Carlos Marzal
Lectores del mundo, ¡desuníos!
16 junio, 2005 02:00Carlos Marzal, por Gusi Bejer
Carlos Marzal (Valencia, 1961) se convirtió, a finales de los ochenta en una de las voces más sonadas de lo que se llamó "poesía de la experiencia" con dos libros publicados por Renacimiento: El último de la fiesta (1987) y La vida de frontera (1991). Con los siguientes, Los países nocturnos (1996) y Metales pesados (2001) asentó una poesía meditativa que hoy es moda, que culminó con Fuera de mí (2004, premio Loewe). Ahora los reúne todos en El corazón perplejo (Tusquets).
Respuesta: Una mezcla de estupor y alegría, de pasmo y felicidad. Supongo que es el asombro ante el paso del tiempo y la satisfacción de permanecer en él.
P: ¿Se reconoce?
R: Como en las fotografías, nos reconocemos y nos resisimos a creer que somos el del retrato. La literatura no es exactamente lo que somos, sino sólo una muestra de la conciencia. Parte de la trama.
P: ¿En qué ha cambiado desde El último de la fiesta?
R: Espero ser mejor lector, mejor poeta y mejor individuo.
P: Se ha convertido en una especie de guía de cierta poesía de decir elevado. ¿Ya era hora de acabar con el tono menor?
R: No soy guía ni de mi propio decir. La buena poesía no es una cuestión de registro. Hay gran poesía de tono menor y gran poesía de tono elevado. Procuro tener cada vez menos prejuicios.
P: ¿De qué poetas es heredero Carlos Marzal?
R: Soy devoto de Quevedo, Shakespeare, Pessoa, pero también de poetas heterodoxos como Nietzsche, Jouvert o Lichtenberg.
P: ¿Y qué le gustaría dejar en herencia?
R: El retrato de un temperamento. El relato de una aventura humana. La experiencia verbal que da cuenta de la experiencia de un individuo en el tiempo.
P: ¿Cuáles serían sus consejos a un joven poeta?
R: Que encuentre la mejor poesía donde siempre ha estado: entre los mejores. Es un atajo lector hacia el encuentro de su propia tradición.
P: ¿Y en qué vicios espera no incurrir cuando sea un "viejo poeta"?
R: En cualquiera que tenga que ver con la falta de sentido del humor: hacia uno mismo, hacia la propia obra, hacia el mundo.
P: ¿Qué es lo más raro que han escrito sobre usted?
R: Un conocido crítico valenciano dijo que El último de la fiesta era un libro sobre el cine.
P: ¿Recuerda cuál fue el primer verso que escribió?
R: No. Pero escribí un libro a los 14 ó 15 que se llamaba Me llevaré la luna en justo pago. Siempre he sido un trágico, un elegíaco.
P: ¿Y el último?
R: Siempre está por escribir.
P: ¿Qué libro es el que más le acompaña?
R: Acompaña, sobre todo, el recuerdo que uno tiene de su tradición. Y para no escurrir el bulto, una buena antología del mejor Quevedo.
P: ¿Cuándo saldrá esa novela suya?
R: Los reinos de la casualidad (mi primera y quinta novela -Felipe Benítez dixit-, en vista de su volumen) sale en octubre.
P: ¿Qué nos puede adelantar?
R: Es una summa narrativa, en donde hay cuento breve, cuento, novela corta, novela, aforismos, diario. Básicamente una meditación sobre el amor, el deseo y el azar, con una geometría que no es la del realismo. Son historias independientes y yuxtapuestas que construyen un texto abierto, y por lo tanto más real, como la vida misma, en donde las cosas casan a veces y a veces no.
P: Hace unos días celebró junto a otros poetas en Madrid la amistad de Francisco Brines. ¿Qué ha supuesto para usted?
R: El mayor ejemplo vivo de amor a la poesía en la figura de un gran poeta y un gran amigo.
P: ¿Existe de verdad un "clan" poético valenciano?
R: Existe una espléndida hornada de poetas valencianos. Y andaluces. Y cántabros.
P: ¿Es demasiado fácil publicar un primer libro?
R: Ojalá siga siendo tan fácil. La cantidad es una buena posibilidad para que surja la calidad. Eso se llama luego tradición.
P: ¿Qué le parece la moda de la poesía golosina?
R: A los jóvenes hay que darles tiempo para crecer. La literatura es un camino que dura toda la vida, y nunca se acaba.
P: Ahora que se nos ha acabado la Feria del libro ¿qué recomendaría para el año próximo?
R: Que cada cual vaya a la Feria como de se va de safari: con espíritu deportivo y apetito de sorpresa, a ver qué pieza se le cruza.
P: ¿Haría falta un debate sobre el estado de la nación poética?
R: No. Después del debate, me temo que alguien terminaría por fundar un Tribunal para la Vigilancia de la Fe Lírica, y una Guardia Poetil. A la poesía le va más la anarquía privada del gusto propio.
P: ¿Qué diría usted en él?
R: Lectores del mundo, ¡desuníos!
P: ¿Quién quería ser de mayor el niño Marzal?
R: Cualquier jugador del Brasil que ganó en México 70, en especial Carlos Alberto, Gersson, Jairzinho, Rivelinho, o un tal Pelé.
P: ¿Y quién quiere ser de mayor hoy Carlos Marzal?
R: Soy muy ambicioso. Quiero ser un tipo corriente y feliz durante los próximos ciento veinte años.
P: ¿Con qué poeta del pasado le gustaría charlar?
R: Con Pessoa se podría estar muy bien hablando y en silencio.
P: ¿Qué le diría?
R: últimamente siento un cierto desasosiego.
P: ¿En qué verso se siente retratado?
R: Me gusta pensar que uno de Quevedo: "Nada me desengaña. La vida me he hechizado".