El Cultural

Antonio Lucas

"Me gustan los "ojos críticos" y me molestan los críticos bizcos"

5 julio, 2000 02:00

Dice que siempre ha creído en los críticos "que hablan bien de mí", y deben de ser legión, porque, para empezar, acaba de obtener con su segundo libro, Lucernario, el premio Ojo Crítico. Periodista y poeta, Antonio Lucas (Madrid, 1975) lo tiene claro. Para él, "el periodismo es pasión y la poesía veneno". Y no, no conoce el antídoto.

Pregunta: ¿Qué cree que le aporta el premio?
Respuesta: Un estímulo por ver reconocido un trabajo en el que volqué demasiadas cosas. Pero no conviene creer en los premios demasiado.
P: ¿Tiene usted ojo crítico?
R: Parece ser que sí..., por mi parte intento afinarlo todos los días, como los relojes de precisión. Me gustan los "ojos críticos" y me molestan los críticos bizcos.
P: ¿La juventud es un valor en poesía?
R: Es una circunstancia, una herramienta que ofrece la posibilidad de observar desde una óptica elástica y cambiante, tampoco más.
P: Dicen de usted que es una isla: ¿se siente Robinson?
R: Los héroes y otros animales de compañía no gozan de mis simpatías. Más que en "robinsones" creo en poetas como Rimbaud, Lautreamont, Jules Laforge...
P: ¿Qué le parece la poesía de la experiencia?
R: Una experiencia más en la poesía. Me interesan los libros, no los lemas y clichés. El resto son ganas de enredar.
P: ¿Y la metafísica?
R: En cierto modo toda poesía encierra una extraña metafísica. Por ejemplo, Bukowski, al que no creo un gran poeta, cultivó una metafísica del exabrupto; vale si es auténtico.
P: ¿Y los poetas de la diferencia?
R: No los conozco. Pero a mí me ha dicho un amigo creíble que todos son iguales, lo siento.
P: ¿Las polémicas literarias le horrorizan, le parecen necesarias?
R: No es horror, sino indiferencia. Me interesa la poesía, la literatura, y no ese síndrome Gran Hermano en el que se instalan con frecuencia algunos versificadores y copistas.
P: ¿Con quién le gustaría polemizar?
R: Prefiero el diálogo a la polémica, ésta siempre incita a la exageración.
P: ¿Qué le debe su poesía a Rimbaud?
R: Seguramente el afán por la irreverencia, un irreprimible deseo de insumisión.
P: ¿Y a Aleixandre?
R: Un lema de escritura, siempre "hacia la luz del fondo", como escribió en Poemas de la consumación. Entre otras cosas.
P: ¿Y a la poesía surrealista?
R: El sentido radical de la escritura, a la vez que una precaución por el poema, que algunos de los autores surrealistas no tuvieron, por eso han envejecido mal. No es el caso de Louis Aragon, Eluard y Prévert, por ejemplo.
P: ¿Cuál fue el primer poeta por el que sintió devoción?
R: Bécquer y Rubén Darío, después Lorca.
P: ¿El primer poema?
R: No lo recuerdo, pero imagino que llegó como un azar, de pronto ví que había escrito algo por mí mismo, como hacían aquellos a los que yo admiraba.
P: ¿A qué poeta de su generación lee?
R: Me interesan algunos, claro, aunque soy amigo de muchos más.
P: ¿En qué poetas de la generación del 50 se reconoce y por qué?
R: El 50 son la nómina y los aledaños, como siempre. Me interesa el grupo, pero también hay autores en el banquillo que merecen una lectura más honda, más serena. Decir nombres alargaría mucho la cuestión.
P: ¿Cómo influye el periodismo en su obra?
R: ¿Cómo influiría en Pessoa redactar la correspondencia extranjera en empresas comerciales de importación-exportación? Sin duda, poco. Entre periodismo y poesía pasa igual, hay mucha distancia. Para mí, el periodismo es pasión y la poesía veneno.
P: ¿El frecuentar las dos orillas de la cultura (creación e información) le hace más tolerante o más exigente?
R: Puestos a elegir, más exigente. La tolerancia, en mi opinión, es producto de la exigencia, nunca al revés.
P: ¿La crítica le ha tratado justamente, con exigencia, compadreo...?
R: Siempre he creído en los críticos que hablan bien de mí.
P: Publicó Lucernario en un editorial pequeña como DVD. ¿No le interesaban las grandes o no le abrieron sus puertas?
R: Imagino que por "grande" debo entender "prestigio"... DVD está consolidando su catálogo con gran acierto. Me pidieron el libro y no me quise negar.
P: Ha tardado tres años en acabar el libro ¿Se siente obligado ahora a precipitar su próxima obra?
R: Uno escribe a un ritmo algo desenfadado, soy poco metódico. Apuesto sobre seguro, casi siempre escribo cuando me apetece. Y eso pasa muy frecuentemente, aunque al final disfruta más la papelera que yo. No me convence la prisa.
P: ¿Ha sentido ya la tentación de pasar a la novela?
R: Como decía Wilde sé resistirme a todo menos a las tentaciones, y la novela no está entre ellas, el cuento sí. Aunque los géneros, en literatura, deben ser contaminantes.
P: ¿Qué se le perdió en "París 1996"?
R: Es un poema de Lucernario que estimo porque me enseñó a entender que, en definitiva, tampoco perdí demasiado, como creía. Ser caústico es agotador.
P: Explique su poética, al mismo tiempo "simetría y latido"
R: Supongo que una poética es algo melifluo y cambiante. Quienes la explican mejor son los propios textos, el resto es abstracción y buenas (y malas) intenciones.
P: ¿Cómo incitaría a los jóvenes de su edad a leer poesía?
R: Es más urgente incitar al actual profesorado a que lea.
P: ¿Qué acto surrealista le gustaría protagonizar?
R: No lo sé, el surrealismo no se improvisa.
P: ¿Cuál es su revolución pendiente?
R: Hay pocas revoluciones íntimas más importantes que la de vivir como uno cree.