Joaquín Leguina
Los políticos actuales saben muy poquito de la vida
30 enero, 2010 01:00Joaquín Leguina. Foto: Rafa Martín
Presenta estos días sus 'memorias noveladas', tituladas 'La luz crepuscular'
Joaquín Leguina lleva ya tiempo mirando la política desde la barrera. Alejado del ruedo, ve la gresca cotidiana de nuestros representantes con una beneficiosa distancia, que le permite opinar sin morderse la lengua. Ni siquiera para criticar a sus compañeros de las filas socialistas. En particular a quien rige sus destinos desde el año 2000. Es decir, José Luis Rodríguez Zapatero, a quien culpa de "haberse cargado la generación que convirtió al PSOE en un partido definitivamente democrático y de izquierdas". Ahora acaba de publicar La luz crepuscular, sus "memorias noveladas", donde aparte de reflexionar sobre este expeditivo relevo generacional en Ferraz, acumula los recuerdos de toda una vida, jalonados por hitos como el Mayo del 68, el triunfo y la caída de Allende, la toma del poder en Madrid...
Pregunta.- Dice que es un "antisectario militante". ¿Cree que la política actual es más sectaria que cuando usted la ejercía?
Respuesta.- El sectarismo no es algo que se haya inventado hoy. Ha estado siempre muy generalizado. Pero ahora está desbocado. Creo que los políticos más veteranos debemos -perdón por el palabro- desectarizarla. Para los que los políticos actuales utilicen más el logos y empuñen menos las banderas.
P.- ¿Cómo explicaría la paradoja de que en su libro salgan mejor parados algunos miembros del bando adversario que los del propio?
R.- Bien parados quedan casi todos, porque no soy vengativo. A los de mi bando les dedico algún sarcasmo, nada más, como una especie de venganza del enano. Los que realmente quedan mal son dos tipos llamados Pinochet y Franco.
P.- Comenta que el PSOE debe volver de una vez a las ideas y dejar las ocurrencias. ¿Cuáles han sido las ocurrencias de nuestro actual presidente que más ha lamentado?
R.- Ha habido muchas en la política territorial. Un ejemplo es cuando dijo que los trasvases son de derechas y las desaladoras de izquierdas. Y como no hay trasvases sufrimos más las sequías. Ahora el Ebro parece propiedad privada de los aragoneses. Se ha cargado el concepto de trasvase, defendido en su día por los liberales e ilustres ingenieros como Juan Benet.
P.- ¿Al hablar de su autobiografía como de novela no teme que queden aspectos confusos?
R.- Pues sí, claro que lo temo. Pero yo espero que los lectores (y las lectoras, que son muchas más) se lo pasen bien leyéndolo y se olviden de estas cosas, de los que ha corrido el escritor.
P.- El libro lo dedica a su madre, que murió cuando apenas tenía 6 años. ¿Cómo cree que le ha marcado esta ausencia?
R.- Es algo que no se lo deseo a nadie. Es como si te cortaran una pierna, y te quedaras cojo para el resto de tu vida. En el libro hago un homenaje a lo que pudo haber sido. Construyo su personaje con todo el cariño. No es el principal pero, para mí, es el más atractivo.
P.- ¿Cómo juzga la labor que está desarrollando Aguirre al frente de la Comunidad?
R.- Tengo un problema grande: me niego a juzgar a los que me han sustituido. Sólo puedo decir que yo no la he votado.
P.- ¿Por qué se niega?
R.- Porque cualquier cosa crítica que diga se interpretará como si yo no hubiera aceptado la derrota. Y yo la he aceptado.
P.- ¿Por qué llevan tanto tiempo los socialistas madrileños sin comerse un rosco?
R.- Hay demasiadas a los ombligos y pocas al entorno social. Además, les pasa como al pobre México, tan cerca de los Estados Unidos. Ellos están demasiado cerca de Feraz, y Ferraz hace mucho que no gana en Madrid.
Las piernas de Lady Di
P.- Cuenta que uno de los principales privilegios que le ha deparado la política fue verle las piernas a Lady Di. ¿Tan bonitas las tenía?
R.- Muy bonitas. Yo iba muy pocas veces a las recepciones oficiales en el Palacio Real. Pero cuando vinieron los Príncipes de Gales, sí fui. Félix Pons me dijo, extrañado: "Quér raro que hayas venido". Y yo le contesté, señalando a Lady Di: "He venido para ver esas piernas".
P.- ¿Si ponemos en una balanza las consecuencias del Mayo del 68, cuáles pesan más: las buenas o las malas?
R.- Las buenas. El sistema político reaccionó y la democracia mejoró bastante. No era lo que querían los revolucionarios franceses, que tenían intención de imponer la felicidad por decreto ley, pero la Historia les ha dado la razón.
P.- En La luz crepuscular se pregunta quién robó los papeles del despacho de Manuel de la Concha que llevaron a la cárcel a Mariano Rubio y provocaron la dimisión de Solchaga. ¿Tendrá alguna teoría al respecto?
R.- Sí, los robó Perote y luego se los compró Mario Conde, un hombre que ha robado muchísimo, pero muchísimo. Lo que pasa es que nunca ha habido un verdadero interés por investigar esto, pero todo el mundo lo sabe.
P.- Le reprocha a Zapatero haberse cargado a toda una generación del partido, la que le precedió. Hay dos lecturas: limpiar una imagen desgastada por tantos años en el poder o la de, sencillamente, quitarse de en medio posibles amenazas. ¿Cómo lo ve usted?
R.- Bueno, habrá un poco de las dos. Había que pasar página, y eso está bien. Se puede aceptar que, en un impulso freudiano, matara al padre, pero es que Zapatero se ha llevado por delante a tíos, primos, sobrinos... Se ha pasado, no de frenada, sino de acelerón. A mí no me importa que me ponga de patitas en la calle. Pero hay una generación, la de la Constitución y la Transición, de la que no se puede prescindir, porque es la que hizo al PSOE un partido democrático y de izquierdas definitivamente.
P.- Lamenta que el partido esté comandado por una grey de políticos profesionales, gente que no ha cotizado a la seguridad social más que a través del partido.
R.- Es algo que no sólo le pasa al PSOE, también al PP y a los otros; una epidemia. O se arregla, o mal vamos. La calidad de la política depende de la calidad de los políticos y de lo que éstos sepan de la vida. Y la vida es haber tenido un jefe cabrón y cosas así... Los políticos actuales saben muy poquito de la vida.