¿Qué hay que hacer para ganar al Rafael Nadal de 2018 en tierra batida? Este jueves, Diego Schwartzman intentó buscarle una respuesta a esa pregunta en los octavos de final del Mutua Madrid Open, pero se quedó muy lejos de encontrarla. El pase del español a los cuartos del cuarto Masters 1000 de la temporada (6-3 y 6-4) recalcó una vez más lo que se viene intuyendo desde que comenzó la gira europea de arcilla: en pista lenta, su hábitat natural, este tenista es invencible hasta que alguien demuestre lo contrario, y parece difícil que eso suceda. El balear ha ganado sus últimos 50 sets en tierra, superando un récord con 34 años de vigencia (John McEnroe logró enlazar 49 en moqueta), y continúa lanzado. [Narración y estadísticas]
“Ni mucho menos menosprecio ningún récord, pero cuando salgo a jugar no estoy para pensar en este tipo de cosas”, reflexionó luego el balear frente a los periodistas. “Cuando se termine mi carrera habrá quedado ahí, pero tampoco son grandísimos récords. Evidentemente es muy difícil ganar 50 sets seguidos, pero se ha hecho y ya está”, prosiguió el número uno. “Ya no hablemos más de ello y pensemos en lo que viene que es lo que me importa”.
Nadal sufrió mucho para mantener el partido igualado en el inicio. Algo descentrado y bastante fallón (una doble falta extrañísima), el mallorquín tuvo que anular una bola de break (con 1-1) en un juego de casi nueve minutos, clara amenaza de un encuentro cocinado a fuego lento, muy lento. Sobrevivir a esa situación de peligro, sin embargo, despertó a Nadal y le ayudó a solucionar las imprecisiones del principio, ahorrándose el sufrimiento de tener que pelear de tú a tú con su oponente.
Desde ese 1-1 de la primera manga, con esas dos pelotas de rotura desaprovechadas por Schwartzman, el número uno sumó un 5-2 de parcial para arrollar al argentino, que se movió por la pista preguntándose qué había hecho mal para no mantener la igualdad del comienzo, dónde estaba el error en su plan de asalto a la victoria, cómo podía encarrillar de nuevo el duelo contra el campeón de 16 grandes.
Envuelto por los gritos de la gente, como siempre muy ruidosa en Madrid, Nadal deshilachó las intenciones del número 16 jugando sin acelerar hasta el fondo, todavía con margen de mejora. Eso quedó demostrado en el segundo parcial, con el español mandando 4-3 y saque. Olfateando el triunfo, Nadal cedió su servicio (4-4), lo recuperó inmediatamente (5-4) y cerró el pase a las semifinales apretando el puño, anticipando lo que le viene ahora: Dominic Thiem no es un rival para cuartos, es toda una final.
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