El Niño Josele
Soy un poco ladrón de ritmos
27 abril, 2010 02:00El Niño Josele.
Esta tarde presenta su último trabajo, 'La Española', en el Teatro Lara de Madrid.
La guitarra de Juan José Heredia, para todos Niño Josele, tiene forma de llave. Con ella se ha abierto las puertas de un jazz muy propio, en cuyos llenos y vacíos dice reconocerse mejor, y le ha robado las esencias a Bill Evans o Enrique Morente. "Soy un poco ladrón de ritmos", confiesa con picardía, "mi guitarra puede ser un piano o una voz, dependiendo del momento, de la nota o del peso que le pongas a cada acorde". La Española, su último trabajo discográfico, que produce Fernando Trueba, es un prontuario de todo lo aprendido hasta la fecha en el que se suceden los homenajes a sus grandes. Paco de Lucía, McCoy Tyner, Bebo Valdés...
PREGUNTA.- Si tuviera que vender su disco por palabras ¿qué diría?
RESPUESTA.- Diría que es un disco en el que me quito la corbata. Que he tratado de que no hubiera ni ataduras ni prejuicios de ningún tipo. ¿Eso entra? Bien.
P.- Dicen que los latinos no entienden las seguiriyas y que a algunos flamencos les cuesta el jazz fusión. ¿Es usted el que confirma la norma?
R.- Es que cada uno lleva su ritmo por dentro, su rumba, su bulería, su tres por cuatro. Es lo que yo llamo ritmo natal, que es un cúmulo de las vivencias y de las músicas que te han puesto desde niño. Y hay que saber imponerse a todo eso, integrarlo en tu repertorio pero ser lo suficientemente abierto como para salir de tus propios horizontes, ser un poco ladrón de ritmos. Entonces te das cuenta de que todo es mucho más sencillo de lo que se pinta, que al final, después de las mil capas que le quieras dar a una pieza o a un disco, el cuadro tiene un solo color desde lejos. Será blanco, azul o negro. Pero será algo.
P.- Dentro del gremio, tiene usted fama de dodecafonista...
R.- (Risas) Es que me da por hablar mucho. Y me gusta la música clásica. Me llama mucho la atención el romanticismo y algunas cosas de Schönberg. La música clásica es una fuente inmensa de conocimiento, del que se ha servido mucho el flamenco. El "la" bemol tonal, que tanto misterio produce, parece sacado de una banda sonora clásica...
P.- Siempre huyendo de las etiquetas. Un poco de Paco de Lucía, otro poco de Bill Evans. ¿Me equivoco?
R.- Es que los músicos, de tanto escucharnos, nos aborrecemos a nosotros mismos. Por eso hay que cambiar, ser un poco Bill Evans, abierto de mente, y seguirle los pasos a Paco de Lucía. Siempre a años luz, claro, pero seguirle en lo que se pueda...
P.- ¿Es un ejercicio de modestia que La Española abra y se titule con el único tema que no es suyo?
R.- Es un ejercicio de aprendizaje. El disco estaba terminado a falta de una canción, y yo me encontraba inmerso en mil giras y con apenas tiempo. Entonces Fernando Trueba, con el que mantengo desde hace tiempo una riquísima correspondencia musical, me sugirió Española, del gran McCoy Tyner, para redondearlo todo. Y ya se sabe como es Trueba...
P.- ¿Cómo?
R.- Pues que al final todos los caminos llevan a Trueba. El tema me pareció una maravilla, todo un acierto. Y le daba identidad al disco. Primero como homenaje a Tyner, y también como denominación de origen. Que fuera se supiera de qué va el disco y de dónde viene.
P.- Lo de que no haya voces en él ¿es una declaración de principios?
R.- No es algo rotundo. Siempre que pensado que un disco con sólo instrumentos tiene su propio concepto, que es igual de respetable que los demás.
P.- ¿Y se vende igual?
R.- Gracias a Dios no tengo que preocuparme en vender mucho o poco. Nunca me he considerado al servicio de la canción del verano. Aunque yo también pago mis letras como puedo...
P.- Y se levanta a las 6 y media. Menudo coraje.
R.- Es que si te levantas con la luz de la ventana tienes tiempo de desayunar mientras piensas en tus cosas, de leer los periódicos y ver lo que pasa en el mundo, de estudiar tus cosas... Es un hábito que he mantenido desde pequeño. Porque, al final, trabajar sigue siendo como ir a la escuela, sólo que de mayores.