“Es una gran noticia que en los dos primeros grandes de la temporada haya pasado la previa. Está claro que va dando pasos en su carrera, y esto es muy positivo. Estoy contento por él y por la gente que trabaja a su lado, que son cercanos porque están en la academia. Al final, es un esfuerzo diario, lo está haciendo y sobre todo asumiendo. El objetivo aquí en París está cumplido, pero ahora debe seguir yendo a por todas”.
Las palabras de Rafael Nadal apuntaron en una dirección clara: por segundo Grand Slam consecutivo (Abierto de Australia), Jaume Munar (21 años, 155 mundial) disputará el cuadro final tras pasar la fase previa. El mallorquín venció a Duckhee Lee salvando dos puntos de partido (6-7, 6-0 y 7-6) y se enfrentará en la primera ronda de Roland Garros a David Ferrer. Munar, que desde hace meses entrena en la Rafa Nadal Academy by Movistar, se sumó a Carlos Taberner (6-2, 2-6 y 6-4 a Oscar Otte, se medirá en su estreno contra Stefanos Tsitsipas) y Georgina García Pérez (6-3 y 6-1 a Harmony Tan), los otros dos españoles que sobrevivieron a la previa.
El balear, finalista de Roland Garros júnior en 2014 (perdió con Andrey Rublev) y campeón del torneo en la modalidad de dobles un año después con Álvaro López San Martín, analizó en este periódico las tres claves de su cambio que le han llevado a superar aquella época de júnior para convertirse en profesional.
La visión por el tenis. “Como júnior vine a disfrutar, a pasármelo bien. Ahora el tenis es mi trabajo, mi profesión, una forma de vida. La manera de enfocarlo ya hace que sea distinto todo. Dejé de jugar al fútbol y me fui al CAR [Centro de Alto Rendimiento] de Barcelona porque tenía claro que quería dedicarme al tenis, pero cuando eres júnior estás un poco lejos de todo eso. No vives la tensión, no vives los nervios, no vives la verdadera competición. Lo que haces hoy no será tu mañana, por decirlo de alguna manera. Al final, la etapa de júnior tiene un final con 18 años, pero a la de profesional ese final se lo pones tú, o te lo marca el circuito”.
Mejora física. “Siempre he ido bastante atrás en comparación con los otros. A los 17 años empezaba a llevar brackets y era un tirillas. He mejorado mucho en ese aspecto, más allá de todas las horas que le he dedicado. Era bastante dejado. Le dedicaba tiempo, pero no era el ejemplo de chico metódico, cuadriculado y organizado. A día de hoy tampoco lo soy porque no quiero perder mi esencia, pero me he centrado mucho, sobre todo en temas de alimentación. Intento comer lo mejor posible, el cambio de la comida ha sido el último. La primera vez que lo hice fue en diciembre y perdí siete kilos. Privarme no me privo, pero intento comer el menos gluten posible porque me hincha, me hace sentir malestar. Como muchas cosas a la plancha, mucho arroz hervido… Si un día quiero salir con mis amigos, si quiero darme un capricho, voy a todo trapo porque un día es un día, pero lo importante es hacerlo bien durante los torneos”.
La forma de jugar. “Jugaba muy defensivo, de hecho en la última ronda de la previa de Roland Garros ha sido así. He mejorado muchos mis golpes y lógicamente eso me da confianza. Ahora creo más en mí. Es cierto que yo no elegía jugar defensivo, es que sentía cierto miedo porque no tenía la capacidad de generar golpes ganadores como otros tenistas. Ahora creo que tengo los tiros necesarios para poder apoyarme en eso. Hace tres años, me apoyaba en otros puntos fuertes, que eran correr, leer el juego y poner dentro una bola más que el rival. A día de hoy ya no puedo jugar así”.
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