De nuevo, Alexander Zverev salió a la pista cuando ya no quedaba ni rastro de la luz del sol y de nuevo se marchó tras celebrar una victoria (6-4, 3-6 y 6-3 a David Goffin) que esta vez le clasificó para disputar las semifinales del Masters 1000 de Roma ante Marin Cilic (6-3 y 6-3 a Pablo Carreño). El alemán, defensor del título en el Foro Itálico, llegará a ese cruce lanzado (12 triunfos consecutivos, y títulos en Múnich y Madrid) y con la garantía de pelear por el pase a la final en unas condiciones con las que se ha familiarizado en las últimas semanas: Zverev, que se medirá al croata a partir de las ocho de la tarde, ha disputado cinco de sus últimos ocho encuentros en la sesión nocturna, terminando como el viernes bien entrada la medianoche.
Esta es la historia de una bola de nieve que se ha ido haciendo cada vez más grande. La semana antes de asaltar Madrid, el alemán jugó en Múnich, imposible renunciar a un torneo en casa, ganó el trofeo de campeón y llegó el último a la Caja Mágica, condicionando su puesta a punto para el cuarto Masters 1000 del año, muy particular porque la altitud de la capital de España (667 metros sobre el nivel del mar) obliga a los jugadores a realizar una pequeña adaptación antes de estrenarse. En consecuencia, Sascha pidió a los organizadores debutar lo más tarde posible (miércoles por la noche) buscando oxigenar los músculos de la competición e intentando ganar tiempo entrenándose, algo que hizo lunes y martes mientras que la mayoría de sus rivales llevaban desde el miércoles anterior practicando en Madrid.
El rápido debut de Zverev en la Caja Mágica (ganó al ruso Donskoy en 1h15m) y el cargado orden de juego del jueves mandaron al alemán a jugar los octavos en la pista Arantxa Sánchez Vicario a media tarde, pero al día siguiente regresó a la noche y enlazó los cuartos y las semifinales en ese horario, volviendo a competir de día la final ante Dominic Thiem, que hizo suya sin titubear para levantar el tercer Masters 1000 de su carrera tras Roma y Canadá en 2017.
Así, y como el domingo terminó bien tarde, Zverev aterrizó el lunes en Italia e inmediatamente realizó la misma solicitud que al llegar de Múnich a Madrid: debutar el último en Roma, pidiendo aire para sus pulmones. En consecuencia, su estreno del miércoles por la noche ante Matteo Berrettini finalizó cerca de las 12, pagando el retraso de toda la jornada, y aunque el jueves esquivó de milagro esa sesión (se enfrentó al británico Edmund en la pista Pietrangeli cuando atardecía) el viernes jugó con Goffin un encuentro que ganó minutos antes de que el reloj marcase la una de la madrugada.
Cilic, su rival en semifinales (a partir de las 20h del sábado) ya sabe lo que le espera: un tenista en estado de gracia que lleva semanas moviéndose a su antojo en la noche, haciéndose fuerte en esas condiciones (sin sol la pelota bota menos, algo que favorece el tenis directo de Zverev) y creándose una pequeña leyenda que el croata pondrá a prueba por el pase a la final de Roma.
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