A las piernas de Gael Monfils se les terminó el aire demasiado pronto, agotadas por el esfuerzo de intentar devolver pelotazos como balas de cañón. En el estreno de Rafael Nadal en el Mutua Madrid Open (6-3 y 6-1), el número uno mundial demostró que su adaptación a la altitud de la ciudad (667 metros sobre el nivel del mar) ha sido óptima, que al final la tierra batida es tierra batida y que por supuesto sigue siendo el máximo candidato a ganar el título de campeón. Nadal, que volvió a ganar sin sufrir, se enfrentará este jueves a Diego Schwartzman (7-5, 2-6 y 6-2 a Feliciano López) por una plaza en cuartos de final. [Narración y estadísticas]
“He empezado bien y las sensaciones han sido buenas”, explicó Nadal tras imponerse a Monfils y llegar a 48 sets ganados de forma consecutiva. “Yo soy un jugador que cree en las dinámicas. Hoy he tenido la oportunidad de romper el saque en un momento clave, pero si no lo hubiera conseguido la cosa hubiera cambiado”, prosiguió el balear, que abrió brecha muy pronto para colocarse 2-0. “Desde que he vuelto de la lesión estoy jugando con la intensidad buena, haciendo las cosas adecuadas. Este es el camino”.
“Nunca es fácil empezar un torneo en estas circunstancias, pero lo ha solventado bastante bien”, le siguió Carlos Moyà, uno de los entrenadores del número uno. “Al principio estaba un poco nervioso, y es normal porque se trata de una situación nueva y necesitaba hacerte a la pista”, prosiguió el mallorquín. “Al principio le ha costado, pero por suerte se ha puesto 3-0 para estar más tranquilo”, añadió Francis Roig, otro de los técnicos del campeón de 16 grandes. “A raíz de ahí, poco a poco ha ido cogiendo más confianza. Rafa está demostrando una regularidad enorme”.
Los fallos de Nadal impulsaron a Monfils en el arranque del partido. Con el cruce aún en pañales, la gente agolpándose en las entradas para acceder a la pista Manolo Santana, el español se enfrentó a una bola de break que salvó con decisión y justo a continuación le arrebató el saque al francés, dominando el marcador con una comodidad totalmente irreal. Al juego siguiente, con Nadal ganando 2-0, Monfils volvió fabricarse dos ocasiones para romperle el servicio al número uno, hurgando en las debilidades del balear.
Monfils, como siempre impredecible, quiso sacar al mallorquín de su zona de confort jugando con trucos de mago, y las dos dejadas que se inventó en los 10 primeros minutos del encuentro así lo demostraron. El número 41 usó la imaginación, puso corazón y garra, pero terminó perdiendo los nervios en cuanto el partido le dio la espalda.
Así las cosas, y con el mallorquín controlando la mayoría de los intercambios del partido, Monfils desistió de cualquier plan de juego que tuviese pensado anteriormente, se enganchó con el juez de silla un par de veces, charló con unos espectadores que estaban sentados en la primera fila y terminó haciendo lo que cualquiera hoy día: aplaudir a Nadal, que sigue volando sobre la superficie que le ha visto levantar una leyenda como ninguna en la historia.
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