José Jiménez Lozano
Me irrita el pavoneo de genialidad de los escritores
8 noviembre, 2000 01:00El retiro también es tierra transitada por escritores. Desde ella, José Jiménez Lozano, autor sigiloso y constante, ha recorrido los caminos pasados y presentes de una España a la que "cierta seriedad en el vivir no le iría mal". El resultado es su última novela, "Un hombre en la raya" (Seix Barral).
Respuesta: No es precisamente placentero lo que se cuenta en esta novela. Pero la geografía física que se pinta ahí es para mí muy querida.
P: ¿Hay algún páramo olvidado de esa geografía que desearía que se recuperara?
R: La sociedad del pasado ofrece aspectos deplorables y aspectos positivos. Una cierta seriedad en el vivir no le iría mal a nuestra sociedad.
P: ¿Cuáles son las zonas oscuras de esa "España más profunda" que retrata el libro?
R: Sus zonas oscuras son esa pobreza e incluso miseria que debía avergonzar a la sociedad entera, pero, ética y culturalmente hablando, no veo de qué tenga que avergonzarse respecto a la España no profunda y satisfecha.
P: El protagonista de la novela oculta un secreto. Usted, como escritor ¿oculta algún secreto que se pueda revelar aquí?
R: éste es un oficio muy modesto y de habas contadas. Se ocupa uno de la vida humana, se pone toda la carne en el asador para tratar de apresarla, asomarse al lado de atrás de la realidad y de lo que aparece. Y luego se enfrenta uno a un papel en blanco.
P: Entonces, ¿no hay nada que desvelar?
R: El narrador puede saber el secreto de sus personajes, pero si ellos se callan, él debe callarse también.
P: ¿Para ser escritor hay que guardar mucho silencio?
R: Desde luego. Es oficio de gente sentada y silenciosa éste de la escritura.
P: ¿En qué se diferencia su silencio del avisado estruendor de otros compañeros de profesión?
R: Usted se refiere a lo que podríamos llamar "vida social de la literatura". Hay a quien le gusta hacer ruido y a quien no le gusta hacer ruido. Es así de sencillo.
P: Beneficios de ese silencio.
R: En el plano social e incluso económico ninguno. Pero esto no tiene que ver nada con la literatura.
P: ¿Cuál es la lección que ha aprendido con esta novela?
R: Cuando se escribe una narración, hay que vivir las vidas que se narran. ¿Le parece poco?
P: Estos personajes, respecto a los de sus primeras obras, ¿en qué han crecido?
R: Cada personaje es él y no otro. Yo siempre pregunto a los lectores si viven realmente, si tienen presencia. Pero no creo que pueda haber evolución. O hay o no hay personajes.
P: Se define como escritor privado. ¿Por qué?
R: Porque ambiciono que mis libros acompañen a alguien y ese alguien me tenga por su escritor, como si hubiera escrito sólo para él. Y también en el sentido de que no he pensado nunca en salir a la palestra pública a disputar lectores. Prefiero encontrarlos.
P: ¿Qué le tentaría para convertirse en público?
R: Pese a ese anhelo, un escritor es siempre un escritor público; y está expuesto ahí a cualquier cosa. A lo mejor y a lo peor. Es así el oficio.
P: Todo escritor alberga un compromiso literario. ¿Cuál es el suyo?
R: El escritor no debe tener otro compromiso que el de hacer lo que hace lo mejor que pueda y sepa.
P: Ha vivido mucho, tanto como ha escrito. ¿Qué le queda todavía por contar?
R: Los rostros de los hombres, la aventura humana, lo trunco y la gloria de la vida, la belleza del mundo, el horror y las esperanzas de la historia.
P: ¿Hay mucha contradicción en vivir media vida de periodista y la otra media como escritor?
R: No. Ninguna. El periodismo tiene que ver bastante con lo de mirar, analizar, asumir, y escribir.
P: ¿Qué es lo que le ha enseñado el periodismo?
R: A callar y esperar hasta que se pueda contar con todo rigor en vez de cacarear cualquier cosa. Y también a no tener compromisos.
P: Más que de vocación, habla de atracción. ¿Por qué y hacia qué?
R: Hacia la escritura, el periodismo, la medicina etc. El porqué a veces es difícil de explicar, y no hay por qué rebañarse los sesos en hacerlo. Porque sí es una buenísima razón.
P: ¿Cuál es la historia destinada a ser contada por el escritor Jiménez Lozano?
R: Aquella que se le mete a uno en el ánima, y sus personajes le hablan, y le da vueltas y vueltas allá dentro.
P: Se dice que es un escritor no alineado... ¿a qué?
R: A alguna cofradía ideológica o política, y porque no me pongo en fila india y alineadito a las órdenes de lo que sea.
P: ¿Cuál es su máxima ambición literaria?
R: Escribir algo hermoso y verdadero; llegar a los adentros de alguien.
P: ¿Alguna vez ese silencio del que hace gala se ha hecho insoportable?
R: No creo que lo que le ocurra a un escritor en tanto que escritor tenga ningún nivel trágico. Me irritan las jeremiadas de los escritores tanto como su pavoneo de genialidad, pero de éste se ríe uno de muy buena gana, y con las lamentaciones se ofende a los seres de desgracia; y esto es intolerable.
P: ¿Cuál ha sido la última tentación literaria de Jiménez Lozano?
R: Muchas, si se refiere a la tentación de escribir esto o lo otro. Pero no se escribe lo que se quiere, tratándose de una narración. Le viene a uno impuesto.
P: ¿Tiene algo que envidiar su obra narrativa de la poética o ensayística?
R: Pues no lo sé, y no sé tampoco si puedo saberlo.
P: ¿Qué ve desde esa lejanía en la que se ha instalado?
R: Yo creo que estoy en medio del mundo, y no en una torre de marfil. Otra cosa es que no ande por ahí de jarana. Cuestión de carácter, y una cierta manera de entender este oficio de escribir.