de la temporada y emprendió una aventura que difícilmente olvidará: Trungelliti se montó en un coche junto a su mujer (Nadir), su madre (Susi), su abuela (Lela) y su hermano pequeño (Andre) y recorrió en menos de 10 horas los 1035 kilómetros que hay entre las dos ciudades, llegando a tiempo para enfrentarse el lunes a Bernard Tomic y saliendo de la pista como vencedor (6-4, 5-7, 6-4 y 6-4), clasificado para la segunda ronda de Roland Garros con una sonrisa de oreja a oreja.
La pregunta es obvia: ¿por qué se lanzó Trungelliti a una carrera contrarreloj para estar en París 10 minutos antes de la medianoche del domingo? La respuesta es sencilla: porque el premio era demasiado importante.
Así funciona el sistema de lucky losers en un Grand Slam. Los jugadores que quieran aspirar a esas plazas deben firmar a diario una hoja en el torneo, confirmando su disponibilidad en caso de que les llegue el turno de tomar el testigo de uno de los tenistas del cuadro final. El domingo, el único que firmó fue Mohamed Safwat, que jugó ante Grigor Dimitrov en el lugar de Viktor Troicki, pero nadie más lo hizo. En consecuencia, cuando Kyrgios anunció que no podía enfrentarse a Bernard Tomic se abrió la puerta para otro reemplazo. Prajnesh Gunneswaran era el siguiente en la lista, que después de sortear la ubicación de los seis primeros lucky losers, establece el orden por ranking. Sin embargo, el indio estaba ya fuera de París, inscrito precisamente para jugar el Challenger de Vicenza que el argentino también planeaba disputar.
Entonces, Trungelliti y los suyos valoraron las distintas opciones para llegar a Francia, descartando el avión para no arriesgarse a un retraso y también el tren, por culpa de una huelga ferroviaria. En consecuencia, y aprovechando que habían alquilado un coche para estar por Barcelona, los cinco se pusieron en camino, llegaron a París a tiempo de que el tenista descansase un poco, firmando por la mañana en la lista de lucky loser y ganándose así la plaza en el cuadro final.
Luego, el broche perfecto. A las 11 de la mañana, Trungelliti saltó a la pista número nueve de Roland Garros y un rato después se marchó levantando los brazos porque el viaje sigue en marcha: la victoria contra Tomic en su estreno en París le llevó a la segunda ronda del torneo con un impulso imposible de igualar.
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