El Cultural

Juan Moro

29 junio, 2006 02:00

Antimónada I, 2006

Sicart. Calle de la Font, 44. Villafranca del Penedés. Hasta el 10 de julio. De 1.750 a 4.200 e.

Juan M. Moro (Premio Nacional de Grabado, 2000) desarrolla una investigación sobre la tridimensionalidad en la fotografía y el grabado. En un interesante texto de 2005 él mismo explicaba que se negaba a aceptar el carácter plano de las imágenes. Así, introducía pliegues y aberturas de manera que la pieza adquiría la apariencia de un relieve. Atribuir un volumen, un carácter táctil y corpóreo a la imagen significa un trabajo de escrutación, un preguntarse sobre la materia, un explorar lo que hay detrás; implica, en definitiva, una indagación sobre la dimensión fantasmática de las imágenes. Ahora Juan Moro presenta una pequeña pero intensa exposición en la que continúa su investigación enriqueciéndola con nuevos matices. En ella el volumen se asocia a la idea de cuerpo, ventana, llaga… La muestra me recuerda esa historia, que contaba Balzac, que explica porqué ciertas tribus de indios americanos tenían pavor a ser fotografiados. Ellos pensaban que estaban formados por diferentes capas o películas superpuestas y que en cada toma se les robaba una de estas pieles, se les desvalijaba el espíritu. Juan Moro agujerea la imagen: las nociones de llaga y ventana implican una idea de comunicación y perforación. Pero detrás de esta obertura existe otra capa y después otra, como una mise en abîme provocada por un juego de espejos. éste me parece que es la problemática que recrea la exposición, porque estas ventanas u oberturas están proyectadas sobre un cuerpo, un cuerpo que se puede trocear y taladrar, pero en el que siempre habrá algo irreductible. Existe, pues, una dimensión sublime: estas oberturas se proyectan en un espacio simbólico que no tiene fondo, el alma. Intuyo que el interés del artista por la tridimensionalidad de la imagen es un intento metafórico de agarrar lo inasible, lo inaprensible de las imágenes, lo inaprensible del cuerpo.