Jaime Chávarri, por Gusi Bejer

Jaime Chávarri, por Gusi Bejer

El Cultural

Jaime Chávarri: "Lo que da sentido a las cosas es el humor y la ironía"

29 abril, 2004 02:00

Jaime Chávarri (Madrid, 1943) se inició con la cámara en el terreno del súper 8, filmando películas familiares y celebraciones. Con el productor Elías Querejeta realizó obras tan fascinantes como El desencanto (1976) o A un dios desconocido (1977). Su mayor éxito sigue siendo Las bicicletas son para el verano (1983), y desde entonces ha visitado casi todos los géneros cinematográficos. Ahora estrena El año del diluvio, adaptación de la obra homónima de Eduardo Mendoza.

Pregunta: En El año del diluvio hay una monja, un terrateniente, un guardia civil, el tonto, la criada, el maqui... ¿Ha querido reinventar el tópico?
Respuesta: El tópico se combina continuamente. Dicen que sólo existen doce variantes de situaciones que se combinan de diversas formas.
P: En cualquier caso, ¿no es una historia que se ha contado muchas veces?
R: No, en absoluto. Creo que no se hacía nada parecido desde Sor Citrüen.
P: ¿Qué tiene la suya de especial?
R: Si pretende que cuente la película a los lectores no lo va a conseguir.
P: La película tiene un sabor de drama antiguo...
R: “Antiguo”, “clásico” o “moderno” son términos relativos que usamos para entendernos, y si nos los creemos demasiado, para entendernos mal. Lo que da sentido a las cosas es el humor, sobre todo la ironía. La de esta película estaría ente Sor Intrépida y The Flying Nun.
P: ¿Está contento con el resultado?
R: ¿Qué persona lo suficientemente seria para reírse de sí misma puede estar contenta con el resultado de su trabajo? Que me guste la película no es exactamente lo mismo que estar contento.
P: Usted siempre ha ido a contracorriente. ¿Es que ahora lo moderno es ir de clásico?
R: Como casi siempre trabajo de encargo nunca me he planteado ir a contracorriente ni ser moderno. Desde luego, no me agradaría quedarme antiguo; no me importa ser clásico. Lo que de verdad me gusta es hacer lo que me da la gana.
P: ¿Me equivoco si pienso que esta película, a pesar de ser un drama, está hecha con mucho sentido del humor?
R: En absoluto. He intentado reflejar la ironía de la novela; tengo que decir que los actores me han ayudado muchísimo con su seriedad. Pero también puede verse como un simple melodrama, o incluso como una reflexión sobre el voto de castidad y sus catástrofes.
P: Casi todos los personajes se traicionan a sí mismos. ¿Son un reflejo de sus propias contradicciones como persona y cineasta?
R: Supongo que en mis películas algo se reflejará de mis contradicciones personales. El hombre es el hombre y sus contradicciones, como Ortega y Gasset se guardó muy mucho de decir.
P: ¿Qué les une a Eduardo Mendoza y a usted?
R: La amistad y la risa.
P: ¿Cómo le convenció para que escribiera con usted el guión?
R: Si hubiera intentado “convencerle” no creo que lo hubiera conseguido. Las cosas fueron cayendo por su propio peso.
P: Las novelas de Mendoza no se han llevado con mucho éxito a la pantalla. ¿Qué le hizo pensar que usted marcaría la excepción a la regla?
R: Lo mucho que a mí me gusta la novela. Si los que nos dedicamos a estas cosas fuéramos prudentes, el mundo sería más aburrido; ¿quién quiere ser una virgen sabia? Un oficio es una perpetua apuesta, lo malo es que en todos hay trileros.
P: La crítica literaria fue unánime con la novela, que clasificaron entre lo peor de Mendoza. ¿Teme recibir críticas similares?
R: Diez años más tarde la novela se ha convertido en un pequeño clásico, y el lector más simple comprende hoy lo que se oculta bajo su aparente sencillez. Lo mismo ocurrió con un par de películas mías y de muchos otros.
P: ¿A qué personajes públicos no le importaría que les arrastrara el Diluvio?
R: A los que se creen que el poder es para siempre.
P: El año del diluvio plantea la dicotomía entre cuerpo y alma. ¿Su cuerpo siempre sigue a su alma?
R: ¿Tiene que ser necesariamente una dicotomía? Mi cuerpo es cada vez menos serrano y busca ya espacios lisos y serenos (con escaso éxito). Tengo la sensación de que cada vez se me parece más al alma. Una de las cosas que plantea la película es lo que puede ocurrir cuando te obligas a creer de manera absoluta en esa dicotomía.
P: Aquí tenemos el alma (la voz) de Mercedes Sampietro en el cuerpo de Fanny Ardant... ¿un cóctel perfecto?
R: Más que de un cóctel estaríamos hablando de una combinación de alto valor alimenticio. Cosa de gourmets.
P: Por cierto, ¿de verdad tiene Fanny Ardant 55 años?
R: ¿A quién le importa? Mirad cómo sonríe.
P: Ha hecho documental, melodrama, comedia, musical, pornografía... ¿Quiere tocar todos los palos?
R: Si todo va bien, en la próxima tocaré flamenco.
P: Usted ha dicho que le tira más la literatura que el cine. ¿Estamos ante un escritor frustrado?
R: Peor aún. Me siento un escritor posible pero soy un vago.
P: Le hubiera gustado dirigir la película...
R: Cuando una película me gusta prefiero disfrutarla como espectador: Desgraciadamente, como espectador no disfruto mucho de las mías. Me consuela pensar que no soy el único.