Carlos Alcaraz celebra su victoria frente a Jannik Sinner en las semifinales de Roland Garros.

Carlos Alcaraz celebra su victoria frente a Jannik Sinner en las semifinales de Roland Garros. REUTERS

Tenis

Un inconmensurable Alcaraz bate a Sinner en un duelo titánico y alcanza la final de Roland Garros

El murciano reacciona con determinación al inicio arrollador del italiano y remonta (2-6/6-3/3-6/6-4/6-3) para precintar su primera final sobre la arcilla de París.

7 junio, 2024 18:49

En París se ha confirmado una reivindicación y, con ella, el arribo en lo desconocido para Carlos Alcaraz que se convierte, por primera vez, en finalista de Roland Garros. Las dudas iniciales y viejos fantasmas con los que comenzó el torneo han sido espantados conforme ha ido superando rondas y cargando su depósito de confianza primero y agresividad después. Ante Sinner tuvo que llenarlo de paciencia, ritmo y determinación para remontar y superar (2-6/6-3/3-6/6-4/6-3) al italiano en un partido titánico, a la altura de las expectativas, con dos tenistas que tienen cautivado al mundo del tenis con su rivalidad sana que les empuja a mejorar. Un tenista español vuelve a emerger sobre la arcilla de la Philippe Chatrier. ¿Les suena? [Así vivimos la victoria de Carlos Alcaraz ante Sinner].

En ocasiones el mejor de los remedios es un inteligente paso atrás para rebajar pulsaciones y aplicar uno de los axiomas tan universales como complicados: pararse y pensar. La puesta en escena en la Philippe Chatrier demandaba un volantazo de Carlos Alcaraz, aturullado y desbordado por la propuesta arrolladora de un Jannik Sinner que parecía inabordable. El italiano, sólido con el servicio y potente al drive, sometía al murciano que no encontraba su tenis, pero sí fantasmas del pasado que hicieron acto de presencia desde el sorteo. 

No comenzó restando, como le gusta, y volvió a ceder su servicio a las primeras de cambio, algo que a lo largo de todo el torneo únicamente ha podido evitar en un partido, ante Tsitsipas. Apenas tuvo tiempo para digerirlo cuando Sinner ya había precintado su saque y le había vuelto a romper el suyo. Parcial de 0-4 para el italiano que se apuntó la primera manga con relativa comodidad y de pronto en París brotaron raíces del duelo que ambos mantuvieron en Pekín, cuando Sinner pasó por encima del murciano. 

Alcaraz no da síntoma de reacción, ni siquiera el cambio de pista parecía cambiarle el gesto ni la mirada, que la tenía fijada en su banquillo donde Ferrero vociferaba para despertar a su pupilo. "Tienes que querer que la bola entre, confía". Alcaraz, alumno ejemplar, sigue la directriz de su entrenador e imprime una marcha más que pilla descolocado a Jannik, cuya reacción se produce con la segunda manga precintada por Alcaraz. Pasada la hora y media de juego, el partido comenzaba de nuevo. Se trataba de una carrera de fondo en la que el murciano tenía piernas para llegar a meta. 

Calambres y desfibriladores

La semifinal se viste final, cargada de tintes épicos para uno y dramáticos para otros. La tensión e incertidumbre transciende de la grada a la pista y a Alcaraz lo atrapan los nervios cuando parecía haber visto luz. Con una doble falta regala una bola de rotura. La presión llega desde dentro y al otro lado de la pista, donde Sinner había levantado un muro y elevado de nuevo intensidad. Se duele de la muñeca y aprovecha el cambio de lado para ser revisado por el fisioterapeuta y tomar aire. Y vaya si lo toma. 

Desde su encuentro con él, su derecha pasa de salir a 128 kms/h de media a 137. El flamante nuevo número uno del mundo, lo será pese a la derrota de este viernes, golpea las bolas con más fuerzas de lo que le llegan, que ya es decir. Alcaraz sufre, pero resiste. Está en la UCI, pero todavía tiene pulso. "Carlos, Carlos, Carlos", grita la Philippe Chatrier que actúa como desfibrilador y devuelve los biorritmos al español que comienza a soltar su derecha. 

Aprieta los dientes el italiano al ver cómo Alcaraz se abre paso y engancha a un partido que, por la fatiga, se ensucia un poco y entra en una zona de imprecisiones y errores no forzados. Aguantar cuando el juego no es el mejor también es una virtud y Alcaraz lo elevó al máximo para igualar a dos sets. "¡Vamos!", brama Carlos al cielo de París. Lo ha conseguido, ha allanado un partido cuya pendiente se acercaba al de los puertos ciclistas. 

Y Alcaraz llega a la cima con más piernas. "Créetelo. Todo aquí, es la hora de apretar", pide Ferrero. Y así hace, desdibuja a Sinner que todavía estaba lamentándose de aquel smash con todo a favor que erró y dio vida al murciano para apuntarse la segunda manga. En esa guerrilla se le fue la guerra de la que Carlos salió triunfador y con el puño arriba.